¡Llegan los carnavales! Por favor, no puede haber fiesta que me guste más que esta. Aquí en Galicia celebramos el maravilloso ‘Entroido‘ y os recomiendo a todas las que me leáis que vengáis a esta terriña en estas fechas, porque vais a alucinar con el folclore gallego.

Pero hoy no vengo a hablaros de fiestas y tradiciones, sino que una vez más llego para alzar la voz contra una barbaridad que parece que esta sociedad ha normalizado. Mi indignación ayer tarde en plena tienda de disfraces rozó el límite, y aunque fui educada y no me cagué en los muertos de nadie allí mismo, sí que me vi en la necesidad de escribir estas líneas.

¿Por dónde empiezo? Minchiña y yo en una tienda de disfraces, felices e ilusionadas decidiendo qué traje llevaremos ambas las dos (ya os contaré el resultado en otra ocasión menos violenta). Me dispongo a bucear entre decenas de bolsas hiper apretadas en los percheros intentando encontrar algo que me inspire. Estoy en la sección infantil, aclaro, y de pronto empiezo a ser consciente de lo que tengo ante mis ojos.

Ya os lo habéis imaginado, ¿verdad? Resulta que el 80% de los disfraces de aquel espacio eran personajes totalmente sexualizados. Porque según parece si tu hija quiere vestir de enfermera, será de enfermera sexy, con su buena minifalda, su escotazo y bien de maquillaje. Y ya no solo eso, sino que también di con el de monja sexy (no queráis que os lo describa porque me vuelven a dar arcadas) o el de policía sexy con sus esposas y todo.

Es que es de lo más normal una enfermera en minifalda y una policía en shorts.

Aquí se me presentan dos dudas. La primera, ¿qué padres en su sano juicio permiten que sus hijas se pongan esos disfraces?. Y la segunda porque ojo, tiene delito, ¿a quién se le ocurre dejar que sus retoños posen para hacer las fotografías que se ven en los paquetes de los trajes?. De verdad lo digo, la imagen de la ‘sexy policía’ rozaba la ilegalidad, no exagero.

Como mujer me indigna muchísimo que se sexualice el cuerpo femenino de esta manera tan poco ética. Que de repente una niña inocente encuentre divertido el ir vestida de porno star o de stripper. Pero es que además como madre de una niña lo único que tengo son ganas de prenderle fuego a todo ese montón de mierda.

Y es que ya no es únicamente invitar a que las crías enseñen piel, sino dar por hecho que una enfermera, una policía o una médica no son profesionales como tal. Vamos, que necesitan una buena raja en su falda para ser válidas. Voy a empezar con el eyeroll y me voy a marear.

¿Quién tiene la culpa de todo esto? Yo diría que la sociedad en general, por permitirlo, y los comercios que los ofertan, en concreto. Porque nos quedamos afónicas reclamando derechos e igualdad para las mujeres, pero después no ponemos el grito en el cielo con atrocidades como esta. ‘Mírala qué graciosa con ese vestidito de Pocahontas sexy‘, y mientras tanto los niños bien de músculos y relleno.

Lo genial del Carnaval es que uno puede convertirse por un día en aquello que le gusta. Cubrirse el rostro y representar un personaje por el que siente admiración o cariño. Dudo mucho que cualquier niña de hoy en día quiera ser una monja sexy, y con estos disfraces las estamos invitando a ello. Les estamos sirviendo en bandeja el empezar a verse como un trozo de carne a la vista de todos, muy bonito, ¿a que sí?

Dejemos que las niñas sean enfermeras, monjas, policías, médicas o lo que ellas deseen. Y que lo sean por completo, no recortando tela por todos lados.

Mi Instagram: @albadelimon

Fotografía de portada