En nuestra casa nunca hemos sido de grandes lujos, tampoco nos ha faltado de nada, pero no somos de esas familias que van vestidas de marca, tienen un cochazo o teléfonos de los más nuevos.

Mi marido y yo somos personas sencillas, nos quedamos en el pueblo dónde nacimos, nos casamos, nos compramos una casa y tuvimos dos hijos, una niña y un niño.

En el pueblo no hay mucha juventud, las clases de los niños son siempre de pocos alumnos, todo el mundo más o menos se conoce y, como se ha quejado siempre mi hija, no hay nada que hacer.

Desde que empezó con la adolescencia, mi hija se ha querido ir de casa y del pueblo. Decía que le daba igual qué estudiar, con tal de irse lejos. Que ella trabajaría de cualquier cosa y ya sería feliz, pero que en el pueblo se marchitaba. Además, repitió cuarto de la ESO, lo cual la hizo estar más harta y enfadada. Pensábamos que exageraba y que con los años se le iría pasando y le perdería ese asco que le estaba pillando a su casa, pero fue a peor.

Cuando acabó bachillerato, en su ceremonia de graduación, ya nos dijo que se iba a tomar un año sabático, que no tenía prisa por empezar la carrera y que quería vivir un poco. Nos pareció bien porqué entendimos que ese año lo pasaría en el pueblo, disfrutando con sus amigos. Qué ilusos fuimos.

A la semana tenía preparada una maleta enorme y nos dijo que se iba a no se qué isla de Tailandia con unas amigas. Que estaría mínimo dos semanas. MÍNIMO.

Hubo una bronca monumental en casa, era la primera vez que se iba de viaje y nos lo había estado ocultando para soltar la bomba justo antes de irse. Tampoco sabíamos de dónde había sacado el dinero, nos dijo que llevaba ahorrando años con lo que le habíamos ido dando la familia para cumpleaños y reyes y que tampoco salía tan caro, que viajar allí era muy barato. Después de varias horas gritando y discutiendo, en las que nos recriminó que iba acompañada y que ya tenía los billetes, accedimos siempre y cuando habláramos con ella cada día y nos dijera con qué amigas se iba y sus números de teléfono por si no podíamos localizarla a ella. Aceptó con cara de prepotente y dos días después la llevamos al aeropuerto con sus amigas y se fue. 

Mi marido y yo estábamos de piedra, no entendíamos nada ni por qué de repente nuestra hija estaba actuando así, tan a escondidas, tan enfadada, tan soberbia… Entonces hicimos algo de lo que no estoy nada orgullosa, le registramos sus cosas.

Subimos a la habitación y buscamos por los armarios y cajones algo que nos pudiera dar una pista de su cambio repentino. Mi marido me decía que creía que quizás tenía algún novio y había montado ese viaje para verse allí y no tener que darnos explicaciones, pero seguíamos sin entender de dónde había sacado tanto dinero.

En su habitación sólo encontramos más preguntas. Tenía todo el armario lleno de ropa que no le había visto nunca. Ropa nueva que no fue a comprar conmigo o para la que no le dimos dinero. También le vimos otras cosas como que había cambiado el monitor del ordenador por uno más nuevo y varios botes de colonia caros.

Empezamos a estar muy preocupados y no sabíamos cómo abordar el tema. Ella ya se había cerrado en banda con el tema del viaje, como para encima atosigarla a preguntas estando tan lejos y dando pie a que no nos contestase en el resto de días que le quedaban, que tampoco nos dijo cuántos eran.

Buscamos en internet y mi marido encontró un foro donde los padres hacían preguntas y se ayudaban entre ellos, se registró y puso un comentario resumiendo lo que había pasado, los que nos contestaron nos dijeron que podría tratarse de drogas, que mi hija tuviera un sugar daddy o que tuviera un Only fans. 

La primera opción la descartamos, no veíamos a nuestra hija capaz de meterse en ese mundillo, pero las otras dos, sabiendo las ganas que tenía de irse y el dinero que de repente estaba ganando, nos parecieron factibles.

No teníamos manera de saber si tenía un sugar daddy, para eso necesitaríamos su teléfono o acceso a su ordenador, pero tampoco nos había parecido verla salir mucho o llegar a casa a horas raras. Ni siquiera sospechábamos que tuviera novio, así que también quedó un poco en duda. Como última opción, nos pusimos a mirar en Only fans si encontrábamos a nuestra hija, que hacía menos de un año que tenía los 18. 

