Si algo nos han dado las nuevas tecnologías es información a tope. Y cuando mezclas eso con redes sociales, aplicaciones para ligar y un poco de neurosis tienes al perfecto stalker.

Para las que no lo sepáis, os explico qué es stalkear.

Aunque no salga todavía en la RAE esta palabra ya se utiliza mogollón en español y viene del término inglés stalk que significa «acechar», «acosar», «espiar», «perseguir», pero se utiliza con más frecuencia para acosar o más bien espiar a alguien por las redes sociales. Y cuando además eres intensa o estás en celo, más le das al stalkeo. Lo dice la Biblia.

Que levante la mano la que no haya buscado un nombre en facebook o haya mirado las fotos de alguien por Instagram. Hasta aquí más o menos todo normal. El problema es cuando te pillas de alguien y te conviertes en Sherlock Holmes, que ya le gustaría a la CIA contar con stalkers entre sus filas.

Hasta cierto punto tiene sentido, sobre todo con gente que conoces de aplicaciones. Que aquí todo el mundo es muy educado y muy normal hasta que lo encuentras en Tinder. ¿Pero qué pasa cuando llevas 2 horas stalkeando la cuenta de alguien por Instagram y has perdido el control y el rumbo? Pues que no hay nadie al timón. Porque confundir amor a primera vista con lujuria a primera vista es muy de intensas.

De hecho algunas personas disfrutan más el momento de cotillear el perfil de alguien, ver los me gusta, la gente con la que sale y saberse los nombres de todos sus primos, a las citas en sí.

Y de ahí a cotillear a alguien que no conoces en Facebook y acabar enviándole una solicitud de amistad, veinte me gustas y tres ramos de rosas rojas por error NO HAY NADA.

Yo no acabo de encontrar mi príncipe azul porque la naturaleza es caprichosa y ninguno sois un helado de Ben&Jerry pero un poco de stalkeo no hace daño a nadie, ¿NO?

Y contadnos, vosotras de 0 a stalkear por facebook, ¿cuánto habéis llegado a perder la cabeza?

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@LuciaLodermann
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