No voy a meterme en porque pasó ni los motivos por los cuales no aborté, pero me quedé embarazada de un niño que no busqué y que nunca había idealizado en mi cabeza y os quiero comentar como lo gestioné.

Quizá ahora mismo estaréis pensando que se adelantó, que quería ser madre más adelante y que simplemente vino cuando no era el momento, pero no. Simplemente no quería ser madre, o nunca me había visto realmente deseando un bebé. Pero hubo un día que, de golpe, aquel retraso con un sangrado en medio se convirtió en un positivo. Y todos mis planes se fueron por ese retrete en el que hice pis para hacerme el test.

Un: ¿y ahora qué?

Fue difícil, no os voy a engañar. Mi embarazo estuvo lleno de días de dudas e incluso de dolor, de arrepentimiento por la decisión que había tomado. Me quemaba dentro el no poder hacer algunos planes, me ardía pensar en el futuro cuando mi hijo estuviera conmigo y lo que iba a cambiar mi vida. Necesitaba vivir otras cosas, otras experiencias, y de repente me sentía atada, en una cárcel. Y si sentí eso en el embarazo cuando nació fue aún peor.

Pasé un posparto horrible, con vaivenes anímicos muy fuertes y con una pérdida de identidad que aún a día de hoy sufro. Me convertí en madre mientras estaba de luto por la persona que era antes y no volvería a ser. Quería a mi hijo, pero a la vez me fundí en una profunda tristeza pensando en lo que podía ser de mi vida sin él. Y a veces envidiaba a cualquier persona que viese por la calle que no tuviese niños.

A todo esto, me estrene en la maternidad con problemas de reflujo graves, problemas de peso y lactancia y un búho al que no le gusta mucho dormir.

Tuve mucho apoyo de mi familia cercana, perdí amigos, pero me di mucho tiempo para gestionar. Me permití sentirme mal, permití que el dolor saliese y con el tiempo, aprendí a dejarme cuidar a la vez que cuidaba.

Sin embargo, un día todo hizo clic. Entendí de golpe el regalo que ha sido la maternidad, entendí que a veces los esquemas cambian y se convierten en puzzles de colores. Que soy más feliz viendo la sonrisa de mi bebé que con cualquier otro plan en el mundo y entendí que al final, el tiempo lo pone todo en su sitio.

Amé a mi hijo y lo amaré siempre, y tengo claro que él no tiene la culpa de lo difícil que ha sido todo. Cuando sea mayor, si me pregunta, le diré la verdad. Que no lo buscamos, pero vino para darme la vida, vino a completarla cuando pensaba que no lo necesitaba. Y le diré que peleamos, que lo hicimos lo mejor que pudimos. Y que el destino me tenía preparada una sorpresa que no sabía cuanta falta me hacía, hasta que la tuve en mis manos.

Whirlwind