Llevo dos años sin un trabajo remunerado. Antes de quedarme en paro tenía dos hijos pero, aprovechando que podría “conciliar” esta vez,  mi marido y yo decidimos  ir a por el tercer embarazo. Era algo que teníamos claro hacía tiempo, habíamos calculado el tiempo que se llevarían entre los tres, cómo nos organizaríamos al principio y cuánto podríamos aguantar estando yo en casa para poder atender ahora a toda la prole. Solamente nos faltaba dar el pistoletazo de salida y… Que la bala diera en la diana. 

El positivo tardó bastante en llegar, aunque teniendo en cuenta mi SOP y el estrés de que fuera una carrera a contrarreloj, tampoco fue tanto. Desde el primer momento en que decidimos anunciar la feliz noticia empezaron los comentarios. Parece que tres son multitud, que las familias numerosas sólo están bien vistas si van en Mercedes a sus colegios privados y van a la nieve vestidos de Gucci. Pues no, señores, las familias obreras también tenemos derecho a decidir cómo queremos formar nuestra familia.

Siempre hemos sido responsables, nos hemos gestionado económicamente como hemos podido y sabemos que nuestros hijos no podrán tener grandes lujos (al menos por ahora), pero también sabemos que han sido deseados, son queridos y que tanto mi marido como yo somos 100% conscientes de sus necesidades, de las prioridades de nuestro hogar y de que haremos siempre lo necesario para sacarlos adelante.

Pero mientras seguiremos escuchando:

– ¿Qué pasa? ¿No tenéis tele en casa?

– ¿Tres? Con la que está cayendo es una irresponsabilidad.

– Y ahora… A vivir de paguitas ¿no? Porque tú trabajar…

– ¿Tenéis demasiado tiempo libre? Porque os daba yo qué hacer en mi casa.

Y, desde luego, mi favorita que en estos tiempos he escuchado ya 3 veces:

-Pero, teniendo un hijo autista ¿cómo se te ocurrió tener más? ¡Tres aún encima! ¿En qué pensabais?

Y aquí va mi respuesta para todos ellos:

-Sí, tengo tele, pero también vida. Si a ti te es suficiente vivir a través de las vidas fantásticas que crean otras personas, quizá el problema lo tengas tú.

-Irresponsabilidad sería dejar la salud emocional de cualquier ser vivo a tu cargo, amigo. Yo, por ahora, me hago cargo de mi familia y si algún día no puedo, tranquilo Jose Luis, que tu no tendrás que hacerte cargo, igual que no te haces cargo de los tuyos, que hace seis meses que no le pasas la pensión a tu ex.

-Pues resulta que llevo varias décadas cotizando sin recibir absolutamente nada del estado, no obtengo más que aquello a lo que tengo derecho. Ahora mismo no, pero trabajaré cuando pueda y cuando lo decida. Mientras tanto tranquila Mari Carmen, podrás seguir llevando a los niños al cole con los lápices que robas en Ikea para poder comprarles las chaquetas de marca que pasean los domingos.

-No, el tiempo libre no era el problema, igualmente si tienes tu casa llena de mierda no es porque no tengas tiempo, Manolo, es porque eres un cerdo. Iría encantada, pero dudo que pudieras pagar la factura que tendrías que pagar por semejante excavación.

A la última no tengo respuesta. Creo que una persona que es capaz de decir en alto algo así a otra persona no merece ni siquiera que me moleste en explicarle que es un ser despreciable e ignorante. Que lo repita un par de veces más y le de una vueltecilla y si no cae en su error/horror, pues ya no es asunto mío.

Y finalmente: SON TRES, ¡no dos docenas! Tampoco es para tanto.

 

Luna Purple