“El miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.” Eduardo Galeano

 

-“¡Ey! Colega, me lo he pasado de puta madre. Venga cabrón, hasta otro día.” (despedida chico-chico).

-“Jo tía, que alegría haberte visto. Avísame cuando llegues a casa ¿vale?” (despedida chica-chica)

-“Venga Rodri, nos vemos el domingo en la comida” (despedida de mi padre a mi hermano)

-“Cariño, ten mucho cuidado y avísame cuando llegues a casa por favor” (despedida de mi padre a mí)

-“Amor, no conduzcas muy rápido, no te has ido y ya te echo de menos” (despedida novia-novio)

-“Cielo, te acompaño hasta la puerta” (despedida novio-novia)

-“sí, tranquila, te mando la ubicación a tiempo real, y te aviso cada hora de que todo va bien. Sí no te digo nada me llamas y así tengo coartada para irme” (yo a mi amiga Salima cuando tengo una cita Tinder)

 

Quizás, y tristemente, esas frases os suenan normales y no os parezcan mal. De hecho, ayer, a la hora de la comida, asistí una vez más a una clase de “Estoy viviendo en los mundos de Yupi”. Salía de boca de algún señoro de mi trabajo que eso no es necesario, que es una cosas de esas nuevas de las “feminazis” (le estoy cogiendo hasta gusto al dichoso adjetivo).

Pues hoy, un día después, leemos está noticia Viola a una mujer en su casa de Sevilla tras seguirla y retenerla durante tres horas ( el tiempo le ha dado la razón a la que ayer llamaban “feminazi” por desgracia. La feminista que en realidad soy, llora el nuevo caso de violación y rabia de dolor, otra vez). Avísame cuando llegues a casa, mándame tu ubicación a tiempo real, cuídate, ten cuidado, ten cuidado, ten… Pero sí, son frases innecesarias y de “feminazi”. Porque esas cosas no pasan. Esas cosas son puntuales.

¿Cuántas veces has vuelto a casa con el móvil sujeto con fuerza en la mano derecha y las llaves bien apretadas en la izquierda? Yo muchas, demasiadas, tanto que alguna se me ha quedado la marca de estas en la palma, una vez incluso me hice sangre. La calle vacía no sabes si te inquieta o te da un poco de seguridad. Por muchas farolas que haya siempre tienes la sensación de que falta luz. Y cualquier ruido te hace apretar el paso más de la cuenta.

Y esto, señores, no es algo puntual. No es algo que nos inventemos, es una sensación que muchas de nosotras hemos vivido, algunas tristemente, con trágicas consecuencias, como la chica sevillana que lo sufrió ayer.

Detrás de todos estos mensajes de inquietud, las entendidas coinciden en que la responsabilidad de que nos ocurra algo, recae en nosotras, no en el agresor. Y así lo expresa la experta en violencia sexual Bárbara Tardón, autora de la reciente investigación de Amnistía Internacional “Ya es hora de que me creas, para la que «la ideología y el sistema patriarcal ha construido y consolidado esa sensación de miedo en las mujeres. Es algo estructural que en definitiva se erige como un dispositivo de control que nos condiciona y nos impide ser libres, ejercer nuestros derechos y transitar libremente por los lugares y de la forma en la que tenemos derecho».

 

 

De esto ya habíamos hablado hace poco por el juicio que se le hizo a Marta por usar Tinder. Una vez más, se habla de las horas a las que está chica andaba sola por la calle. El problema, precisamente, es ese. Que no podamos andar TRANQUILAS a la hora que sea por la calle.

Por motivos como este, Google ha anunciado que su incluirá en Google Maps una opción que indique cuáles son las calles que tienen mejor iluminación para evitar caminar por tramos oscuros.

Que pena me da que estas cosas sigan siendo tan necesarias, que pena me da que haya señoros que siguen sin ver nuestra realidad, que suerte que no hayan tenido MIEDO, que suerte que nunca hayan sido agredidos verbal (o físicamente) por una mujer de vuelta a su casa. Que suerte no tener que mandar ubicaciones a tiempo real, que suerte no tener que temer por quedarte sin batería en el móvil, que suerte que se te puedan caer las llaves del portal al suelo sin estremecerte. Que suerte, la misma suerte que hace a algunos tan ciegos que no quieren ver la realidad del MIEDO.

“Hombre, eso de avísame cuando llegues a casa es una forma bonita de decirte que te quieren” me decían ayer ¿pero saben qué? Yo no quiero que me quieran, yo lo que deseo es NO TENER MIEDO.