¿Dicen que fue la mejor fiesta de la historia? Lo fue.

¿Hicimos cosas que no recordamos? Desde luego.

¿Mereció la pena? Por supuesto.

 

Aquella fiesta empezó siendo: ¡Felices 30 María! Y acabó siendo: RESACON EN LAS VEGAS 5.

Os presento a los protas:

María. La seria del grupo, mamá pato. Siempre pendiente de nosotras, la que siempre tiene la cabeza fría y la más tímida de todas y quiso celebrar sus 30 años con una cena tranquila y unas copas entre amigas.

Lara. El torbellino y la más loca de todas nosotras, ella opinaba que ese tipo de cumpleaños era para señoras viudas de 80 años y que para celebrar los 30, mínimo había que tirarse en paracaídas o follarse a dos a la vez por lo menos.

Yo. Un poco de todo dependiendo del día, como una amargada de 80 años en el cuerpo de una jovenzuela de 18 pero con 32 en el DNI.

El resto de amigas son más normalitas. La cosa es que aquella cena de cumpleaños empezó como quería María y acabó como quería Lara.

Todo empezó en un restaurante italiano, de tranquis. Cena, sangría, risas. Pero en cuanto el alcohol y las horas pasaban aquello se acabó convirtiendo en Sodoma y Gomorra.

¿Sabéis que hay purpurina comestible?

Más en concreto: ¿Sabéis que hay lubricantes con purpurina comestible?

La cena pasó de ser en un italiano. A sobre un italiano. ¿O era francés? Español el chico no era. Os lo aseguro, Lara había contratado a un stripper de 1,90 y nalgas para partir nueces disfrazado de policía. Menudo topicazo, pero eh… Si las cosas funcionan, es por algo. Y aquel “poli” era digno de admiración y no sólo porque llevaba gel comestible de purpurina por todo el cuerpo.

A mitad de la noche yo estaba bebiendo un chupito del estómago de un hombre que definitivamente no iba vestido de policía, Lara le estaba haciendo un baile erótico al camarero (que para ser honestas estaba más cañón que el boys) y María se ponía sal en el ombligo, imagino que para que alguien se tomara un chupito de tequila de el. El resto de mis amigas estaban desperdigas por aquel salón en busca de fiesta y lo que surgiera.

La cosa es que nos juntamos con la despedida de soltero de un chico que a mitad de la noche decidió irse. Pero nosotras nos quedamos a allí, mezclados con los rezagados de la despedida de soltero, porque ya que estábamos ¿que podía salir mal? El ambiente se calentó que dio gusto. Al final de la noche cuando me quise dar cuenta Lara se estaba tirando al boys (no al camarero con el que había empezado en un principio), y María la que siempre tenía la voz de la razón, ahora estaba medio en pelotas encima de un rubio, que tampoco era el del principio de la noche.

Y de repente… Black out. Nada. Ni un recuerdo a partir de las 4 o las 5 de la mañana. Yo tengo claro de quien fue la culpa. Del Jagger, y del tequila… y de unos chupitos rosas que sabían a Dios. Porque mía desde luego no fue.

Nos despertamos en casa de una de las del grupo y digo nos despertamos porque no estábamos solas. Yo llevaba ropa de chico y estaba durmiendo junto a un chico bastante majo que llevaba mis bragas en la cabeza. María estaba desnuda a mi lado, abrazada a Lara, ésta al menos estaba vestida pero parecía que la había atropellado un tren porque tenía todo el rímel corrido y el pelo hecho una mierda. Dos chicos dormían en el sofá de casa en calzoncillos y el chico rubio estaba desnudo en la bañera con una caja de galletas abierta en una mano y otra de Ballantines en la otra.

Mira que me había pegado fiestas en la Universidad, y algunas un poco salvajes. Pero lo de aquella noche fue para olvidar. (O para apuntarla en el calendario como la NOCHE de las noches) yo me voy a lo segundo.

Mi único consuelo es que la mayoría de nosotros no teníamos ni puta idea de que habíamos hecho en ese hueco entre las 4 de la madrugada y las 2 de la tarde, hora en la que despertamos. Pero todos estábamos sanos y salvos así que nos echamos unas risas. Compartimos recuerdos borrosos (que no sirvieron para nada) y al final reconstruimos la noche gracias a las fotos, vídeos, reels y vídeos en directo que habíamos hecho aquella noche, para darnos cuenta de que nos lo habíamos pasado mejor que bien.

Yo no volví a ver a ninguno de aquellos chicos, salvo a uno de ellos. Al chico rubio. Porque María se va a casar con él en unos meses. Lo que el rubio no sabe es que tengo fotos de su pajarito llena de Oreos. Quizás saque esas fotos en la despedida de soltera. Eso son risas seguro…