Aprovechó mi cólico menstrual para ligar conmigo

Suena raro, pero así fue. A mí de siempre me ha dolido mucho la regla. No estoy diagnosticada de nada, pero me dan cólicos. Por suerte, no siempre de la misma intensidad, pero vamos, que se hace notar. Fui al cumpleaños de una amiga y tuve la mala suerte de que me bajara en mitad de la fiesta. Se me había adelantado unos días, por eso no iba preparada de medicación y, para colmo, había bebido alcohol, así que tomarme una pastilla de las que tuvieran por allí no era lo más conveniente. ¿Solución? Mi amiga me acomodó en su cuarto y me dejó una manta eléctrica. Allí me quedé un buen rato mientras oía a los demás pasárselo bomba con la música a todo volumen. Me daba una rabia que te cagas, la verdad, porque llevaba una racha que no salía mucho por ahí, estaba atravesando una ruptura y no había estado con muchos ánimos. Así que, para una oportunidad que tenía de salir y distraerme la puta regla me lo iba a echar a perder. 

Entonces apareció por la puerta como un huracán. Parecía que no me hubiera visto. Lo habría ignorado, como se ignora a tanta gente en cualquier evento social en el que se bebe en exceso y solo se habla de trivialidades. Lo habría ignorado si no me hubiera tocado un pie. Supuestamente no me vio debajo de la manta y del montón de abrigos que tenía junto a mí. Buscaba desesperadamente el suyo para salir a fumar. Me preguntó que qué hacía allí. No se presentó ni me preguntó mi nombre ni tampoco me pidió disculpas por tocarme. Rápidamente, lo catalogué como un narcisistus maximus, por lo que di por hecho que con las palabras mágicas lo espantaría: “Estoy mala con la regla”. De verdad que esperaba que saliera huyendo con la misma celeridad con que llegó a la habitación, pero, no, le dio por sentarse al filo de la cama y preguntarme si estaba bien, si necesitaba algo.

¡Ay, mamá! yo no estaba para eso. No estaba fuerte para enfrentarme a un personaje que aprovecha un momento de ligera debilidad en el contrario para atacar de una forma tan rastrera como es un falso cuidado, un cuidado impostado. Me dijo que iba a la cocina un momento y que volvía. Apareció a los 10 minutos con una infusión y un par de galletas. Me estuvo preguntando si me pasaba siempre, si tomaba medicación, si no iba a estar mejor en casa. Entonces fue cuando le dije que prefería esperar a que se me pasara un poco, porque en casa iba a estar sola. “¿Vives sola o es que no hay nadie en casa?” “No, no. Vivo sola”. Insistía en indagar para ver si tenía novio. Acabó sonsacándomelo. 

Se fue a fumar al cabo de un rato y pensé que me lo había quitado de en encima, pero volvió rapidísimo e insistió en explicarme cuál era la mejor postura para que me doliera menos. Yo le dije que gracias por el consejo pero que no tenía regla, que igual yo estaba más experimentada en la materia. Ahí fue cuando empezó a desplegar su arma maestra: había estado muchos años en una relación, pero la cosa no acabó bien, en cualquier caso, a su novia también le daban cólicos parecidos y él la cuidaba cuando estaba…. En mitad de ese discurso me apoyó la mano en las lumbares, con intención de seguir bajándola y ahí me planté. 

Me da igual lo que hubiera bebido, si estaba drogado o como si esnifaba pegamento en sus ratos libres, porque no tenía excusa: ¿quién narices se creía que era para aprovechar que estaba mala para meterme mano? Y encima dándoselas de comprensivo y de “experto” que supuestamente quería ayudarme con mi cólico menstrual. Lo peor es que habrá chicas que caigan en estas mierdas y eso es lo que más me fastidia de todo. Yo reaccioné rápido, lo mandé a la mierda. Le dije que era un sinvergüenza y se me quedó mirando, alelao, mientras yo me iba pitando de la habitación. A mi amiga le dije que estaba algo mejor y que me iba a casa por si se me daba otro brote, que me pillara con la medicación más a mano. Del otro tipo no le comenté nada por no aguarle la fiesta, pero al tiempo sí que surgió el tema y me dijo que solía utilizar la baza de ser muy abierto con todo lo relacionado con la menstruación para captar la atención de las chicas. En fin. 

 

Anónimo