Cagar en un aeropuerto no tiene porque ser un drama ni una aventura escatológica. Pero ¿sabeís que? Yo cagué en un aeropuerto y terminó siendo una de las experiencias más avergonzantes de mi vida.

Os pongo en situación: estoy embarazada de 6 meses y como buena preñi, pues cago menos. Bueno vamos a especificar, no cago menos, pero cago menos a menudo. Vamos que en vez de ir todos los días, pues voy cada 2 o 3 días. Y no os voy a engañar, cuando voy el váter tiembla por su vida. Las cosas como son.

Y pensarás: ¿Bueno y que? ¿No puede uno cagar en un sitio que no sea su casa o que?. Claro que sí, yo lo he hecho mil veces, adoro cagar fuera, pero esta vez cagué en el aeropuerto y os juro que a partir de ahora, seleccionaré la ubicación de mis pinitos mucho más exhaustivamente.

A lo que voy, yo soy de esas personas que cuando viajo cago menos. No sé si son los nervios, si mi culo no tiene confianza en otras tazas o cual es la razón, pero cago menos. A esto vamos a sumarle, que además de estar embarazada, me fuí de viaje a Los Angeles.

¿Qué hay en Los Angeles? Pues además de mucho rubio simpático, hay comida de mierder que esta super rica. Y siempre me pasa lo mismo: lo que bien entra, mal sale. Pero mira chica, una no está 8 días en California para comer rúcula y pechuga a la plancha.

Sé que estoy preñi y que debería cuidarme más de lo normal, pero tampoco os voy a engañar, sólo se vive una vez. Yo en California, me hice el tour completo: Wendy’s, Popeyes, Red Lobster, Robin’s, Chicken fil’A y Krisspy Kreme (por favor, probad estos donuts, por lo que más queráis).

El caso es que, cuando llegó el momento de volver a casa, yo me subí a mi primer vuelo sin haber cagado en 4 días y habiendo comido auténtica mierda durante la semana previa a mi vuelo. Me senté en el asiento de mi avión y me entraron una ganas de cagar que alucinas. Por cierto, ¿Alguien puede hacer algo respecto al puto tamaño de los asientos de avión? ¡Por favor, que no me caben las rodillas ni las caderas!

Bueno, el caso, que fui un par de veces al baño del avión en pleno vuelo transatlántico, pero los baños del avión me dan mal rollo. Me da la sensación de que me van a aspirar el culo para abajo y voy a salir volando del avión por el conducto del váter. Ya sé que no, que eso no pasa, pero no estoy NADA cómoda en esos váteres y por lo tanto, mi culito no pudo aflojar.

¿Qué pasó? Aterrizamos en Amsterdam y según bajo del avión y toco suelo Europeo mi culo dice «Ahora si nena, ahora estamos en casa» y empiezo a correr con dirección al baño. Por que no sé vosotras, pero yo como en Europa, no cago en ningún sitio.

No me fijé ni en las características del baño ni en la cola ni en nada. Mi prioridad era clara y necesitaba entregar el paquete.

Estaba en pleno proceso cuando me doy cuenta de que el baño está completamente cerrado por arriba y por abajo, era como una caja hermética. No me pareció mal, pero me llamó la atención porque habitualmente suelen tener rendijas por arriba o abajo. Me giré para dar a la bomba, pero claro, era un vater automático, de estos que dan a la bomba ellos solos cuando abres la puerta.

Aquí ya tuve un problema, porque mi truco patentado para que mi mierda no huela tanto, es dar a la bomba según el tronquito caiga al agua.

Yo oigo «plof» y tiro de la cadena, así vas eliminando los tronquitos y no huele a nada. Pero claro ¿Alguien me explica como doy a la cadena si el váter es automático?

Como comprenderéis, lo que no podía hacer era abrir la puerta, asomar la cara cada vez que quería dar la bomba y volver a cerrar la puerta de nuevo. Había una cola como de 15 personas en el baño. Por un momento lo pensé, pero me imaginé a mi misma, desde fuera del baño, abriendo la puerta semi sentada, asomando la cara, escuchando la bomba y volviendo a cerrar la puerta y no pude.

La cagada era un poco atómica, no nos vamos a engañar. Llevaba días comiendo comida basura y tenía material acumulado desde hace por lo menos 4 noches. No puedo explicaros el tufamen que había. Normalmente a uno mismo no le da asco el olor de su pedo o su mierda, pero aquello era nivel Chernobil chicas, me daba asco hasta a mí.

Cuando terminé, me dio mucho palo porque sabía que había dejado aquel vater como zona restringida, pero ¿Qué opciones tenía? Pocas.

Salí del baño, fui a lavarme las manos y según yo salí se acercó una señora japonesa, con la intención de entrar al baño. Mientras sujetaba la puerta gritó a pleno pulmón «OH MY GOSH». Fue un «Oh Dios mío» a pleno pulmón que había nacido del más puro asco.

Automáticamente, todas las señoras del baño (unas 12 personas) se me quedaron mirando fijamente. Claro, imagínate, que puta vergüenza. No tuve al valor ni de secarme las manos después de lavarmelas. Me marché tan rápido de aquel baño como había llegado a él.

Me dirigí a mi terminal y al de una hora de estar esperando mi vuelo, me veo sentada en la zona de embarque de mi vuelo, cuando pasan dos chicas de habla inglesa y se dicen entre ellas «Esta es la señora de la caca». Primero: ¿Como que señora?, puedes llamarme «la cacas» o hablar de mi cagada radioactiva pero ¿Señora? ¿En serio es necesario?. Y segundo: madre mía que puta vergüenza chicas.

Después de oír aquello he asumido que en alguna cuadrilla de este amplio planeta seré conocida como «La cacas». Todo porque cagué en un aeropuerto, fijate tú.

 

Anónimo

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