Si no te gusta dónde estás parado, muévete. En 2022 decidí hacerle caso a esa filosofía, y me ha llevado a tomar dos grandes decisiones que, en conjunto, han dado un giro de 180 grados a mi vida.

Con 18 años decidí mudarme a 2.200 km de distancia para estudiar la carrera que me gustaba y a la que a día de hoy me dedico. Sin duda la primera gran decisión de mi vida y de la que nunca me arrepentiré.

Aquella vez tocó empezar de cero. Nuevo lugar, nuevas amistades que forjar, nuevo idioma, la primera vez en la universidad… No fue fácil, pero tampoco difícil. Con esa edad los retos se afrontan con una fuerza diferente, con menos miedo y más seguridad en uno mismo, posiblemente fruto del desconocimiento de la realidad del mundo en el que estamos parados o simplemente porque a la sociedad aún no le ha dado tiempo de fraguar nuestras inseguridades.

De aquel “primer empezar de cero” destaco determinados cambios en mi personalidad que aún arrastro a día de hoy. La complacencia y el no saber decir que no vienen de aquella época.

Fruto del sentimiento de soledad, entendí que las personas que me rodeaban no tenían la obligación de quedarse a mi lado. Que al igual que yo, ellos también estaban haciendo nuevos amigos, así que, si no les gustaba algo de mí, me darían de lado y simplemente sería una persona con la cual no había cuajado la amistad.

Para evitar quedarme sola empecé a priorizar a los demás y su bienestar antes que el mío.

Ahora, muchos años después de aquel nuevo comienzo, entendí que quien te quiere, va a estar a tu lado por muchos límites que pongas. Y si alguien se va, será porque simplemente éste no era su sitio.

Después de 11 años, en 2020 empecé a sentir que no estaba cómoda con la vida que estaba llevando. Por determinadas circunstancias, sentía que mi ciclo aquí agonizaba. Sin embargo, así como con 18 años empezar de cero no me atemorizaba, con 28 tenía un miedo paralizador.

Me detenía la sensación de estar destruyendo aquello que llevaba tantos años construyendo. Y dejé de escucharme. Callé a mi corazón y a mi cerebro y decidí seguir en esa rueda de hámster a la que me habían conducido la vida y los preceptos sociales.

Hasta que un día de 2022, en la misma cama que con 18 años había tomado la mayor decisión de mi vida, decidí que quería volver a coger las riendas de mi futuro. Y lo hice.

2022 empezó con una ruptura después de casi 9 años de relación para a continuación irme a vivir sola por primera vez en mi vida. 2023 empieza con una pareja nueva a la que no pensaba encontrar, pero que agradezco cada día haberlo hecho, con una carta de renuncia a un puesto de trabajo estable y un billete para volver a casa después de casi 14 años.

El puesto de trabajo que allí me espera me da miedo, supone mayor responsabilidad que el de ahora y es más inestable. Pero como dije al principio, si no te gusta donde estás parado, muévete. O lo que es lo mismo “be afraid, and do it anyway”.

Seguro que este “segundo empezar de cero” también comportará cambios en mi personalidad, pero para eso está la vida, para nutrirnos de nuestras experiencias y evolucionar. Y yo espero que nunca se me vuelva a olvidar.

@maripluff