El sexo debería servir para hacernos felices. No se trata de algo con lo que cumplir, de un examen que superar, o de una forma de juzgarnos o presionarnos. El sexo se trata de pasar un buen rato. Y eso que debería ser obvio, por algún motivo, se nos está olvidando.

Por eso a veces nos hace falta una excusa para volver a recordar lo bien que nos lo podemos pasar, solas o acompañadas, en la cama. Una excusa como un libro de sexo que te cuente 69 ideas que replantarte sobre tu sexualidad y consejos sobre cómo aplicarlas. Eso es “Sexo para ser feliz”.

Como sexóloga suelen preguntarme sobre ideas para mejorar la vida sexual de las personas: sacarles de la rutina, superar una situación concreta, etc. Pero no hay una receta que sirva para todo el mundo. Nadie debería decirnos cómo vivir nuestra sexualidad, y ese es gran parte del problema. Que intentamos vivir nuestro placer, según las reglas que han escrito otros. Y si no hay dos personas iguales, desde luego no hay dos parejas sexuales que se parezcan.

No es obligatorio llegar al orgasmo y mucho menos fingir para no ofender, usamos juguetes sexuales para sumar experiencias y no para suplir ningún pene, no tenemos que esperar a ser conquistadas, o cazadas,  sino que podemos ser nosotras las que nos lancemos a ligar, ver porno o preferir la literatura erótica, podemos definirnos como demisexuales , o incluso como vegasexuales, si nos da la gana, podemos haber disfrutado mucho del sexo aunque después nos dé un ataque de llanto (que tiene explicación), y podemos disfrutar más si nos estimulan el punto A o el punto K, que si nos buscan el punto G.

De esta forma solo hay un único consejo que vale para todo el mundo: es hora de romper las partituras y escribir nuestra propia melodía. Pero como a veces los cambios nos hacen sentirnos un poco desubicados, aquí van algunos ingredientes como guía- unos más picantes que otros- para tentarnos:

Slow Sex

Vivimos en una sociedad en la que todo sucede muy rápido, en la que parece que siempre vayamos con prisa. La tendencia de lo slow (lento) se conoce sobre todo gracias al movimiento slow food, que tiene su origen en Italia y que invita a tomarse la comida no solo como una necesidad que satisfacer sin más, sino también como un placer con el que deleitarse. De este modo, apuesta por la creatividad y la naturalidad a la hora de cocinar, además de la tranquilidad y la buena compañía en el momento de comer. Siempre con calma, siempre saboreando.

El juego de los verbos

Muchas veces los juegos nos proporcionan la mejor forma de innovar en el sexo. En las tiendas eróticas encontrarás juegos de mesa para todos los gustos, pero también hay opciones más sencillas como los dados sexuales, en los que uno indica verbos (besar, lamer, oler, acariciar, morder…) y el otro, partes del cuerpo (todas las imaginables). Si no tenéis los dados a mano y queréis ampliar las posibilidades, podéis usar como alternativa el juego de los verbos: uno dice el verbo que más le sugiera (olfatear, vendar, succionar…) y el otro le responde con la parte del cuerpo donde quiere recibir la acción. Por ejemplo, besar y cuello, o azotar y nalgas. Echadle imaginación y ampliad la lista.

Consejos para un buen masaje genital

Esta parte de nuestro cuerpo también puede beneficiarse de un masaje lento y delicado, más allá de la pura masturbación. Podemos, por ejemplo, masajear el tronco del pene de forma horizontal, en lugar de hacerlo verticalmente, utilizando siempre aceites de masaje que respeten el pH de nuestros genitales, es decir, el nivel de acidez de la zona íntima (debemos asegurarnos de ello preguntando antes a un profesional). Es tan simple como si masajeáramos un brazo en vez de un pene. Igualmente, no debemos centrarnos solo en el genital en sí, sino en la zona interior de los muslos, los testículos y el perineo (por si hay dudas, el perineo es la región que se ubica entre el pene y el ano).

