Viajar en avión siendo gorda es una mierda y eso que me encanta volar. Entre trabajo y vida personal vuelo bastante. La sensación de despegar y aterrizar me aporta esa medida justa de adrenalina que le da sentido a mi vida. Por no hablar de los destinos claro, soy muy fan de perderme en un mundo que no sabe que existo, pero no quiero enrollarme. Yo he venido a hablar del drama que me supone viajar en avión siendo gorda.

ADORO llegar con 2 horas de antelación a los sitios, que medio aeropuerto me vea los tomates de los calcetines que pensaba que nadie me vería, esperar colas durante más de 30 minutos, que la gente me juzgue con la mirada por comprar toblerone en el dutty free o cargar con todos mis cachivaches durante horas. Pero ¿Sabes qué es lo mejor de todo? Pagar más de 1.000€ por un asiento XXL en el que no te cabe el puto culo.

Te lo estoy diciendo, viajar en avión siendo gorda es un drama del copón. Mira, yo entiendo mis características físicas y por eso mismo no intento comprarme ropa en Bershka. Tonta no soy. Pero el tema de los aviones me tiene un poco cabreada.

Vamos a ver, no tengo un físico normativo, mido 1.78 y tengo una talla 44. Sé que Shakira puede montarse una sala de estar en una fila de clase turista, pero ¿Qué pasa con la gente que tiene piernas largas? ¿Nos las amputamos? Me apuesto un pedo a que los señores que hacen los aviones no han pasado 12 horas de vuelo con el culo estrujado y embutido en un asiento.

Y es que no sólo es cuestión del asiento, viajar en avión siendo gorda tiene más de una problemática:

¡No me cabe la cadera en el pasillo del avión!

Si quisiera andar de frente como lo hago por la calle, mis muslos y caderas golpearían más de 30 veces con los asientos antes de que pudiera llegar el baño. Sencillamente tienes que andar de lado. Eso, o hacer unos giros de cadera de lado a lado que ni Beyoncé. Yo he descubierto que si rotas el culo de lado a lado encajando la cadera en los huecos correspondientes entre respaldo y respaldo, puedes evitar caminar de lado. No te garantizo que tu orgullo y dignidad permanezcan intactos, pero ¡eh! ¿Acaso caminar de lado es mejor opción?

Me doy de leches en el baño

Los baños de los aviones no son grandes para nadie, eso es así. Yo todavía alucino con que Hollywood nos haga creer que follar en un baño de un avión es súper chachi. Vamos a ver, ¿Cómo? ¿Por qué? O los aviones de las pelis son MUY distintos a los más de 100 aviones en los que yo he meado o algo no me cuadra.
Para empezar, yo tengo que entrar de perfil por la puerta. Una vez dentro tengo que seleccionar y planificar muy bien mis movimientos porque el espacio es limitado. Es muy habitual que me agache para bajarme los pantalones o atarme los cordones y me dé con la cabeza en algún lado. Tampoco nos vamos a engañar, que yo de gimnasta rusa tengo bien poco. Soy más torpe que una pelota que no bota.

No quepo en mi asiento

Siempre cojo un asiento XXL o en zona de salida de emergencia. Pero el espacio extra que este tipo de opciones aportan, es un espacio para las piernas no para el culamen.
Que no está mal, yo mido casi 1.80 y necesito imperiosamente más espacio para mis piernas porque además de tenerlas jamonas las tengo más largas que un día sin pan.
El tema es el siguiente: Cuando llego a mi asiento, normalmente la persona sentada al lado pone cara de “Joder, me ha tocado una gorda” y eso me toca mucho la moral.
Tengo que sacar el cinturón y dejarlo a los lados, porque como me siente encima ya no saca el cinturón ni el submarino que encontró el Titanic. Una vez encaje mi culo en el asiento nada entra ni sale y menos mal que están atornillados al suelo, porque si no lo estuvieran, me levantaría con el asiento encajado en el culo.

Una vez que meto el culo y me pongo el cinturón ya está ¡Pues no! Como me toque entre dos personas lo paso realmente mal, porque me paso el viaje con los hombros encajados entre dos desconocidos que no quieren que ocupe sus respectivos espacios. ¿Qué sucede? Que me paso todo el viaje encogida de hombros y eso, en un vuelo de más de 10 horas, es un maldito infierno.

Como cual T-rex

Cuando nos traen la comida, desayuno o lo que toque, yo me las veo y me las deseo para parecer una persona normal. Una persona que ocupa el espacio correspondiente a la anchura de su asiento, abre un poco los codos y come más o menos de una forma confortable.
Pero claro, no es mi caso. Yo ya ocupo más de lo que debería entonces ¿Cómo hago para comer y no invadir el espacio correspondiente a 2 asientos completos? Pues a lo T-rex.

Pego con fuerza los codos a mis costillas, mantengo mis hombros encogidos y rezo porque no se me caiga el vaso, la servilleta o el cubierto.
Solo utilizo la mitad de mis brazos para comer o beber mientras estoy hecha un rebujito sobre mi misma intentando no invadir espacios ajenos. Comer en un avión siendo gorda es más cansado que correr desde Bilbao a Madrid sin parar.

Una vez fuera del avión se me olvida el trauma, eso sí, como me cruce con mis compañeros de fila me muero de la vergüenza. Y estas cosas son las que hacen que no disfrute de un viaje como debería. Que espere en la fila de embargue apurada y nerviosa mientras rezo por qué me toque pasillo.

Sé que muchas personas me dirían “Pues coge un asiento business”. ¡Claro, qué fácil! ¿Somos conscientes de lo que cuestan los asientos business? ¿Esa es mi única opción? ¿Gastarme 8 veces más que resto de pasajeros para poder viajar? Yo ya me gasto más dinero que el resto de los pasajeros en reservar un asiento XXL, pero aún así, el espacio de asiento no es mayor que un asiento de clase turista normal.

Yo y mis dramitas con los espacios vitales

También te digo: yo ocupo lo que ocupo y punto. Soy una persona como el resto de pasajeros y tengo el mismo derecho que ellos a viajar. Hay mil tipos de personas en un avión: todos nos hemos comido ronquidos ajenos, cabezas que caen sobre nuestros hombros, pedos y hasta pasajeros nerviosos que se acaban pimplando 5 mini botellas de vodka.

Cada vuelo que cojo me repito esto último y creo que cada vez me preocupa menos lo que pueda o no ocupar en un asiento, aún así paso ansiedad porque no sé tú, pero o yo cada vez soy más grande o los asientos son cada vez más pequeños.
Si alguna vez has sufrido el drama de viajar en avión siendo gorda, te voy a decir lo siguiente: Yo pagaría por tener a mi lado a un pasajero que diera tanto calorcito como doy yo, porque chica, a veces, más que un medio de transporte parece un puto frigorífico con alas.

M.Arbinaga