Cuando mi exmarido me informó de que estaba saliendo en serio con alguien, lo primero que pensé fue que por favor fuera buena con mis hijos. Era lo único que me preocupaba, que los tratara bien, con cariño, que ellos estuvieran a gusto con ella. Me horrorizaba pensar que la nueva relación de su padre terminara pasando algún tipo de factura a los niños. Bastante han tenido ellos con la separación y con lo de tener dos casas, como para encima tener que pasar la mitad del mes con una mujer que no los trata como se merecen.

Afortunadamente para todos, la novia de mi ex es un ser de luz.

Al principio solo sabía de ella lo poco que me contó el que ahora es su pareja. Poco después, lo mucho que me contaban los niños. Y, hoy por hoy, la mujer me cae tan bien, que ya prefiero llamarla a ella que a mi ex si necesito hablar con mis hijos o informarles de algo.

Me da mucha tranquilidad saber que los niños están bien cuidados y atendidos cuando están con ella y su padre. De verdad que me hace feliz que mi ex esté con ella.

Ahora bien, una parte de mí, una chiquitina… está celosa y lo lleva fatal. Porque el pequeño no, pero la mayor dice que quiere más a su madrastra que a su madre. No es un pálpito ni un rumor ni un comentario malintencionado, qué va.

 

Es que la he escuchado yo con mis propios oídos. Se lo dijo un día a la abuela. No debió darse cuenta de que yo andaba por allí cerca y se lo confesó casi sin venir a cuento. Como si le quemara dentro y necesitara soltarlo. Y a sabiendas de que a mí no me gustaría saberlo.

No me gusta nada, es cierto. Es más, me duele.

Porque no estamos hablando de una niña pequeña que no filtra ni sabe bien lo que dice. Tiene doce años.

Dramamá: Dice que quiere más a su madrastra que a su madre
Foto de Ron Lach en Pexels

Si cree que la quiere más a ella que a mí… es que la quiere más a ella que a mí. Y lo peor es que eso no es malo para ella ni para nadie.

Solo para mi ego y para mi corazoncito inseguro, supongo. Sé que debería alegrarme, incluso. Otra cosa es que pueda, porque no puedo, por más que lo intente.

 

Me toca joderme y aguantarme y cagarme en el momento en que pasé por allí y escuché a mi hija decir algo que preferiría no saber. Después de todo, no hay nada que pueda ni deba hacer para cambiarlo.

 

Anónimo

 

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