Hoy en día está más que normalizado que aquí follar, follamos todos. ¿A que sí?

Si se tercia hablamos sin reparo y con libertad de si hemos pillado, de cómo nos ha ido, de cómo y qué nos gusta más…

Pero, por algún extraño motivo, el sexo anal sigue siendo un tabú y algo que cuesta admitir que practiquemos.

No sé vosotras, pero yo he escuchado mil historias sobre primeras experiencias sexuales, felaciones, cunnilingus, masturbación, etc.

 

Y cero sobre lo concerniente a la puerta de atrás.

 

Pero siempre hay valientes así que, si tenéis curiosidad, aquí os dejamos los testimonios de cuatro valerosas amigas de WLS que nos han contado su primera vez con el sexo anal:

 

  • UNA Y NO MÁS. Ocurrió hace ya muchos años y creo que mi mente ha eliminado la mayor parte de los recuerdos que podía tener de aquella noche en la que se me ocurrió decirle a mi chico si le apetecía probar. La verdad es que no sé por qué lo hice, nunca me había interesado y él no me había dicho nunca nada al respecto. Pero bueno, el caso es que estábamos al lío y allá que me di la vuelta y puse el culo en pompa. La cosa no fue bien desde el principio porque no se nos ocurrió usar más lubricante que el del condón. Pero en lugar de decirle que no estaba disfrutando me encomendé a todos los dioses del sexo para que a él le estuviera flipando y acabara pronto. Tardó lo habitual, que tampoco es que fuese mucho, pero al menos cuando me preguntó qué me había parecido le respondí que una y no más. Y hasta hoy.
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  • VIRGEN. Yo me inicié en el sexo anal antes de tener ninguna experiencia con penetración vaginal. Ya sé que es muy raro, pero es que cuando empecé a enrollarme con chicos tenía pánico a quedarme embarazada. Era una paranoia brutal. No conseguía fiarme de los preservativos y no me atrevía a ir al ginecólogo para que me recetara la píldora. Pero, claro, yo tenía miedo a un embarazo no deseado, no a los tíos, que, de hecho, me gustaban y mucho. A los diecisiete llevaba unos meses saliendo con uno del que estaba enamorada como en las películas y que me ponía como una moto. Él estaba al tanto de mi movida mental y no me presionaba nada, pero yo ya estaba hasta mi coño moreno intacto de tanto petting. Un día que teníamos mi casa libre porque mis padres se habían ido al pueblo preparé una cena romántica con sus velas y su ropa interior sexi y su todo, y mantuvimos relaciones sexuales plenas por primera vez. Y por detrás. Recuerdo haber pensado que iba a ser mucho peor, pero yo estaba muy excitada y lo disfruté. Tanto que todo el sexo que tuve con ese chico durante los seis meses más que estuvimos juntos fue anal. Con el siguiente empecé a tomar la píldora y por fin me entregué al sexo con penetración vaginal. Con condón, por si acaso.

 

  • SIN QUERER. Pues mi primera experiencia anal fue con un follamigo ocasional que tuve hace un tiempo. Nos entendíamos muy bien en la cama y hacíamos un poco de todo porque era un tipo verdaderamente versátil y muy ducho en el sexo. Era también un poco gilipollas, pero solo se lo notabas si estabas con él más de un par de horas, por lo que no había mayor problema. Un día que quedamos para darnos lo nuestro en su casa me lo propuso ya antes de quitarse la camiseta. No era la primera vez que lo intentaba y mi respuesta fue la misma que le había dado anteriormente: NO. Puso un puchero infantil antes de reírse, me agarró el culo por debajo del pantalón y me susurró al oído que más tarde o más temprano yo misma se lo iba a pedir. Ya he dicho que era un poco imbécil. Total, que empezamos a liarnos y tal. Y estábamos a pleno rendimiento cuando de pronto… wrong hole. Dos embestidas le dio tiempo a dar, una por la sorpresa y otra por el shock. Me levanté cagándome en todos sus muertos y me largué para no volver a verlo nunca más mientras él me decía que perdonase, que había sido sin querer. Su puta madre sin querer. En fin, GILIPOLLAS con todas las letras.

  • SORPRENDIDA. A mí el sexo anal me atraía entre cero y nada. Sin embargo, a mi novio le apetecía mucho probar. Lo sabía porque lo habíamos hablado, pero me lo había dicho como el que confiesa una fantasía que en realidad sabe que nunca va a cumplir. Y yo, que lo quería con locura y no se me ocurría nada que regalarle por su cumpleaños… Me documenté, indagué cuál era la mejor postura para iniciarse y qué medidas era mejor tomar para evitar desgarros y dolores. Y esperé a que llegara a casa con el culo en todo lo alto y un lazo rojo rodeándome las caderas. Lo recuerdo y me meo de la risa como los dos nos descojonamos en aquel momento. Pero bueno, de las risas pasamos al tema y qué quieres que te diga, me sorprendí un montón, pero me encantó la experiencia. Tanto que lo hemos incorporado a nuestra vida sexual con la misma frecuencia que cualquier otra de nuestras prácticas habituales.

 

¿Qué te parece lo que nos han contado?

¿Te sientes identificada con alguna de estas experiencias?

 

Imagen destacada de Deon Black en Pexels