Desde luego que hay gente para todo y a veces, como solemos comprobar una y otra vez en nuestro queridísimo foro con las historias que compartimos, nos podemos encontrar con los sujetos más surrealistas que nos hacen vivir situaciones totalmente increíbles.

Hoy os traigo aquí otra de ellas para vuestro deleite y conocimiento y para que no alucinéis tanto como yo si os encontráis algún día a un tipo así porque, sí, chicas: haberlos, haylos, como las meigas.

 

 

Tuve un noviete con el que todo parecía marchar bien. Si mal no recuerdo, nuestra relación no llegaba aún a los cinco meses de duración pero parecía estar convirtiéndose en estable: nos veíamos continuamente, hacíamos cosas juntos, conocíamos ya a las personas importantes de nuestros respectivos entornos, salíamos a cenar, de compras, al cine, compartíamos nuestras vivencias del día a día, nos decíamos que nos queríamos… Vamos, lo que viene siendo una relación de pareja.

Pero un día llegó la sorpresa más grande que me ha dado un chaval con el que haya estado: el tío, en mitad de un paseo en una tarde cualquiera en la que ni su comportamiento ni sus palabras habían dado ninguna señal de que algo podía no funcionar de la manera previsible, me soltó la siguiente bomba:

 

 

Me dijo que llevaba conociendo a una chica por internet desde hacía algún tiempo, que se encontraba en el otro extremo del país y que, después de varias semanas hablando, habían descubierto que sentían muchas cosas el uno por el otro.

Yo me quedé de piedra, completamente descolocada y sin capacidad de reacción, sobre todo por el impacto no solo del contenido de esas palabras sino de la espontaneidad y la ausencia de remordimientos con que las estaba pronunciando, como si yo fuese más una amiga a la que le narra sus problemas que su propia novia.

A continuación me contó que estaban planeando un viaje para conocerse y pensaba que lo justo era decírmelo.

 

 

Yo no era capaz ni de llorar ni de sentir dolor. No sentía nada (supongo que estaba en estado de shock) pero atiné a decirle, sin saber ni de dónde estaban saliendo esas palabras “bueno, ha sido bonito mientras ha durado, espero que las cosas te vayan bien” como contagiada de alguna forma por su falta de emocionalidad.

Entonces fue cuando casi me explota del todo la cabeza: el pavo me miró sorprendido y me dijo que no me equivocase, que no me estaba dejando y no tenía ninguna intención de hacerlo, al menos hasta tener claro si lo de esa chavala realmente funcionaba y, claro, eso solo lo podría saber después de conocerla y pasar un tiempo con ella…

Le pregunté, totalmente flipando, que qué era lo que pretendía entonces y me contestó que simplemente quería que yo supiese de la situación y que esperase a ver cómo transcurrían los acontecimientos para ver qué pasaba con nuestra relación.

 

 

Como si me estuviera hablando del tiempo, se sinceró conmigo explicando sin ningún pudor que le daba miedo que lo de esa chica saliese mal, así que le interesaba tenerme ahí como novia posible de reserva.

A ver, estas últimas no fueron exactamente sus palabras pero os aseguro que ese fue su mensaje y lo que realmente quiso decir. De las literales, como supongo que comprenderéis, no soy capaz de acordarme.

Yo no salía de mi asombro y, por tanto, no reaccionaba.  Me parecía increíble ver cómo él se mostraba totalmente orgulloso de la sinceridad con la que me estaba tratando y además casi me dio a entender, de alguna manera, que le tenía que estar agradecida por no mentirme o abandonarme directamente y por darme esa posibilidad de tener a ese rey de los reyes en mi vida de cualquiera de las maneras.

 

 

Si no hubiera estado tan sumamente atontada asimilando ese suceso daliniano, le habría preguntado si quería que le diera un pin.  Pero siempre soy lenta para todas esas cosas y se me ocurren horas más tarde, en la ducha, por ejemplo.

Por suerte, a pesar de este bloqueo que suele impedir que se me ocurran los mejores zascas, al menos atiné a reaccionar y le dije que estaba loco si pensaba que iba a aceptar ese despropósito.

Ya en casa, lloré a mares durante semanas. Pero esto al menos me sirvió para darme cuenta de que ese chico no me merecía y que ya no perdería más tiempo de mi vida a su lado.