Las que me leéis desde hace tiempo ya sabéis que soy una tía complicada en el amor. El hecho de ser una chica trans además hace que las oportunidades de encontrar un tío normal sean más complicadas. Mi cama me gusta más que la mayoría de las personas. Mi estado sentimental es: altas ganas de 1 kilo de helado. Y hace tanto tiempo que no follo que se me ha aparecido la Virgen María para reclamarme que le estoy robando protagonismo.
Y en medio de esta debacle hay que añadir que con 30 años soy ya señora de llevar carrito con ruedas al supermercado. La vida es así. Piensas que eres joven y un día te descubres guardando botes de cristal vacíos por si acaso. Sorry, not sorry.
Total que llego al portal de mi casa y antes de entrar al ascensor la tela del carro se desquebraja y se me va media compra al suelo. Y justo se abre la puerta del ascensor y aparece él, el vecino nuevo que acababa de mudarse. Pelo rubio lacio por el cuello, trigueño, ojos verdes, barba de vikingo y camiseta de Michael Jackson. Mientras tanto yo arrodillada en el suelo recogiendo limones y asistiendo a una aparición mariana. Y mientras me quedo con cara de pocker ante tanta belleza, el se agacha para ayudarme a recoger la compra.
– Deja que te ayudo
– No te preocupes, si es que este carro ya está muy viejo (no amiga, es que lo compraste en los chinos por 20 euros)
Y me doy cuenta que todas las mierdas que cogí en el Mercadona  cargadas de calorías y carbohidratos estaban a la vista del buenorro: chocolate Milka, cacahuetes, helados, patatillas, fuet (Madre mía Rosalía bájale). Y cogimos un yogurt a la vez, un postre de limón con galleta marca Hacendado que llevaba la culpa de mis michelines. Pues nada, ahora llego a casa, abro la puerta del horno y meto la cabeza.
– Anda, a mí también me encanta este yogurt. Ayer me tomé 4 viendo Euphoria.
– ¿Te gusta Euphoria? A mí me encantó.
Le gustaba el mismo yogurt del Mercadona que a mí. ¿Hacía falta alguna prueba más de que aquello era amor? NO LO CREO.
La siguiente vez que coincidimos también fue en el portal del edificio. Yo venía del Mercadona (me encanta que Mercadona esté tan presente en esta historia) de probar maquillaje for free y como vivía al lado no me molesté en desmaquillarme. Y para no correr el riesgo de encontrarme a nadie en el ascensor, subí por las escaleras sin encender la luz. ¿Y quién baja en ese momento? Efectivi wonder. El crush de mi vida me pilló en la oscuridad de las escaleras con media cara naranja, media amarilla, de probarme correctores en el Mercadona.
– Hola, hacía tiempo que no te veía
– Sí, es que tengo turnos raros con unas horas un poco locas (y por favor pírate yaaaaaaa)
– Mira el sábado voy a hacer una pequeña fiesta de inauguración para conocer a la gente del edificio, como somos casi todos gente joven me pareció una buena idea.
– Vale, vale, sí, buena idea, el sábado, nos vemos.
– No hace falta que traigas nada, yo pongo todo
– Sí, vale, hasta luego, es que tengo que hacer pis
– A las 21:00
– Chaooooooo
Me había invitado a una fiesta y yo me había pirado corriendo dejándolo con la palabra en la boca con tal de que no me viera como Lisa Simpsom. Y le dije que quería hacer pis. ¿POR QUÉEEEEEEEEE? En fin, tanto da. Tenía una única oportunidad de resultar encantadora en la fiesta y no comportarme como alguien que acaba de salir de un bunker tras estar encerrada 10 años.
Así que me puse mis mejores galas, a tope de make up y una botella de Albariño. Pero cuando timbré no me esperaba lo que me iba a encontrar. Estaba él en chándal, con una pizza sobre la mesa y sorprendido de verme.
– Hola, qué sorpresa.
– Pero… ¿no ibas a hacer una fiesta?
– Sí, el sábado.
– Por eso. Hoy es sábado.
– No, hoy es viernes.
TRES DE TRES. El día que repartieron la mala suerte yo debí hacer fila como 8 veces. MÁTAME CAMIÓN.
– Ah…
– ….
– ….
– Bueno, me voy entonces que ya…
– No mujer, ya que estás quédate. Además al final nadie me confirmó para mañana. Íbamos a ser de todas formas tú y yo y ya que te has puesto tan guapa entra y abrimos el vino.
OSTIA PUTA. Qué bien me había salido. ¿Pero los dos solos? ¿Me había llamado guapa? ¿Guapa de bella o guapa de «mira guapa»? ¿Esto quería decir que yo le gustaba? ¿O simplemente estaba siendo majo? ¿Y en qué momento le digo yo a este pivón que soy trans? Que luego como me rechace le tengo que ver la cara todos los días. Y por favor, ¿¿¿¿cómo se puede estar tan guapo en chándal????
Llevas mucho tiempo viviendo aquí.
– No, un año ¿y tú?
– Rompí con mi novia hace unos meses y me vine a vivir solo. Es un poco raro después de tanto tiempo en pareja. ¿Tú tienes novio?
– No. No. Yo no. Sino no. Que vamos, no. Tampoco. (santa María madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, por qué soy MONGUER?)
– Bueno, pero eres una chica muy guapa. Seguro que no te faltan pretendientes (a ver, esto era echar la caña aquí y en la China. Dile ya que eres trans que esto va a acabar en homicidio en Mercadona).
– Mira, yo tengo que decirte algo.
– Dime.
– Yo soy una chica diferente.
– ¿Diferente? ¿En qué sentido? Por cierto, creo que aún no nos hemos dicho cómo nos llamamos.
– Yo soy trans.
– Y yo Marcos
….
– …
– ¿Y cómo te llamas?
– No sé si has entendido lo que…
– Sí, me has dicho que eres transexual, pero ese no es tu nombre, ¿no? Sólo tu género. ¿Cómo te llamas?
– Lucía
– Vale. ¿Abrimos esa botella?
– SÍ