Sí, amiga, como lo lees.

Verano de 2020, el mundo se ha vuelto loco. Me quedé en paro por la pandemia y el trabajo en mi ciudad escasea. Me pongo a buscar trabajo de lo que sea. Ya os aviso de que no voy a dar detalles porque podría verme muy afectada, pero os voy a contar lo que pasó.

Me apunto a una oferta para un puesto en un pueblito cerca del mío. La oferta tiene pintón. Me llaman en domingo para citarme para la semana siguiente. Me pareció muy raro, además me llamaba el gerente. Pero bueno, estábamos viviendo una pandemia histórica y todo ya era raro de por sí. Antes de colgar, me repite su nombre y me anima a que lo busque en Wikipedia.

Lo hice, claro. El tío era un alto cargo de cosas y tenía mucha experiencia en otras cosas. Era una persona poderosa y quería que yo lo supiera.

Llega el día de la entrevista en un hotel de la ciudad más cercana. Allí que me planto, bastante nerviosa, pero con muchas ganas. Cuando llegué, en recepción me guiaron a la sala donde se estaban haciendo las entrevistas y me quedé fuera esperando. Había en el pasillo una pequeña mesita y una silla. Pasó como una media hora hasta que salió una chica de la sala. No me dijo nada y se fue medio corriendo, mirando al suelo. “Joe, los nervios”, recuerdo que pensé yo.

Salió un hombre y me dio un cuestionario de varias páginas y un boli. Me pidió que lo rellenara y que llamara a la puerta cuando lo tuviera listo. No era simplemente un cuestionario sobre aspectos profesionales y algunos personales, preguntaba hasta si tenía piercings y tatuajes, con quién vivía, cuánto ganaba mi marido (si tenía marido). Me pareció súper raro, pero estaba desesperada. Lo rellené y llamé a la puerta.

Volvió a salir ese hombre y ya se presentó y me dijo que era el gerente. Me invitó a pasar a la sala. Mientras se sentaba en su silla, me pidió que me quitara la mascarilla, solo era julio de 2020 y aún había que llevarla a todas partes, pero me la quité por lo mismo, estaba desesperada, necesitaba el trabajo. Cuando pienso en la sonrisa que me echó me recorre un escalofrío. Bajé la mirada y en la mesa había un taco de currículums, en uno de ellos ponía en boli rojo “Capricornio” y lo había subrayado tres veces, al lado, en otro distinto “Escorpio”, dentro de un rectángulo.

Era un hombre mayor, más cerca de los 70 que de los 60 pero tenía un aire joven. Empezó a leer el formulario y lo primero que dijo fue “ah, eres leo, impulsiva, ¿verdad?”. Yo no sabía qué contestar, sí, me gusta todo ese rollo y soy bastante bruja pero no veo que sea algo para tratar en una entrevista. Le dije que sí y esperé la siguiente pregunta.

No me preguntó nada sobre mi experiencia profesional. Solo se centró en lo personal:

¿Estás casada? Ah, ¿te estás separando? Te ha puesto los cuernos, es eso, ¿verdad? Siempre es eso y si no te lo ha dicho da igual, que sepas que ha sido eso. ¿Te puedo preguntar una cosa, qué tal las relaciones? A veces cuando al hombre no se le satisface busca lo que le falta en casa fuera, ¿podría ser este el caso? Ya te digo yo que sí. Aunque siendo tú Leo… que seguro que a ti no te importaría tirarme ahí al suelo y cabalgarme. Porque tú tienes que ser de las que le va la marcha, ¿a que sí? Yo nunca me equivoco.

Mira, yo busco a alguien con quién pasarlo bien mientras me ayuda a llevar mi negocio. Vas a viajar por todo el mundo y a cobrar una pasta, ¿qué te parecen 3000€ netos al mes? Negociables, ¿eh? Más todos los caprichos que quieras. Pero yo busco buen rollo, ¿sabes? Yo estoy casado, llevo casado toda la vida y con la misma mujer, pero tenemos nuestras vidas, yo no le pregunto y ella a mí tampoco. Y así todos somos felices.

A mis hijos los he criado para que sean así. ¿Sabes lo que es un perrito faldero? ¿Esos pequeños y ridículos? ¿Sabes lo que hacen las señoras bien con ellos? Los adiestran para que les chupen ahí abajo. Claro que sí, ¿no lo sabías? ¿Por qué te crees que son tan pequeños y que todas las señoras los tienen? Cuando el marido no se quiere ya ni asomar pues allí tienen el perrillo. La verdad es que a mí el sexo me encanta, me gustan mucho las felaciones, ¿tú qué tal las llevas? Para mí es una cosa muy importante.

Creo que lo más importante en esta vida es pasarlo bien, esa es la única manera de vivir, ¿no crees? ¿Para qué nos vamos a amargar? ¿Para qué darle vueltas a nada? Yo llego, me bajo los pantalones y tú te pones al tema y aquí no ha pasado nada, somos adultos y podemos hacer lo que queramos. Ya nos han metido suficiente miedo con esto, ¿vamos a vivir así toda la vida? Hay que vivir la vida, coño.

Mira, yo he sido propietario de TAL COSA y socio de TAL COSA y presidente de TAL COSA, y así vivo yo y mira lo bien qué me va. ¿Tú tienes problemas de dinero? Seguro que sí, divorciándote y con una cría no tendrás ni un duro. ¿Cuándo fue la última vez que te diste un capricho? Seguro que no has podido comprarte un coche o una casa porque eres pobre. Eso se puede cambiar, imagina todo lo que harías con 3000€ al mes. Mira, me ha gustado mucho tu perfil, joder, ¡Leo encima! Es que te miro y creo que haríamos un muy buen equipo. Nos lo pasaríamos muy bien.

La siguiente parte del proceso es hacer un plan de marketing para TAL COSA y me la tienes que enviar a esta dirección de correo. Yo la evalúo y en un par de días te llamo, quedamos a comer y pasamos el día juntos en algún sitio chulo y ya vemos en qué quedamos. ¿Qué te parece? Venga, espero tu email. 

Todo esto y otras burradas que no recuerdo, fueron parte de la peor hora y pico de mi vida. Sé que lo primero que pensarás es “¿por qué no te levantaste y saliste de allí?”, no podía, estaba totalmente congelada y bloqueada. No me podía mover, no sé si en esa hora y pico estaba respirando siquiera. Cuando terminó su monólogo al que yo solo podía contestar con ligeros movimientos de la cabeza o con una sonrisa (estaba paralizada por el pánico, os lo juro), se levantó, me levanté y me acompañó a la puerta mientras ponía su mano en la parte baja de mi espalda. Cuando salí, me cogió el brazo durante un par de segundos y yo me quería morir, pensaba que me pasaría de nuevo y me violaría allí mismo.

Ni qué decir tiene que no le envié ningún plan de marketing (encima quería que le hiciera el trabajo gratis). Salí de allí corriendo literalmente. Me encerré en el coche y llamé a mi marido, del que me estaba separando, para contarle lo que había pasado, él quería venir a tomarse la justicia por su mano. 

Cuando recuperé un poco la calma, me puse en marcha hacia la comisaría de la Policía Nacional. Me encantaría deciros que entré y le denuncié. Pero no lo hice, porque estaba acojonada. Él se había preocupado de dejarme bien claro quién era y todo el poder que tenía (poder de todo tipo). No quería volver a verlo en mi vida. Me fui a mi casa y aún me arrepiento de no haber hecho nada más. La peor entrevista de toda mi vida.

La de siempre