Embarazo no deseado

A pesar de tomar anticonceptivos y ni pasarse por mi cabeza que el retraso de mi menstruación era por un posible embarazo, me hice un test. 

Mi madre llevaba días diciéndome que qué me pasaba. Tenía muchísimo sueño, todo me sentaba mal, y en el trabajo me costaba muchísimo concentrarme. A esto le sumaba unos ardores horribles por la noche, pero claro, llevaba una época quedando con un chico al que estaba conociendo y todo eran cañas y comidas fuera de casa. Vamos, que no me preocupaba estar embarazada.

Pero sí amigas, lo estaba.

Me hice un test como ya os decía, porque mi madre se plantó y me dijo, Jenni, tú estas embarazada. Y  ¡joder! Ese mismo día, antes de llegar a casa, yendo en coche con mi mejor amigo, me dice “cari mira, una cigüeña”. 

¿Señal? ¿Coincidencia? Yo que sé, pero la realidad es que el puto test dio positivo.

Se me cayó el mundo encima. Lloré mares, se lo dije a mi madre, a mi mejor amiga, y a él.

Lejos de asustarse, me demostró estar a la altura, a pesar de llevar escasos 6 meses conociéndonos.

Con 32 años, hacía ya tiempo que había decidido no ser madre. Era de lo poco claro que tenía en la vida. Y a pesar de eso, dudé.

Dudé por miedo y por falta de información.

A pesar de esas dudas infundadas por el miedo, fui directa a interrumpir el embarazo.

Qué proceso más terrible… voy a ahorrarme detalles de lo poco personas que fueron conmigo. A pesar de tenerlo claro, me dieron un dossier donde tienes que esperar tres días y volver con tu decisión. 

Se que es un proceso obligatorio para darte información sobre las opciones que tienes si sigues para adelante con el embarazo, pero creo que sólo deberían dárselo a quien de verdad duda. No a quién se sienta allí y les pide por favor acabar con ello ya.

Resumiendo, me dieron dos opciones sin mucho detalle, abortar farmacológicamente (en mi casa) o con un legrado (operación).

¿Quién quiere pasar por un quirófano pudiendo hacerlo en su casa “tranquilamente” no? 

Ay amigas… AQUÍ VENGO YO A DECIROS LO QUE NO ME DIJERON A MÍ.

Tuve en mi casa contracciones de parto, dolores tremendos, y un desangrado que me producía coágulos de sangre del tamaño de pelotas de golf. Me tuve que sentar en la taza porque las compresas no me duraban ni 2 minutos… y ahí, sentada en la taza mientras tenía una hemorragia, eché todo lo que tenía que echar y me desmayé.

Se que no es agradable de leer, pero ojalá alguien me hubiera contado a mí que tomarme unas pastillas en mi casa, implicaban eso.

A pesar de tenerlo claro, y pasados ya casi dos años, aún tengo secuelas.

 Por eso es tan importante asesorarse y pedir ayuda psicológica si creemos que no podemos con todo.

Porque no poder con todo, también está bien amigas. No pasa nada

Jenni