Decía Ismael Serrano en una de sus canciones “con noticias asesinas me tomo el desayuno”, yo añado machistas.

Fue el pasado mes de noviembre cuando nos enterábamos de que una joven de 25 años, llamada MARTA, desaparecía en la Comunidad Valenciana. Sin embargo, la noticia, más que su propia desaparición, parecía ser en qué circunstancias lo había hecho.

Marta, como tantas de nosotras, dicen que usaba las Apps de citas para conocer a gente. Y ese insignificante detalle ha generado un juicio paralelo que a mí me resulta machista y repugnante.

En los diferentes debates televisivos, en los periódicos y en los corrillos de café en los descansos de los trabajos, no se comentaba otra cosa. Pero analizando las conversaciones pronto me di cuenta de que de lo que se hablaba no era de lo lamentable de otra desaparición de una MUJER, en la mayoría de ocasiones el debate era

¿Por qué las mujeres somos tan inconscientes de ir a citas de Tinder?

Uno de los primeros titulares que leí sobre este tema rezaba “Buscan a una chica desaparecida tras una cita con un desconocido en Valencia” ¿de verdad la coletilla “cita con un desconocido” es relevante y de vital importancia? Discúlpenme, pero a mí me importa una mierda muy grande con quién y en qué circunstancias ha quedado esta chica, lo que me importa es que la han hecho cachos y la han tirado a varios contenedores. Lo que me importa y me aterroriza es que la violaron. Lo que me encoge el alma es que a la cita fue con tanta inseguridad, que mandó un WhatsApp a su madre con su ubicación a tiempo real.

¿Cuántos hombres acuden a citas mandando la ubicación a tiempo real a sus madres? ¿Cuantos hombres son juzgados por quedar para disfrutar un rato?¿Cuantos hombres han sido descuartizados y esparcidos por contenedores? Discúlpenme de nuevo, pero no sabía que, para no ser juzgadas, ahora también, teníamos que conocer a nuestros violadores, a nuestros asesinos.

“Lo que tenían que hacer las chicas es no quedar con gente que no conocen, se la juegan mucho” eso es lo que he escuchado hoy en el metro. Porque claro, el hecho de que un tío que había (presuntamente) matado a una prostituta previamente anduviera suelto por ahí, eso, eso es lo de menos. Lo importante es que Marta no debería de tener instalado Tinder y mucho menos quedar con nadie.

Es terrible que no se juzgue una violación, es horrible que no se juzgue un asesinato, es demasiado triste que, en muchas ocasiones, se haya abierto un debate acerca del uso de las Apps de citas por parte de las mujeres.

Y, ¿saben qué? Las niñas de Alcàsser no tenían Tinder, pero se las juzgó, a ellas, por hacer autostop. Marta del Castillo no tenía Tinder, pero se la juzgó, a ella, por estar en una casa con dos chicos, sola. Diana Quer no tenía Tinder, pero se la juzgó, a ella, por vestir como vestía, por ir de fiesta. ¿Hablamos de la manada? “La vida «normal» de la chica violada en San Fermín: universidad, viajes y amigas” rezaba un titular. Ninguna de ellas conocía tampoco a sus agresores, ninguna.

Me da asco, mucho. Y soy mujer, sí. Y soy feminista, también, aunque algunos, por supuesto, me juzguen como feminazi. Estoy soltera, porque decidí que el hombre con el que estaba no me maltratase más; y la gente, también ha llegado a juzgarme a mí, por empezar a vivir mi vida con libertad. Tengo Tinder, y quedo con chicos (a los que no conozco ¡QUE ME ASPEN!). Y comprendo a Marta, porque a pesar de todo, muchas veces tengo miedo, me siento invadida, incomodada e incluso he llegado a mandar mi ubicación a mis amigas.

Y lo siento, lo siento tanto como si me hubiera pasado a mí, porque no lo merecía. Y me duele, me duele cada comentario, cada titular amarillista sesgado, cada machito venido a juez que se permite el lujo de dar consejos a las mujeres. A mí me duele por su familia, porque no merecía acabar así.

Da igual de qué manera haya llegado ese “hombre” a ti, Marta, porque lo importante es que tú, no has tenido la culpa de nada. Descansa todo lo en paz que puedas.

 

Mientras nosotras seguiremos luchando. «La lástima es que todo lo que sepamos a partir de ahora, por desgracia, ya no nos sorprenderá, porque lo aprendimos hace años.»

 

Pd: ahora los medios dicen que no fue por Tinder, que si ya se conocían, que si la profesión de Marta… da igual. El trasfondo es el mismo. Nos siguen matando.