Todas hemos visto una y otra vez las dulces historias de Disney que acaban en el «Vivieron felices y comieron perdices» que se nos ha quedado grabado en el subconsciente. Luego leemos estadísticas que dicen que las parejas actuales duran poco más de dos años de media y, claro, no entendemos nada.

El debate surgió en la redacción WLS por esta noticia: una empresa que te paga la boda de tus sueños… siempre que no te divorcies. La idea es premiar «a aquellos matrimonios para toda la vida», como si eso lo pudiera garantizar alguien. Siendo quisquillosa, lo que ofrecen son 10.000 dólares que a mí no me parece que dé para mucho, la verdad. Que no tengo ni idea de lo que vale una boda pero, calculando por encima, eso no te da para soñar mucho…

 

Pero, bueno, volvamos al debate. ¿Esto no es un poco frívolo? Casarse es una cosa seria y no creo que nadie tome la decisión solo porque le den el dinero, ¿no? Y si es así, ¿quién decide cuál es una buena razón para casarse? A veces parece que la gente tiene su primera cita y al año ya se han casado, sin haber tenido tiempo de conocerse realmente. ¿Es solo una impresión nuestra?

Luego, en caso de divorciarte, deberás devolver lo prestado con intereses… Llamadnos mal pensadas pero nosotras creemos que ahí está el negocio. Imaginamos una reunión de la start-up:

–Que sí, tío, ¿cuántas parejas van a durar? ¿Dos o tres? Eso son 30.000 dólares como mucho y el retorno con intereses va a ser continuo: al año, a los dos años, a los siete…

La empresa niega esta intención oculta y se defiende con que no está ahí su negocio sino en la publicidad. Románticos y generosos, aseguran que el dinero que paguen las parejas que se divorcien servirá para financiar a otros matrimonios que crean en el amor para siempre. Y aunque aún no se sabe demasiado de este proyecto que se lanzará en febrero, adelantan que contarán con un consejero matrimonial para ayudar a las parejas.

Así las cosas, venga, nos lanzamos al «sí, quiero». ¡Bien! ¿Qué nos espera después?

  • No hemos convivido bajo el mismo techo más que en las vacaciones y en las escapadas de fin de semana. Después del sí, quiero, de besarnos por primera vez como marido y mujer (o cualquier otra posibilidad) y de bailar hasta el amanecer, viene el «ahora nos vamos a casa y a ver cómo encaja tu forma de vivir con la mía, chato».

 

 

  • Vivir felices para siempre, con un amor de esos que dan envidia. Sí, sí, que nadie lo niegue, que ver a unos viejitos que llevan toda la vida juntos y siguen enamorados es muy tierno.
  • Llevábamos juntos desde el instituto –siete, diez años– y tocaba dar el siguiente paso. ¿Que si estamos enamorados? Sí, ¿no? ¿Eso importa? Ahora, enseguida, a por la parejita.

 

  • Tener hijos es la revolución: todo el mundo te cuenta lo maravilloso que es –que sí, que lo es–pero no se hace tanto hincapié en el hard work y la responsabilidad que supone. Tu vida de cuando erais solo dos te parecerá un paraíso lejano. Si das este paso, elige tu propia aventura:
    • La relación va mal pero es cómodo seguir juntos. Estamos aburridos de la vida… Oye, ¿y si tenemos un hijo? ¡Venga! Luego nos centramos en el churumbel y ya podemos continuar juntos toda la vida.
    • Llevamos dos, tres, cinco años casados y ya toca, ¿no? Todas las personas a nuestro alrededor nos preguntan para cuándo los niños… pues eso.
    • Estamos enamorados nivel sixteen y queremos tener hijos con la otra persona. Esto es de diez, chicos, pero tememos que la mayoría de padres no lo son tras esta reflexión.

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  • No tenemos hijos. No hemos querido o no hemos podido. Sea cual sea la razón, estas parejas tienen un proyecto común por crear que, sin unos hijos que nos mantengan ocupados en el día a día.
  • Estaremos juntas mientras queramos y mientras estemos comprometidas en esta relación. El matrimonio no se trata de una carrera de fondo en la que aguantar a toda costa, sino una relación que nos haga mejores personas. El fracaso no está en divorciarse sino en seguir juntos queriéndose mal.

La verdad es que cualquiera de estos escenarios es posible porque nada nos garantiza que una boda termine en «juntos y felices para siempre». Aun así, cuando encuentras a la persona que te enamora y crees que es la adecuada para ti, ¿cómo no vas a intentarlo?