Para las personas con vagina podemos aplicar movimientos de arriba abajo, también con un aceite de masaje, como una caricia con algo de presión, de forma que se abarque toda la vulva con las dos manos. Igualmente, hay zonas a las que no siempre prestamos atención, como el monte de Venus, que, al ser una zona grasa, también recibe de forma grata los masajes. Asimismo, podemos pellizcar con cuidado los labios mayores, e incluso estirarlos y masajearlos. Se trata de ir buscando sensaciones agradables pero no necesariamente excitantes…

Beso de Singapur

El beso de Singapur se denomina así por su tradición asiática, pero a esta técnica también se la conoce como pompoir en Francia. La idea principal es que en la penetración no es todo roce, sino que también hay succión. Para realizar esta práctica es conveniente entrenar previamente nuestro suelo pélvico con los ya conocidos ejercicios de Kegel. La mujer debe colocarse encima, preferiblemente a la amazona, y, en lugar de mover la cadera para marcar las embestidas, debe hacerlo solo lo justo para acompasar un movimiento de presión con los músculos de su vagina, como si succionara el pene de su pareja. Proyectar mentalmente la imagen de succionar el pene de forma cada vez más profunda también puede ayudar a marcar los movimientos…

Bondage y shibari

El arte del bondage va más allá de atarse al cabecero de la cama con el cinturón de la bata. En realidad, existen técnicas muy sofisticadas para atar y dejar a tu amante a tu merced e incluso aprovechar las ataduras para estimular ciertos puntos de presión en el sistema nervioso. Una de ellas es la conocida como shibari, el arte de atar al estilo japonés. Se trata de una técnica muy visual, que llama la atención precisamente por sus suspensiones en el aire. El objetivo no es atar a la pareja para poder penetrarla a placer, sino dejar que sienta la sensación de verse suspendida y totalmente entregada a la persona que la ata. De este modo, el disfrute no se encuentra en la meta, sino en el camino hacia ella, en las sensaciones que se producen durante las ataduras.

King out

Si en una relación entre amigos se ha generado cierta tensión física, hay diferentes formas de solventarla. Se ha vuelto a poner de moda una práctica denominada king out, es decir, «el rey se queda fuera». Básicamente se trata de tener una relación sexual sin coito, que suele ser «el rey de la fiesta». Si bien esta práctica es común especialmente en adolescentes —por medio del petting, que consiste en frotarse los genitales entre sí con la ropa puesta—, también se ha puesto de moda en parejas de amigos. Aunque inicialmente no lo parezca, tiene su lógica: queremos tener algo físico con esa persona, pero no queremos cruzar la línea entre la amistad y una relación sentimental, por lo que limitamos el contacto físico a prácticas como los besos, las caricias, etcétera, sin llegar al coito, por las connotaciones que pueda llegar a tener…

¿Dónde quedamos para tener sexo con un desconocido?

Queremos tener sexo con alguien y las tecnologías nos lo ponen fácil, pero no siempre tenemos claro el dónde. La primera idea que nos cruza la mente, la de quedar en nuestra casa, debería descartarse. No conocemos lo suficiente a esa persona como para invitarla a nuestro entorno más íntimo y que tenga más datos de nuestra vida de los que necesita. Optar por el coche en una primera cita es fácil, pero, desde luego, no es cómodo. Entonces, ¿qué hacemos? La tecnología avanza rápidamente y ya existen webs y aplicaciones para móviles en las que podemos encontrar hoteles por horas. De hecho, hay una enorme oferta de hoteles que ofrecen packs de estancias para tres, seis o doce horas, lo que resulta mucho más económico que un día completo, y puede salvarnos de más de un apuro, porque en un hotel estaremos más tranquilas, tendremos más intimidad y podremos marcharnos cuando queramos si la cita no sigue un buen curso sin que sea demasiado incómodo.

 

Silvia C. Carpallo, puedes comprar su libro aquí.