Todos los días, todos, toditos, escucho alguna historia de una amiga o conocida en la que cuenta los piropos incómodos de un desconocido por la calle, la gracieta que le ha hecho un compañero de trabajo o la mirada asquerosa que ha tenido que aguantar de algún tipejo en el transporte público. Y casi siempre la historia acaba con un «ojalá le hubiese dicho algo, pero me he quedado tan bloqueada» .
Bueno, pues en un intento de servicio público loversizer os dejamos con una serie de respuestas ante estos acosos, llamados de baja intensidad pero que son molestos, incómodos y nos hacen sentir inseguras y que, por tanto, hay que luchar por hacerlos desaparecer y dejar bien clarito que nuestro cuerpo es nuestro y nadie tiene derecho a opinar, relamerse y mucho menos tocar, sin nuestro consentimiento.

Vamos a intentar darle un toque de humor porque nadie, nunca, va a quitarnos nuestras ganas de divertirnos, -evidentemente estamos hablando de siempre y cuando te encuentres en entornos seguros y te sientas con fuerzas-:

1. Pídele que te lo repita, que no has oído bien

Y ya de paso que te lo explique, qué quiere decir con eso de «¡Estás tan buena que te comía incluso con la ropa puesta, aunque luego me pasara un mes cagando trapos!». Si alguna vez ha comido trapos y cómo es la digestión. Pregúntale, insiste.  No entenderá nada.

2. Mírale, muy seria, muy muy seria. 

Especialmente cuando es alguien conocido. Cuando él espere una sonrisita tímida o que te ruborices, saca tu cara asesina más asesinesca. Él empezará a intentar justificarse con que era una broma, que si eres una vinagres, etc y tú ya has tenido tiempo suficiente de pensar una respuesta apropiada: «tus bromas no tienen ni puta gracia, asúmelo y cállate». Por ejemplo, por ser un poco educada.

3. No menosprecies el poder de la peineta

No siempre vas a tener una respuesta rápida, pero tu middle finger siempre tiene el resorte listo para saltar. Desde pequeña vivo fascinada con la escena de Dominique Dunne en Poltergeist cuando unos obreros le sueltan alguna cochinada, no recuerdo exactamente qué le dicen, pero tiene un arte peinetil estupendo.

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4. Vuélvete loca.

Sí, loca del coño, monta un espectáculo, grita, insulta, llora, monta tal drama que se quiera meter bajo tierra. Que quede bien claro que te ha hecho MUCHO DAÑO. No hace falta hacer daño físico para que duela.

5. Eructa

O tírate un pedo. Y cuánto peor huela, mejor. Haz esas cosas que no se esperan de una señorita, si te dicen algo, diles que simplemente te has puesto a su nivel.

6. Saca el móvil y grábale.

Cuidado, que se pueden poner más agresivos, pero es probable que se bajen cuatro escalones del gallinero y se acojonen.

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7. Pídele, educadamente, que deje de mirarte.

En alto, hazlo en alto. Sé muy educada, muy neutral, demuéstrale que vivís en un mundo civilizado en el que no se tolera su actitud.

8. Pasa

Porque oye, también puedes pasar, que no siempre tenemos el chichi para historias de esas y solo queremos seguir nuestro camino. Además, a veces ignorarles también les fastidia mucho, mucho.

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9. Párate a su lado y llama a la policía.

Muy tranquila y pausadamente, «Policía, sí, hola, tengo aquí al lado a un señor que quiere explicarles lo que me estaba diciendo en este bonito día».

10. Haz un poco de pedagogía

Acércate y explícales que te han hecho sentir incómoda. Que aunque ellos no lo sepan, se están comportando de un modo sexista y retrogrado. Que, oh! sorpresa, a las chicas no nos gustan esas cosas, que lejos de sentirnos halagadas, nos sentimos inseguras y atacadas. Igual te escuchan, seguramente te insulten. O por supuesto, te llamarán feminazi/fea/amargada.