Ahora que somos viejóvenes, ¿recordáis cómo era ser sólo joven? Pues un horror. Pobres inexpertas… nadie tenía la buena fe de avisarnos de todo el ridículo que íbamos haciendo por ahí. Pues aquí estoy yo para recordaros algunas de esas cosas que, en aquel momento, nos situaban en la cresta de la ola (o eso creíamos) y ahora nos damos cuenta de que lo único que hacíamos era dar mucha, mucha vergüenza.
- Poner estados intensos y mega dramáticos en Tuenti para que toooodo el mundo te preguntase «tiiiaaa, estás bn? q t psa?»
- Decorar tus fotos del perfil nivel EXTREMO: pegatinas, frases profundas, marcos… el art-attack hecho foto de perfil, vamos.
- Llevar pulseras/collares a juego con mejor amiga. Si tú no tenías la parte ‘Best’ y tu mejor amiga ‘Friend’ eso no era amistad. Ahí se demostraba realmente quién era tu amiga de verdad. Y anda que no había líos por las pulseras esas…
- EesKribiiiR meNnsSaJiiToS* de TexTo0 aSii CoMo Sii Te huBiieRa DaDoO 1 KoLapSo0~
- Creerte lo MÁS por tener una BlackBerry. En serio, no había nada más guay que pertenecer al «Team BB». Con deciros que antes se ligaba con «me das tu pin de BlackBerry?» os lo digo todo.
- La típica foto espejo en el baño de algún garito con tu CÁMARA DIGITAL. Sí, señoras y señores, ahí presumiendo de tus escasos megapíxeles.
- Utilizar el Fotolog para subir tus fotos MEGA EDITADAS. Cuanto más blanco y negro y más difuminación, mejor. Vamos, que podía ser tu fotolog pero entre que te llamabas guapitaah_95 y que en las fotos parecías de todo menos tú, era como si fueras de incógnito por internet.
- Dejar que tus converse pareciesen las de un vagabundo. Ser perroflauta estaba in y tener unas zapatillas viejas, roñosas y rotas era un requisito. Hasta que llegaba tu madre, te las tiraba y aquello era una traición total.
- Darse toques en facebook, y no solo en Facebook… con el móvil también. Incluso había una especie de código morse amoroso con los toques del móvil: un toque ‘recibido’, dos toques ‘estoy pendiente de ti’, tres toques ‘estoy interesado en ti’, si pasaba de cuatro… ya era un brasas.
- Tener una obsesión con la saga Crepúsculo. Obsesión nivel: tener todos los libros, comentarlos con tus amigas, estar en foros, leer las revistas sobre Crepúsculo y por supuesto, ir en plan ritual cada vez que se estrenaba una de las películas.Y hasta aquí nuestro remember de la adolescencia. Sabemos que os habéis sentido identificadas… ¡aunque nunca lo vayáis a admitir!