Hay libros, películas, discos… que marcan. Hay películas que nos han marcado para siempre (y espero que sigan más), que han señalado una época de nuestra vida, una década o, incluso, una generación.

Este año se cumplen veinte años de una de las películas que me llegaron, que marcaron a mi yo adolescente: Romeo + Julieta de Baz Luhrmann.

Sí, veinte años (un dos y un cero). Ya han pasado dos décadas desde que esa película nos emocionara a muchos. ¿El por qué me marcó? Fueron varios los factores que me encandilaron a mi yo de la época, los mismos que hacen que siga recordando esa película.
En esa época ya había descubierto a Shakespeare y había leído Hamlet y Macbeth con ganas. Así que me decidí a ver esa “versión moderna” de la tragedia de los amantes de Verona. Y ahí me golpeó esa película en la que veía videoclip y drama, en la que había color y música pero continuaba la tragedia del amor adolescente. Que el verso se mezclaba con los neones. Y eso lo hacía todo más trágico, más cruel. A mí yo de entonces, le sacudió esa historia de amor maldito, una muestra de lo que puede ser el descontrol de un amor (más bien, deseo) imposible. Un bofetón de deseo, amor romántico y tragedia, todo en uno. Pero aderezado con camisas floridas, disparos y con Garbage de fondo.

Así que, desde aquí, reivindico esta película. Dadme a este Luhrmann (no me odiéis los fans de sus siguientes películas).
Esta película nos mostró a unos jovencísimos Leonardo DiCaprio y Claire Danes. Aquí surgió nuestro amor por Leo, mucho antes de que llegase Titanic. Y decidme que no os emocionáis al recordar a una inocente Julieta rompiéndose a llorar o a Romeo arrodillado con los brazos al cielo gritando. Pura tragedia.


Y luego está la banda sonora (sí, el Vol. I y II fue una compra indispensable para muchos adolescentes de la época). Como sabemos, para el director es imprescindible la música en sus trabajos y aquí lo descubrimos. Tras ese prólogo narrado en el noticiero de televisión, llega Crush de Garbage. Ale, así empezaba la película. Zasca.

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Le siguen otros temas grabados a fuego como Love Fool de The Cardigans, el momento boda con Everybody’s Free, Des’ree con su I’m kissing you o la imborrable escena en que Harold Perrinau, interpretando a un Mercutio travestido, nos baila el Young hearts run free.


Además de DiCaprio y Danes, en la película vemos a Paul Rudd, John Leguizamo o Paul Sorvino entre otros. Y sí, no podemos olvidarnos de Pete Postlehwaite interpretando a Fray Lorenzo con esa cruz gigante tatuada a la espalda.
Porque también es importante esa estética que rodea a la película. Verona deja de estar en Italia para pasar a ser Verona Beach donde se mezclan las camisas exóticas, los santos y vírgenes con velas, ángeles, y neones.

Porque Julieta y Romeo se encuentran por primera vez a través de un acuario, en esa fiesta de disfraces. Muchos y muchas soñamos durante los noventa con encontrarnos a través de un acuario y caer en la piscina igual que ellos.

Dos décadas después, creo que es el momento de volver a ver esta película con las mismas ganas que entonces, tratando de buscar esa sensación. Ese golpe de color, música, esa mezcla de inocencia adolescente y descubrimiento del deseo y del amor. Todo a ritmo de videoclip, con montaje picado y decoración kitsch pero hilvanado en verso.

Vivamos la tragedia de Shakespeare como entonces. Porque nunca debemos olvidar que

Young hearts, run free.