Estoy a punto de cumplir 35 años y estoy segura de que he visto Grease más de 100 veces. Soy una exagerada en la vida en general pero puedo prometer y prometo, que en esto no.

Grease es genial. Tan genial,  que es una  de esas películas y series a las que terminas jugando en la calle con tus amigas porque, quién diga lo contrario miente. Todas (y todos) hemos querido ser algún día uno de los protagonista de Grease.

Yo siempre quería ser Sandy, cómo no. Todas queríamos ser Sandy. Sandy, la niña buena, la estudiosa, la formal, la rubia y la que, al final de la película, se llevaba al guaperas de Zuko. Todo en Sandy era bueno. O al menos, eso me parecía de aquella.

Cuando alguna de mis amigas decía que no quería ser Sandy yo no lo podía entender.

¿Quién no querría ser Sandy?

Con el paso del tiempo, comprendí que Sandy era todo aquello que siempre pensaba pero también varias cosas más que no me terminaban de gustar. Sandy era formal y buena sí, pero admitamos que también era aburrida para dar y tomar, y en esta vida no hay cosa peor que el aburrimiento. Era la chica de faldas vaporosas, camisas no muy ajustadas y esa rebequita que me recordaba a aquella de angora que me hicieron para la primera comunión porque ya se sabe que en el norte siempre refresca. Se llevaba al guaperas sí, pero a base de cambiar, de adaptarse a lo que Danny quería, se dejaba llevar para gustarle al hombre del tupé más perfecto que han visto mis ojos.

Sandy abandonaba su falda vaporosa por unos pantalones de cuero tan ceñidos que tuvo que sufrir para ponérselos, os lo digo yo. Cambia su maquillaje sutil por uno mucho más agresivo y deja sus zapatos planos por unos taconazos de infarto.

Yo quería ser Sandy pero no me imaginaba, por más que lo intentaba, abandonando mis viejas converse por unos tacones….

Y entonces supe que en realidad yo quería ser Rizzo…

Rizzo, la chica a la que le daba igual el que dirán, la que se vestía como le apetecía a pesar de que alguna vez la miraran en el pasillo del instituto. ella la que cometía errores, se enamoraba del que no debía y jugaba con los hombres tanto como ellos jugaban con ellas en el Rydell High School.

Sí, yo siempre quise ser Rizzo aunque nunca me atreviera a decirlo porque Rizzo era la amiga fresca, la fulana de tal, la gamberra, la guarra del grupo. O eso creíamos. En realidad, Rizzo era una chica empoderada que se comía el mundo entre cigarrillo y cigarrillo y a la que le importaba poco o nada que la juzgarán por los polvos que echaba.  Aquella que sin renunciar a ser ella, terminó en aquella noria con Kenickie, la que no tuvo un amor de verano pero nadie que los amores estivales sean los mejores.

Y eso, que yo de mayor, quiero ser Rizzo.