Hace unos años, decidimos irnos con mi marido y otra pareja a Japón de viaje a visitar el país del sol naciente y cuando estábamos decidiendo el itinerario que queríamos hacer, surgió la gran pregunta:

En un país donde todo está a la orden del día y aún siendo ellos muy recatados, tienen un punto perver que no les quita nadie, así que la pregunta fue: ¿Iremos a algún sex shop?

Nadie dijo que sí ni que no, pero entonces buscando cosas que hacer en una de las ciudades que queríamos ir a visitar descubrimos que tenían el sex shop más grande de todo Japón, así que ni cortos ni perezosos lo pusimos en el itinerario. 

Una vez allí, cualquier cosa que os pueda explicar, aunque lo intentaré, se queda corta. La tienda tenía 5 plantas, cada una más divertida y más rara. Recuerdo que la planta baja, la que daba a la calle, era como una tienda erótica normal de aquí, con sus condones, lubricantes, cosas para masajes, etc. Y la tienda estaba toda decorada muy sencillita, hasta que llegamos al ascensor, para subir a la segunda planta. Según entramos en el ascensor, se nos cayó la boca al suelo.

Imaginad cualquier ascensor de aquí, normal y corriente, solo que aquel tenía las paredes forradas con escenas antiguas y muy explícitas de sexo, estaban como dibujadas, todo rollo japonés, es decir, salían geishas y samurais, pero todo en plan porno, y con su espejo reglamentario claro, por si querías ver tu cara de alucine. La verdad es que flipamos, reímos e hicimos fotos a partes iguales. Pero bueno, una vez salimos del ascensor e íbamos visitando cada planta, iban siendo menos sutiles, en la segunda planta había ropa sexy, accesorios como esposas, en la tercera vibradores, en la cuarta todo el rollo sado y en la última había desde muñecas que poco dejaban a la imaginación, hasta personajes caracterizados para tu poder hacer con ellos lo que quisieras. La verdad es que esa planta para nosotros fue demasiado y decidimos volver a la de los vibradores, porque yo iba empeñada en que de ahí no salía sin uno. 

Entonces, una vez de vuelta a la planta de los vibradores, estuvimos allí bastante rato, ya que había algunos que ya los conocíamos, eran los que podías encontrar por aquí de manera normal, hasta que nos fuimos fijando más y más, y vimos vibradores muy interesantes. Para hombres, a distancia, unos enormes, otros más pequeños, muy coloridos, otros más sobrios, nos hizo mucha gracia uno que parecía un pintalabios y daba el pego total.

Pero entonces llegamos a uno que me encantó, todo rosa fucsia, doble movimiento, con bolitas, un conejito situado de manera estratégica, con diez velocidades combinadas y vibraciones, vamos solo le faltaba cantar porque bailar, ya lo hacía él solo. Así que me giré hacía mi mejor amiga y le dije este se viene para casa, ella se reía porque la verdad es que el trasto ese era digno de ver. Ella cogió otro más discretito y nos dirigimos hacia la caja a pagar, mientras mi amiga pagaba, a mi me llamó la atención una especie de llavero que había al lado, muy peque y muy cuco, parecía un juguete sin más, me puse a mirarlo y casi me da algo cuando me di cuenta de que realmente aquel juguete que no medía más que mi dedo índice era un vibrador, funcional, y traía su propio cargador con cable. Me hizo tanta gracia, que me lo llevé conmigo, junto al rosa, que tengo que decir que quedó algo relegado cuando compré el otro.

Total, a todas estas que volvemos a casa y no pasó mucho desde que llegamos a que decidimos probar el mini vibrador, no esperaba mucho la verdad. Un día estando imaginativos y con ganas de juerga decidimos dar el paso, si os soy sincera, no pensé que fuera a hacer mucho, era muy peque y parecía más de adorno que otra cosa. Que equivocada estaba, madre mía, fue poner eso en su sitio y al poco tener un orgasmo brutal. Sencillamente, fue algo que no esperaba y fue genial. 

Deciros que lo he probado varias veces, tanto en pareja como en solitario y deciros que a mí no me ha decepcionado nunca, y cuando tengo un día tonto, es una manera de arreglarlo perfecta. Así que yo solo os diría, nunca subestiméis los juguetes, por muy pequeños que sean.

 

Vecki