Me llamo Alba Nevado y quiero contarte una mini historia que parece puntual pero seguro que te resuena.
Fui contratada como azafata desde Best Way para trabajar en Fitur en el espacio de IFEMA. Durante el proceso de selección, nos pidieron enviar lo típico: CV, Fotos y rellenar una ficha técnica para su base de datos. En esa ficha yo especifiqué que uso una talla XL. Aunque la página para hacerlo daba error, me aseguré preguntando a mi superiora si todo estaba correcto, a lo que recibí un rotundo «sí». El día 18 de mayo de 2021 tuvimos una formación en las instalaciones de la feria, una prueba de antígenos que demostrase nuestro negativo en cuanto al Covid y la recogida del uniforme.
Yo recibí un vestido azul marino con fajín de talla única. No pude probármelo en ese momento ya que tenía que atender otras responsabilidades aplazadas. Al llegar a casa no conseguí que el vestido pasara del pecho… Puse en conocimiento de mi jefe esta situación y me dio la opción de ir al día siguiente temprano para probarme otro tipo de uniforme que pudiera valerme o ir en traje negro.

 

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«Yo no tengo traje negro, como mucho puedo hacer un apaño para que eso parezca con una blazer y pantalones de seda fluidos» , esa fue mi respuesta.
El 19 de mayo de 2021 me presento bien vestida con esos pantalones, esa blazer y una camisa blanca dispuesta a encontrar mi uniforme y poder trabajar. Eso nunca pasó. Tras el intento de entrar en una 42 y pantalones «más grandes» de chico, escuché una frase demoledora:
«Lo siento mucho, corazón, pero te vas a tener que ir a casa. Sin uniforme no puedes trabajar.»
Hecha un mar de lágrimas mientras salía lo más rápido que podía de ese recinto, se venían a mi mente todos esos comentarios que algún día escuché y tanto me dolían. Hoy cobraban vida de entre los muertos. Motivada por mi madre, primera oyente del drama, decidí expresar mi angustia con todo aquel/aquella/aquelle que quisiera escucharme. ¡Boom! Empezaron a llegar las visualizaciones, los likes y los comentarios de gente que también había pasado por esa situación o similares.
Las llamadas por parte de IFEMA, FITUR y BEST WAY llegaron y con ello las disculpas sinceras, los «te entendemos», «es un caso puntual» o «es un malentendido que nos duele». Yo no soy alguien rencorosa y, evidentemente, acepto sus disculpas pero el daño está hecho.
Gracias por haberme dado la oportunidad de trabajo, los perdones, las nuevas ofertas de empleo, dejar las puertas abiertas para que vuelva cuando quiera… En definitiva, querer arreglar con amabilidad el error que en un momento se cometió. Que se diera esa situación por falta de presupuesto ante la crisis del Covid o la falta de uniformes en la empresa por cualquier otro motivo ajeno a esta, no es mi culpa y siento tanto sus dificultades económicas como los impedimentos que las medidas de seguridad ante la pandemia puedan ocasionar.
Y ahora, después de tanta llamada y comentario tanto de apoyo como derribo, me doy cuenta que ese llanto descontrolado está sirviendo para agitar mentes. El problema central aquí no es que la empresa no tenga uniforme de talla XL o que intenten que entre en una 42 para trabajar.
El problema son las formas.
Con educación, empatía y cariño, esto no hubiera pasado. Porque todos estamos cargados de complejos absurdos que hacen que distorsionemos nuestra propia imagen. Es hora de empezar a mirar a los demás con inocencia y tratarles con cuidado.
«No hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti»
Soy alguien con inteligencia suficiente para entender un problema económico, de gestión o protocolo. Espero que esta situación nunca se vuelva a dar por ninguna razón y si se da, que se comparta, para así darnos cuenta que los hechos y palabras duelen más que las prendas de ropa.
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Muchas gracias por todo corazones, 

Alba Nevado Nieto