Salí con un tío,  o una criaturilla ( por llamarle así) que insistió mucho para salir conmigo, la verdad. Pero a los tres meses el amor se fue por donde vino.
Puestos a buscar excusas y a insultar a la persona con la que quieres cortar ( yo es que personalmente con un no lo tengo claro, me basta), el tío inventó el motivo más surrealista que se hayan inventado jamás en toda la historia universal de rupturas.
Por primera vez en la historia de las citas, y creo que será la última, alguien me dejó por mi gusto por la ropa de los mercadillos locales.
Sus palabras (que todavía resuenan en mi cabeza) fueron:
– No puedo seguir contigo porque eres una persona muy incongruente. Lo que haces  es todo lo  contrario a lo que piensas. Te tiras todo el día hablando de marcas de ropa y luego vas y te compras la ropa en el mercadillo. Y esto no es producto de que tu situación económica sea más buena o más mala, esto tiene mucho que ver con la condición de la persona.
Ahora redoble de tambores porque esto es de traca.
– Ni yo soy un hombre de mercadillo, ni mi familia somos personas de mercadillo. Además de que para mí es imprescindible la imagen y la tuya deja mucho que desear
Mega guay, tres meses saliendo conmigo y no se había dado cuenta del detalle, tendrá  cataratas o algo?. Pero que yo sepa este ser amante de la buena ropa no tiene problemas de visión, sabía desde el principio cómo era yo y que me pongo la ropa que me sale de la parrocha, pero según él no me lo dijo antes porque ‘es muy educado’.
Parece que el  mozo, confunde clase con  ropa cara,  cuando la clase es algo que no se puede comprar ni con todo el dinero del mundo, por mucho que te vistas de Versace.
En fin, esto sucedió en un pueblo de Granada cercano al aeropuerto y el nombre del susodicho empieza por A. Hasta aquí puedo leer.
Si lee esto el protagonista de esta historia le mando un saludo. Yo sigo tan pichi comprando en mercadillos :)

Fdo: el terror de los mercadillos

 

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