Así nos organizamos en una familia con 8 abuelos

 

Mi marido y yo tenemos padres separados, cada uno con su vida rehecha. Esto se traduce en que nuestra hija tiene 8 abuelos, es la primera nieta para todos y todos compiten entre sí por ser los “más guays”. Lejos de ser una situación idílica, es un auténtico coñazo. Tenemos que lidiar con egoísmos, ofendiditos y pataletas, y además velar por la salud mental de la niña. 

Sabemos que es la realidad de muchas familias, por lo que nosotros vamos a contar nuestra experiencia, qué nos funciona para sobrevivir a esta situación por si te sirve; pero, a la vez, estamos abiertos a recibir toda clase de consejos, ya que a veces nos cuesta gestionar y controlar a tantas personas porque, además, sumamos a 4 bisabuelos que también quieren su momento de protagonismo. 

Establecer límites

Creo que es fundamental. Hay que establecer límites desde el principio: si no lo has hecho durante el inicio de la relación, al menos durante el embarazo. Yo me encontré con mi suegra yéndose a Andorra a buscar un cochecito que a ella le gustaba (y que no entraba en nuestro maletero); pero peor fue mi suegro, enfermero, que utilizó sus contactos en el hospital para enseñar mis ecografías sin consentimiento con el objetivo de descubrir si esperábamos un niño o una niña. 

La obsesión de los padres de mi marido por conocer el sexo biológico de nuestro bebé fue enfermiza. Solo les preocupaba eso. Salí de la ecografía de las 12 semanas con un desprendimiento de placenta severo, necesidad de reposo absoluto y demás, y ellos solo preguntaban: “¿Pero es niño o niña?”. 

Nos pusimos serios, MUY serios. Y se acabó el tema.   

Controlar la competitividad

Ocurre especialmente con las mujeres de la familia. Mi madre es la más pasota en este sentido, al igual que la mujer de mi padre, pero mi suegra y la pareja actual de mi suegro se hacen polvo por ser las mejores. Ambas viven lejos de nuestra residencia habitual y compiten, pero con estrategias diferentes: la pareja de mi suegro nos está enviando regalos de Reyes desde marzo, siempre tan atenta y preocupada por las necesidades de la niña; mi suegra pasa de la cría hasta que la viene a visitar, momento en el que buscar colgarse la medalla dándole presencialmente todos los regalos pendientes. Por su cumpleaños ni se acuerda; pero, cuando la ve, pretende ponerse al día. 

Para controlar la competitividad he tenido que recurrir al primer consejo: establecer límites. A la niña no se le regala fuera de fecha, me da igual que no estés por su cumpleaños; además, un número limitado de regalos por cabeza. El problema es que atraviesan la puerta de casa con los regalos en la mano y luego es complicado explicarle a mi hija que espere para abrirlos. La última vez que esto ocurrió, invitamos a mi suegra a marcharse. No se juega sucio. 

Gestionar a los ofendidos

Mi padre es el líder de los ofendidos y su pareja una metemierda de libro. Suelo dividir el cumpleaños de la peque en cuatro días para que todos puedan soplar las velas con ella. Pues si mi padre es invitado un día antes o después, ya lo tienes mosqueado durante un par de meses. Y así pasa con todo y todos en cada una de las fiestas: ¡ni os cuento Navidad! He optado por hacer lo que me dé la real gana, sin sacar el contador de horas que pasamos con cada uno. 

“Si te has ido de vacaciones con X”, “Si has pasado Nochebuena con Y”, “Si llevo dos años sin ver a la niña en Halloween”. ¡Un infierno! ¿Sabéis cómo lo arreglamos? Mandándolos a la mierda. Empecé dando explicaciones, ahora es que me da igual. Vamos a dónde queramos con quién queramos y al que no le guste, que se ofenda y nos deje de hablar un tiempo, así nos aligera la agenda. 

Cuidado con los egoísmos

Y es que, mucho pelearse, pero a la hora de verdad, cuando realmente necesitas ayuda, no está ni Dios. Cada uno con sus vidas, con sus amigotes y sus planes. Soy consciente de que los abuelos no están para criar a los nietos, pero hablo de cosas básicas del palo: estamos todos malos en casa, con vómitos, y necesitamos que alguien nos acerque un suero de la farmacia. Grillos. O se te junta una reunión importantísima del curro con una vacuna de la niña. Más grillos. 

Mi madre, que es la que más ha cambiado de pareja en estos años, es la más egoísta en este sentido. Ella no entra a competir, no se ofende, pero tampoco es que esté mucho: prioriza a cualquier ligue del momento por encima de las necesidades de la familia. 

 

En fin, esta es nuestra vida. ¡Ni os cuento si sumamos también a los bisabuelos! Seguro que a más de una le resulta familiar todo lo que contamos. ¡Iluminadnos con vuestra experiencia! 

 

Anónimo