El tema de la conciliación laboral no es de hoy. Ni de ayer. Probablemente ni siquiera de hace una semana o veinte años. Pero, ahora se habla de él. Es objetivo de empresas, empresarios, partidos políticos y particulares.

Y la pregunta es, ¿qué es la conciliación?

Si tengo que definirlo con mis palabras, diría que se trata de la posibilidad de tener vida fuera de tu lugar de trabajo. Sin más.

Los que tenemos hijos, suplicamos por ella, y en el mejor de los casos, las empresas más avanzadas nos dan medidas de libertad condicional hasta que el menor de nuestros retoños cumple los cuatro años. Puedes tener un hijo cada vez que el anterior tenga tres años, así puedes disfrutar de una vida medio normal durante mucho tiempo. Y que no me miren mal los empresarios. ¡Piénsenlo! Más hijos, más trabajadores en potencia. Y para los padres hay dos buenas noticias: ser familia numerosa DESGRAVA y tus hijos contribuirán a pagar vuestras pensiones. Eso sí, si encuentran un trabajo.

Pero, como he dicho antes, este chollo se termina cuando los niños entran en la educación primaria. Entonces toca correr. Y ¡ojo! hay obstáculos. Muchos.

Si has tenido la suerte de haber caído en una empresa con un buen horario, estás de enhorabuena. Nada de dos horas para comer. nada de jornadas maratonianas fingiendo que no hay vida después del trabajo.

Y si, además, tardas menos de 20 minutos en llegar aunque vivas en una gran ciudad, besa todas las mañanas el felpudo de entrada. Perteneces a la élite.

No te frotes las manos. Todavía no hemos terminado.

De acuerdo, tu niño está escolarizado y tú vuelves a la carga laboral. hay un pequeño inconveniente: él sale a las 14:30 y tú a las 18h. ¿Qué haces con él? A los cuatro años no creo que haya muchas actividades extraescolares para tenerlo entretenido hasta tan tarde sin que corra el riesgo de morir de agotamiento. Y alguien tiene que atenderlo hasta que tú o tu pareja pueda hacerse cargo de él. Puedes tirar de ayuda, claro que sí. ¿Cuáles son tus opciones?

1: ABUELOS. Si tus padres o suegros viven cerca y tienen salud para tener a tus hijos, estás salvado por la campana.

2. CUIDADORAS. Si tus hermanos mayores gastaron todas las partidas con los abuelos o viven en otra ciudad, te toca apoquinar. Ráscate el bolsillo. Y reza para que sea buena de verdad y los atienda bien, sin que te haga falta poner un oso de peluche con cámara espía en cada estancia de tu casa.

Hemos superado esta etapa. Nuestros retoños entran en la adolescencia. Y te crees que ya son mayores para tener a nadie vigilándolos. Ya pueden moverse más o menos con soltura del instituto a casa y viceversa. Así que no tienes excusa cuando tu jefe te pide que te quedes un rato más, que hay una reunión a la que le gustaría que asistieras. Y que empieza a la hora en la que deberías estar saliendo rumbo a casa.

Pues es en este punto de inflexión donde pueden empezar los problemas. Son adolescentes y están solos. No hay guía. Solo una llave, una televisión y acceso a internet desde el móvil. A todas horas.

Es ahora cuando los padres deberían estar al 100% con los niños. Mientras son pequeños, sus necesidades son más básicas. Tienen que estar limpios, calientes y bien alimentados. En la adolescencia, tienen más que ver con la guía que marcará su edad adulta. Qué consumen en internet o el móvil. Quiénes son sus amigos o si los tienen…

¿Y qué pasa si has decidido no ser madre o padre? ¿Y si tu felicidad se basa en ti o en tu gato? Pues que mejor que no te decantes por un perro que requiere de un par de paseos al día. Tú sí que lo tienes jodido para tener vida más allá del trabajo…

Pero no te preocupes, en cuanto cumplas los 50 empiezas a estorbar y es posible que sea tu empresa la que te diga que te vayas a tu casa.

 

Mar del Olmo