Últimamente me estoy aficionando a leer cualquier tipo de artículo que me pueda reportar alguna utilidad en la vida. La semana pasada os presentaba a Pamela Meyer y sus trucos para cazar al mentiroso y hoy os traigo a Jared Curhan, profesor de Estudios de Empleo y Organización, y su (presuntamente) infalible truco para que te suban el sueldo. 

Casi todxs nos hemos encontrado alguna vez ante la temida situación de tener que negociar nuestras condiciones laborales o, una vez en rodaje, la subida de sueldo que, por supuesto, merecemos. En mi caso he abandonado la idea más de una vez porque no sé cómo afrontarlo. En términos psicológicos, Jared me catalogaría como evitadora. Por eso mismo, cualquier artículo relacionado lo abro con la esperanza de encontrar en él la panacea de la negociación. 

No me quiero engañar, mucho peso recae en la actitud, en saber venderte, ser tu mejor comercial. No creo que haya truco que supere el hecho de ser tu propio embajador. Pero Jared nos da dos números, 3 y 9. Esos son los segundos que, según él, debe durar el silencio que potencia tus posibilidades. 

Silencio, eso es. Algo que suele ir precedido del adjetivo incómodo. Un acto que puede parecer intimidatorio, pero que en este tipo de negociaciones bilaterales funciona como un acto reflexivo. No menos de 3 segundos, para que se note esa reflexión, y no más de 9 para evitar llegar a ese punto que pueda interpretar nuestro interlocutor como agresivo o intimidatorio. 

 De entre los cientos de trucos que puedes encontrar en internet (separar el problema de la persona, preparar un plan b, ir a la mesa de negociación con los números hechos…), he escogido este porque todxs, con más o menos esfuerzo, sabéis quedaros calladxs un rato. Yo me excluyo directamente. 

¿Cómo y cuándo ponerlo en práctica? En cuanto veas que la situación se te va de las manos. La recomendación que nos da Curhan jamás me la hubiera planteado. Pedir tiempo muerto y evitar la necesidad de contestar como si fueras una escopeta de feria. “Tengo que pensarlo, te responderé más tarde”. 

¿Por qué usar este consejo? El motivo por el que ese silencio se posiciona como un aliado del trabajador es el tiempo que te regala para evitar la falta de control sobre la negociación, caer en situaciones impredecibles o para poder ordenar tus ideas y así saber qué cosas estás dispuestx a ceder a cambio de qué objetivo.  

«Cada parte tiene que hacer concesiones en asuntos que le importan menos y, a cambio, recibe ventajas en asuntos que le importan más, de modo que ambos lados salen ganando. Creo que el silencio obliga a la gente a pensar, ¿de qué otro modo se podría hacer esto?» nos explica Curhan. 

Además, según un estudio, los negociadores acusan un aumento en la creatividad del entrevistado al guardar ese silencio. 

Una vez conocido esto, habrá que ponerlo en práctica. Pero siendo realistas, me dedico al turismo, no es momento porque, aunque llevara todos los amuletos, estampas, silencios, planes b o z, lo más probable es que me digan que me peine. Además, después de catorce años conociéndonos, cuando mi jefe me vea callada entre 3 y 9 segundos, seguramente saque el teléfono para llamar al 112. 

Si lo lleváis a cabo, ¡CONTADME LOS RESULTADOS! 

@Loryzepam_