Anécdotas de invitados que arruinaron bodas

 

Llevar más de 20 años organizando bodas da para un libro. Bueno, para una enciclopedia. ¡Una serie de Netflix! Tengo anécdotas a cascoporro, algunas tan surrealistas que confirman aquello de “la realidad superar a la ficción”. 

La de la pareja follando en el cuarto del DJ… ¡con el micro encendido! 

Esta es una de mis experiencias favoritas. Hace años, no se llevaba eso de que disc jockey estuviese en mitad de la pista de baile. Muchas parejas, preferían que trabajase desde la sombra y, de esta manera, los “escondíamos” al pobre desgraciado en un cuartucho contiguo a la sala del banquete. Aunque suene agobiante, él tenía visión de todo lo que sucedía en el salón, ya que se ocultaba tras un cristal que era un falso espejo; aunque, y esto es importante, la habitación estaba insonorizada. 

En una ocasión, una pareja aprovechó el turno de comida de nuestro DJ para colarse en su oficina y ponerse “cariñosos”. Supongo que el hecho de meterse mano frente a otros invitados, sin ser vistos, les puso cachondos. La cuestión es que, por un despiste, el pinchadiscos dejó el micrófono abierto después de su última intervención. “Con tanta tela no llego a meterla”, se puso escuchar a un frustrado hombre mientras sus invitados degustaban el solomillo. “Córrete ya, que no me quiero perder el postre”, agregó una mujer entre gemidos. Y se corrió, vamos que si se corrió. Nos enteramos todos. 

Al regresar al salón, la pareja fue recibida con una ovación por parte de sus familiares y amigos; excepto los novios, a ellos les hizo menos gracia. 

La del cuñado camello animando el cotarro

No sé si es o no de vuestra generación, pero yo recuerdo a “El Neng de Castefa”, un personaje que interpretaba Edu Soto para el programa de Buenafuente y que muy posiblemente estuviese inspirado en este tipo. Con su rollito bakaleta engrillao, este chaval se presentó en la boda de su hermana en chándal y con un único objetivo: animar el cotarro. Se trataba de un enlace bastante clásico, elegante y que, entre nosotras, auguraba un aburrimiento extremo. Si bien, las maneras de este chico no fueron las correctas, consiguió que hasta la abuela se subiera a una mesa ondeando una servilleta de tela. 

Más tarde descubrí que el cuñado traía un arsenal de drogas para todos los gustos y que iba traficando sus mierdas de invitado a invitado. Aquello se convirtió en Magaluf a las 5 de la mañana, un desfase brutal.  

 

El tío que acabó en urgencias con la cabeza abierta

Esto fue un drama. Un dramón. En las bodas, encuentras invitados de todas las edades: desde niños hasta ancianos. En este caso, el tío del novio era un octogenario loco por irse a descansar, ya que la celebración de su sobrino era una cena y él no acostumbraba a trasnochar. En un acto de rebeldía, el tío decidió abandonar el salón de banquetes solo y, bajando la escalinata de la entrada, se tropezó y bajó rodando. Se abrió la cabeza, pero literal. Además, se fastidió la cadera, que ya soportaba varias operaciones. La ambulancia tardó en llegar y el señor llegó a perder la consciencia. Por supuesto, en cuanto llegaron los médicos, el resto de la celebración se suspendió.

 

Anécdotas de invitados que arruinaron bodas

El primo cleptómano 

A ver, este tío casi nos arruina la vida a nosotros, porque en un principio los novios señalaron a nuestro equipo de camareros como responsables de los hurtos. Se trata de una boda civil con ceremonia en el jardín, fotos, cóctel, banquete y fiesta, es decir, un día completo. Todo empezó con la desaparición sospechosa del ramo de la novia, que creímos que se había dejado olvidado en casa. Después la ausencia cubiertos en puestos preparados, que nuestro maître aseguraba haber revisado. Llegaron los jaboncillos del baño, incluso el papel higiénico; pero la cosa empezó a ponerse tensa cuando varios invitados denunciaron la pérdida de sus gafas de sol y de carteras. Uno de ellos se quejaba de que no encontraba el móvil. 

Nos movilizamos porque teníamos una ratita ratera que se estaba empachando a queso. Afortunadamente, uno de los fotógrafos tuvo que ir al coche a buscar una batería para su cámara de fotos y se encontré al ladronzuelo con las manos en la masa. Se trataba de un primo lejano del padre del novio, que guardaba en su vehículo las pruebas del delito. Se llamó a la policía, pero la fiesta quedó empañada. 

Aún me quedan cositas que compartirte, pero no te quiero dar la chapa. Cuéntame, ¿y tú? ¿Has vivido alguna anécdota llamativa en alguna boda? Si quieres, la próxima vez, hablamos sobre las comidas de empresa. Spoiler alert: las de los médicos son las peores. 

 

Anónimo

 

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