Hola Welovers, ¿qué tal la primera semana de septiembre? A mí siempre me ha parecido un mes genial (otoño, frío tkm) pero entiendo que no tiene por qué ser así para todas; aunque, estoy segura, una de las cosas que más nos animan en el síndrome pos-vacacional es la música: llegar del curro, quitarte el sujetador, descalzarte y comerte una pizza mientras escuchas tu cantante predilecta, ohh la vida. Así que en este Herstory os quiero recomendar un estilo único y poco conocido a través de la mujer que lo creó: Cheikha Rimitti, la madre del Raï, una mujer con una vida cuanto menos interesante.

Cheikha Remitti  o Saadia El Ghizania, su nombre natal, nació en 1923 en una aldea de Sidi Bel Abbes en Argelia, que por aquel entonces era colonia francesa (una colonia según la ONU es «un territorio cuyo pueblo todavía no ha alcanzado un nivel pleno de autogobierno», pero contiene un sinfín de connotaciones políticas, sociales y económicas en las que el país o región ocupados está en plena desventaja respecto al país que lo coloniza)

Su infancia fue durísima: quedó huérfana muy pronto, hubo de trabajar en el campo, vivía en la calle y dormía a la intemperie. Jamás fue a la escuela ni supo leer ni escribir y a lo largo de esos años tuvo que prostituirse para tener algo que comer. Sin duda, una vida difícil y de mierda, así de claro (seamos conscientes de que hay niñas que siguen viviendo así)

A los 15 años le llega su primera oportunidad y se une a una compañía de canto y baile ambulante, llegando a la ciudad de Orán donde se hará famosa. Allí  llegaban marineros comerciales de todas partes del Mediterráneo: árabes, franceses, españoles, bereberes, turcos, judíos, etc. (era una ciudad cosmopolita, de verdad, no como Barcelona) Bailaba y cantaba en las tabernas, y de hecho así se crea su sobrenombre:  Rimitti. Os cuento: un día de lluvia se resguardó en una cantina, la gente la reconoció y ella invitó a una ronda al grito de «Remettez des panachés!», y así de fácil es ponerte un mote nenas.

Durante esos años Orán sufrió varias epidemias y con la llegada de la Segunda Guerra Mundial la cosa se tuerce todavía más. Nuestra Cheikha Se mudó a un pueblo llamado Relizane y ahí compuso sus más hondas canciones: Rimitti cantaba con el corazón de aquellos que la vida trata más mal que bien y que viven en la tierra, en lo forzoso: canta sobre la pobreza, sobre sus paisanos, sobre la guerra (además conoce a muchos republicanos españoles exiliados), sobre el alcohol, el amor y el sexo.

Este tipo de temas se mezcla con instrumentos tradicionales y modernos como la batería, el bajo o los sintetizadores, creando el estilo musical Raï, del cual Rimitti es precursora. Y como no, este tipo de música se considera inadecuada, así que sólo puede cantarse en privado, pero nuestra protago fue la primera que lo canto en público.

Y van pasando los años y cada vez Cheikha es más y más conocida. Consigue que un prestigioso músico Cheikh Mohammed Ould Ennems (de ahí coge su nombre) la apadrine y la lleve a Argel, donde podrá cantar por primera vez en radio. En 1952 saca su primera grabación con 3 canciones para la compañía Pathé-Marconi, pero su salto a la fama llega 2 años más tarde con la canción Chraga Gatâa, en la que se burlaba del mito de la virginidad. Contiene frases como «rómpelo, rásgalo, que Rimitti lo volverá a coser…», ósea imaginaos esto en los años 50, toda una revolucionaria y de hecho, su música es prohibida en Argelia cuando el país conquista su independencia (la consideraban música occidental, colonial francesa y libertina) También canta al deseo sexual, la pasión y la libertad, canta a lo cotidiano y a lo carnal, sigue siendo muy popular entre la población, sobre todo entre los pobres y los jóvenes, ansiosos de vida.

No queda muy claro cuando se muda a Francia pero sabemos que allí canta para sus paisanos migrantes. En 1971 vuelve a Argelia de forma breve y desgraciadamente tiene un accidente con sus músicos: tres de ellos mueren y ella está en coma durante tres semanas.

Debe ser que la experiencia le marcó (y a quién no) porque 4 años después peregrina a La Meca y cambia su estilo de vida: deja de fumar y beber, lo que no le impide continuar y desarrollar su música y estilo; además, 5 años más tarde, en los 80, el Raï llega al estrellato de la música, conllevando fama, prestigio y problemas para nuestra cantante.

Rimitti se muda a los suburbios de París, al hotel de Barbés (un barrio de inmigrantes pobres, vamos un gueto) y vive en condiciones cuanto menos modestas: dicen que el cuarto donde vivía tenía el baño en el propio pasillo. Y a pesar de sus logros musicales, se vio inmiscuida en problemas de plagio por parte de autores raï más jóvenes.

En esa década y durante los 90 se hizo famosa internacionalmente: dio varios conciertos y creó el LP Sidi Mansour con Robert Fripp (King Crimson), Flea (Red Hot Chili Peppers) y East Bay Ray (Dead Kennedys). En el año 2000 recibió el premio Charles Cros por su disco Nouar, una mezcla de flautas de caña y tambores argelinos.

Sin embargo, sus entrevistas y mundo social fue muy limitado, puesto que rechazaba ofertas de televisiones, radios y medios occidentales, por ejemplo: la oferta de la BBC o del programa de Miguel Bosé. Dicen que su negativa se debía a que no quería ser vista en su país, como si sobre ella, todavía cayera el peso de la vergüenza y la culpa por cantar esas letras (su música seguía prohibida allí) Sin embargo, se sentía bien entre los jóvenes y desesperados, de hecho, una de sus frases más bonitas y famosas, orada después de las revueltas de jóvenes de los guetos franceses, fue: «Considero a los jóvenes de los suburbios hijos míos». Nunca olvido de dónde venía.

Su último trabajo fue N´ta Goudami , publicado en 2006 y grabado en su querida Orán, puesto que aunque vivía en Francia siempre tuvo en el corazón a Argelia.

Nos dejó ese mismo año, el 15 de mayo, dos días después de subirse al escenario para la conmemoración de los 20 años del primer Festival de Raï. La madre de las pasiones y las penas, de los cantes desde el corazón, aquella que sufrió desgracias, pobreza, miseria y fama. Cheikha Rimitti, nos dejaste lo más bonito que se puede dejar a las hijas de lo injusto: tu música y tu enseñanza.