Mis piernas son una de las partes de mi cuerpo con las que más he luchado.

Las rechazaba, las ignoraba, no me gustaban, quería cambiarlas, como tantas otras partes…


Me he hecho sufrir mucho a mí misma por esto. Porque no eran perfectas. Porque no eran lo que yo consideraba perfecto. Porque no eran lo que me habían hecho creer que es la perfección.

piernas gordas


¿Y cuáles son las piernas perfectas? ¿No son las que te permiten bailar hasta no poder más? ¿Las que te permiten pasear a tu perro? ¿Las que nadan tan fuerte como puedan para mantenerte a flote? ¿Las que patean lugares nuevos para permitirte descubrir la magia de sitios desconocidos? ¿Las que corren para que no llegues tarde al trabajo cuando te duermes? ¿Cuáles son entonces?


No pienso seguir aceptando que las piernas perfectas son unas que solo pueden ser creadas con Photoshop Pro. Me niego. Se acabó.


Todavía no me he reconciliado por completo con ellas, pero al menos ya no las castigo. Ya empiezo a trabajar en aceptarlas. Ya empiezo a mostrarlas.


Porque son parte de mí. Y eso significa que nunca serán perfectas, porque yo no lo soy. Pero también significa que son increíbles, que no han sido creadas para la opinión y juicio de los demás, sino para que las luzca cuando quiera, para hacer todo lo que me proponga y me apetezca.

 

El camino es largo y no es fácil, pero vale tanto la pena… Que es imposible el pensar en abandonarlo.


¡Os reto a que vosotras también os améis! A que saquéis a pasear esas partes que os crean inseguridad, con las que vivís en guerra… Y empecéis el proceso de tregua, porque lo merecéis. Vosotras y cada parte de vuestro ser.


Cuidaos, mimaos, apreciaos, decíos cosas bonitas… Que ya es hora.

@beleninprogress