Bollodrama: Me dejó porque una pitonisa la advirtió

 

Debí huir cuando se me acercó y, antes de decirme siquiera su nombre, me dijo que mi aura era preciosa. Sin embargo, en ese momento me hizo mogollón de gracia. La verdad es que nunca me habían entrado de esa manera. Me gustó que fuera original y que no se cortara en irle con eso a alguien con quien no había intercambiado más que un par de miraditas. Me gustó cómo me miraba mientras me lo decía. Y me gustó su rollo después de charlar con ella el rato que le arañé al reloj a pesar de que al día siguiente madrugaba y de que ya me había despedido dos veces de mis amigos. Me tenía que ir, pero, aunque yo no tengo la capacidad de ver las auras, la chica me daba buenas vibras. Por lo que no dudé en aceptar su propuesta de vernos dos días más tarde.

Fue una primera cita de película. Paseamos, tomamos algo, hablamos muchísimo, nos conocimos un poco mejor y, para culminar, nos fuimos a su piso y nos enrollamos como si no hubiera un mañana. Hacía mucho que no conectaba con alguien así de rápida e intensamente. Qué subidón.

¿Que me llama al día siguiente para preguntar si quiero quedar de nuevo mañana? Pues claro que sí. ¿Que me prepara una sorpresa? Fenomenal. ¿Que voy a flipar, dice? ¡Ya lo veremos!

Mira que era mona, eh. Me moría de curiosidad por ver qué me había preparado. Vale que apenas nos conocíamos, pero ya tenía claro que la chica me podía venir con cualquier cosa. Se la veía impredecible. Además de majísima, divertida, espiritual y megamística.

 

Bollodrama: Me dejó porque una pitonisa la advirtió

 

Quedamos en una placita del casco antiguo y me la encontré allí esperándome toda emocionada. Me preguntó si estaba lista y echamos a andar mientras yo hacía cábalas sobre las diferentes posibilidades de lo que me podía haber preparado. No me acerqué ni un poquitín. Vamos, es que no hubiera acertado ni en un millón de años.

El planazo total de nuestra segunda cita era una consulta en una vidente. Podéis reíros, yo me reí cuando me lo desveló con esa carita de ilusión. Y seguía pensando que era broma hasta que vi la placa en el portal. Tenía hasta una bola de cristal dibujada. Lo juro por dios.

A mí el ocultismo no me va demasiado, por no decir nada. Es que no creo en ese tipo de cosas, francamente.

Tenía que haberle dicho que gracias, pero no. Sin embargo, no sé por qué no fui capaz. Se le veía tan… necesitada de que la señora en cuestión (algo así como su pitonisa de confianza) vatiniara cómo nos iba a ir juntas… que me metí allí a esperar que el espectáculo terminase pronto y pudiéramos irnos a cualquier otro sitio. Su casa o la mía, por ejemplo. Di por hecho que le soltaría un mogollón de vaguedades. En plan como una predicción de Nostradamus imposible de interpretar. Mala jugada la mía, porque las cartas lo gritaron alto y claro: Yo no era de fiar y lo nuestro no tenía ningún futuro.

Dos velas negras le pondría yo a la bruja esa, hombre ya. Y una reseña horrible en Witchadvisor.

Porque mi mística favorita se tomó la predicción tan en serio, que salió de allí al borde de las lágrimas. Intensa ella, la pobrecica. Me pasé el resto de la tarde intentando sacarle una sonrisa y convencerla de que nuestro destino no estaba escrito.

 

Bollodrama: Me dejó porque una pitonisa la advirtió

 

No me lo confirmó en el momento, pero no funcionó.

La acompañé a su casa y no me invitó a subir porque le dolía la cabeza y tenía mucho sobre lo que reflexionar. Cuando me levanté vi un wasap suyo informándome de que no podíamos vernos más. Es decir, que me dejó porque una pitonisa la advirtió de que lo nuestro iba a salir mal, y ahora, en frío, creo que igual hasta era verdad.

 

Iris

 

Envíanos tus movidas a [email protected]

Imagen destacada