Cada pareja es un mundo. Partiendo de esa base, nuestra mente también es un mundo y, normalmente, un mundo completamente diferente al que nos encontramos en realidad. La cuestión es decidir con cuál nos quedamos.

Algo parecido sucede con el hecho de estar en pareja. Solemos aproximarnos a las relaciones de pareja con una idea predeterminada de cómo va a ser o cómo debería ser y sobre todo de lo que creemos que queremos. Para mi sorpresa, todo este esquema cae en picado cuando pasa a la vida real. Y, también para mi sorpresa, no es nada malo.

Lo primero que pensamos cuando hablamos de pareja es en el sexo.

Tenemos la preconcepción de que en el momento en el que tengamos una pareja estable con la que compartimos el día a día todo va a ser follar. En todas las habitaciones, a todas horas y de todas las formas… al principio sí. Pero el principio no dura para siempre. Llega un momento en el que la actividad sexual se reduce o no es tan fogosa ni tan frecuente como al principio. Esto no quiere decir que la calidad de las relaciones baje, simplemente no es el foco de la relación.

Cuando somos jóvenes, parece que lo que más nos une, aquello que hace que seamos una pareja, son las relaciones sexuales. Es una concepción bastante común, sobre todo en la juventud, porque realmente este es el único elemento que diferencia a nuestra pareja de los demás. En cuanto comenzamos a pasar tiempo real con esa persona a compartir algo más que los encuentros románticos, vemos que hay un mundo entero por descubrir. Entonces el sexo pierde importancia. Claro que siempre va a ser un pilar de la relación, pero el abanico se abre. Y eso, amigas mías, es un gran alivio. Porque una relación entre dos personas es compleja, no puede depender únicamente de las relaciones sexuales, porque estas no son perfectas.

El segundo mito que desmonté: las rachas.

Siempre que escuchaba a la gente decir que estaba pasando por una mala racha, me olía a disculpa barata. Estaba convencida de que era lo que la gente decía para no dejarlo o para no admitir que la cosa estaba muy mal. Resulta que estaba equivocada. Las rachas SÍ existen. Y lo más importante: no tienen que ver con tu pareja ni con tu relación. A veces sí, claro, pero no siempre. La mayoría de las malas rachas que yo he pasado con mi pareja no tenían nada que ver con ella ni con nuestra relación. Venía por problemas externos que nos afectaban, pero no creados por nosotros. Cualquier problema que te afecte en tu vida, te va a afectar también a tu vida en pareja. Es lo más normal, porque tu pareja forma parte de tu vida. Algunas veces es incluso beneficioso tener malas rachas. Al poner tu relación en escena, te das cuenta del importante papel que juega en tu vida y que, si algo pasa, os afecta a los dos. Las crisis están para salir reforzados de ellas.

 

El tercer gran descubrimiento que hice es la atracción sexual.

Ingenua de mí, también pensaba que eso se acabaría en cuanto me centrara en una única persona. Pues resulta que no. El hecho de tener pareja y quereros muchísimo, no implica que no puedas sentir atracción o curiosidad por otras personas. Es algo inevitable contra lo que no puedes luchar. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con la infidelidad, los celos ni los cuernos. Nada de eso. Si realmente estás bien con tu pareja y te sientes seguro de que es la persona con la que quieres estar, no podrás evitar sentirte atraído por otras personas, pero no sentirás la necesidad de hacer nada más. Una cosa es no poder evitarlo y otra cosa es no querer evitarlo. Debemos hablar de esto con naturalidad: la monogamia es una invención. Algunas personas, entre las que me incluyo hasta ahora, estamos dispuestas a aceptarla, pero eso no significa que sea algo natural. No lo es. Lo natural es sentirse atraído por las personas que nos resultan atractivas o que nos llaman la atención. Ahora bien, no hay que hacer un drama de ello. Ni siquiera debería ser algo digno de mención. LE PASA A TODO EL MUNDO. Sí, a tu novio también. Y a ti también. Y no pasa absolutamente nada. Para mí, el hecho de escoger estar con cualquier persona, sabiendo que hay personas que me podrían atraer y elegir no hacerlo porque estoy convencida de que estoy con la persona que me hace feliz, es mucho más importante que no fijarme en nadie nunca. Eso no es real.

“Nunca me voy a cansar de estar con él/ella”.

Otra cosa que yo veía como una verdad absoluta y que debe matizarse. Es verdad que, si te cansas de que sea tu pareja, deberías plantearte el dejarlo o daros un tiempo. Pero no me refiero a eso. Me refiero a los días en los que llegas a casa después de un día largo y duro y lo que te apetece es hacerte bola y desaparecer. Yo soy una persona muy independiente y me gusta tener mi tiempo y mi espacio. No soy difícil para convivir ni mucho menos, pero sí es cierto que a veces agradezco tener momentos sólo para mí y he tenido que aprender a no sentirme mal por ello. Al principio me sentía muy culpable por querer pasar tiempo a solas en casa o en cualquier otro lugar o por necesitar ‘alejarme’ cuando me sentía abrumada con otras cosas. No pasa nada. Todos necesitamos estar solos, estar con otras personas constantemente es agotador. Vivir con alguien no significa tener que darle conversación 24/7, sino que este ahí cuando lo necesitas.

El conocido “las personas no cambian” también me acompañó durante los primeros pasos de mi relación. No sé porqué lo pensaba, pero era como una verdad inamovible. Pero sucede. Si nos paramos a pensar en las personas que éramos cuando empezamos nuestra primera relación, nos damos cuenta en seguida de que ya no somos la misma persona. Llamémosle madurar, crecer, llevarnos chascos… lo que sea, pero cambiamos. Lo bueno de hacerlo en pareja es que creces y aprendes de otra persona y, sin darte, influyes en la manera de ser de otro. Así que intenta que sea una manera positiva.

“Nada es más importante que el sexo”.

Otro tópico que nos persigue desde siempre, pero en el que no hay tanto de verdad. El sexo es importante y es una de esas cosas que si falla… es difícil. Pero incluso cuando el sexo va bien, no es lo más importante. Hay algo todavía más importante: la complicidad. La confianza. Llega un momento en una pareja en que te das cuenta de que estás con esa persona porque le confiarías lo más preciado o porque le confesarías lo más íntimo. Y eso, es mucho más valioso que el sexo.

Alba Nonstop