• El dolor de espalda que terminó en el peor corte de pelo de la historia

 

Seamos sinceros vivir con dolor (tanto físico como psicológico) es una p*tada. Todos lo hemos experimentado en algún punto de nuestras vidas y a algunas personas nos cuesta más pedir ayuda que a otras. Yo soy de este segundo grupo cuando y nunca me había supuesto un problema. Pero después de una lesión de espalda me di cuenta de que mi cuerpo no era el de antes. 

Unos meses atrás me despertaba y saltaba de la cama lista para comerme el mundo, ahora sin embargo sentía que mi cuerpo acaba de despertar de un coma de 20 años. Para que os hagáis una idea, con 25 años tenía que hacer una ronda de estiramientos al despertarme. ¡¡¡HACER ESTIRAMIENTOS!! Hasta mi abuela se reía de mi rutina mañanera de octogenaria.

Obviamente había esfuerzos que eran impensables para mi (al menos al principio de la rehabilitación) por lo que necesitaba hacer lo que más odiaba: pedir ayuda. 

Una de las cosas a las que más trabajo me costaba renunciar era a cortarme el pelo. Yo tengo una pelambrera complicada, cuando me acerco a una peluquería sé que les tiemblan los vasos de agua, igual que cuando se acerca un dinosaurio en Jurassic Park. 

Cansada de pasar 4 horas en la peluquería cada vez que iba, empecé a investigar sobre mi tipo de pelo, el método curly y los diferentes tipos de corte. Con la inestimable ayuda de mi hermana, que aguantó llantos, gritos y mocos, aprendí a cortarme el pelo sola. Y durante años me retocaba las puntas a mí misma (y quedaba divina de la muerte). Aunque para los cortes importantes seguía yendo a mi peluquería de confianza.  

Pero después de la lesión casi no podía levantar los brazos por encima de la cabeza y tenía la movilidad de un click de playmobil. Así que como mi peluquera estaba de vacaciones hice caso a mi vena aventurera y reservé cita en otra peluquería de mi ciudad. (EEEEEERRRORR)

Cuando llegué el sitio parecía mono, bien arreglado con sus plantitas y sus luces, igualito que en la cuenta de Instagram, que ya había investigado obsesivamente. La peluquera parecía tener experiencia, me juró y perjuró que sabía manejar mi pelo. 

Aunque le sugerí que me lo cortara en seco, me recomendó hacerlo mientras estaba el pelo húmedo, así que yo, que tampoco soy Herodes, me dejé aconsejar. Mientras quedase bien me daba igual el método. 

Pero. Cuando me secó el pelo y me miré al espejo se me cayó el mundo encima, parecía el chupachups que se te cae a la alfombra y se le quedan los pelos pegados. La parte de la coronilla estaba mucho más corta que el resto del pelo y en los laterales también me había hecho un estropicio curioso. 

Así que ahí estaba yo con mi corte de Santiago Segura, llena de ira y de arrepentimientos. Entonces la peluquera (con sus huevos talla XL) me dijo

– Bueno corazón la parte de atrás quedo un poco desigual pero cuando lo vuelvas a lavar se irá igualando 

Espera ¿what? Señora yo no sé qué tipo de agua sale por los grifos de su casa, pero en la mía no sale regenerador capilar. ¿CÓMO SE VA A IGUALAR ESTE DESASTRE CON AGUA ALMADEMIVIDA?

Respetuosamente y con la poca dignidad que tiene una persona peinada como la cebra de la foto, le dije que no pensaba pagar por el corte de pelo. 

Barby