Para acceder nos tuvimos que registrar y empezamos a buscar contenido, pero nos encontramos que no había un buscador como tal y que tenías que poner el nombre concreto de la cuenta que estabas buscando, solo te salían “anunciadas” algunas cuentas muy grandes y vimos que algunas de ellas hablaban de que se habían promocionado en Instagram.

Nuestra hija nos tenía bloqueado del suyo, así que le pedimos a un amigo que está más familiarizado con las redes y al que tenemos confianza, que investigase a ver si encontraba algo. En menos de una hora nos envió el enlace al perfil de Only Fans de nuestra hija. 

No podíamos creerlo, se había hecho una página con una de sus amigas dónde posaban en ropa interior muy explícita. Tenía muchos likes y más de 150 publicaciones, aunque sin suscribirse solo te dejaba ver unas 5-6. Si pagabas, accedías a contenido exclusivo que no quisimos ver porque deducimos que sería mucho peor y no estábamos preparados para ver algo así.

Nos dejó hundidos. Durante dos días estuvimos discutiendo qué hacer. Yo no paraba de preguntarme qué habíamos hecho mal para que nuestra hija se prostituyese de esa manera. Nunca vimos tan urgente su necesidad de salir del pueblo como para ganar dinero desnudándose y vete a saber que más.

Empecé a tener mucha ansiedad y mi marido estaba muy enfadado, me decía que le cancelásemos las cuentas a las que aún teníamos acceso y la obligásemos a volver. No sabíamos cuánto iba a tardar, así que le enviamos un mensaje diciéndole que por favor nos informase de cuando iba a volver, porque teníamos que hablar con ella de un tema muy serio.

Cuando lo leyó nos hizo una videollamada y le dijimos que preferíamos hablar en persona, pero que era muy grave.

Ella nos dijo que no le jodiéramos el viaje y que se lo dijéramos en la llamada, a lo que mi marido respondió muy mal y le gritó lo que habíamos descubierto. No la llamó puta, pero prácticamente lo dijo. Le dijo que era una vergüenza lo que estaba haciendo, que estaba avergonzando a su familia, que era peligroso, que encima tenía esta actitud de chula… Fueron muchos reproches a gritos y ella finalmente colgó la llamada sin decir nada.

Los siguientes días fueron un sin vivir, intentamos contactar con ella, pero nos bloqueó. Le envié correos electrónicos, whatsapps, de todo, pero no daba señales de vida.

Tuve muchas discusiones con mi marido por aquello. Ahora no sabíamos cómo estaba nuestra hija ni cuando iba a volver de otro continente y él me recriminaba que era culpa mía por dejarla irse. Pensamos incluso en denunciar su desaparición a la policía, le enviamos un mensaje a una de sus amigas diciendo esto y nuestra hija nos contestó desde ese número con un mensaje de voz, diciendo que volvería a España en 8 días y que dejásemos de acosarla y de molestar a sus amigas, que no quería saber nada de mi marido y que cuando volviese, no vendría a casa.

Acto seguido ese teléfono también nos bloqueó y solo nos quedó esperar esos 8 días.

Cuando volvió, me envió un mensaje y me dijo que quería hablar conmigo, pero solo conmigo. Quedamos en una cafetería y después de recibirla y de pedirle disculpas por el comportamiento de su padre, me dijo que se mudaba. Que quería saber qué día podía venir a casa a recoger sus cosas sin que estuviera su padre y que la decisión estaba tomada. Yo supliqué, lloré, me enfadé y me disculpé, pero nada la hizo cambiar de opinión.

Ella decía que no quería hablar del tema Only Fans, que eso era su vida y no tenía por qué contestarnos a nada, que por lo que ella se iba era por las faltas de respeto que había recibido y que quizás con el tiempo, volvía a querer hablar con mi marido.

En los días siguientes, recogió sus cosas, se mudó a la ciudad y hasta donde sé, sigue teniendo Only Fans. La relación con su padre se ha ido enfriando mucho, ambos creen que es el otro el que debe disculparse y ninguno da su brazo a torcer.

A veces pienso que hubiera sido mejor no saberlo, ella ha seguido haciéndolo de todos modos y nos hemos roto como familia.

Anónimo