Esto es lo que hice para que mi hija adolescente saliera de la habitación

 

Sé cómo es eso de ser adolescente porque por ahí pasamos todos.

Pero no por saberlo se lleva mejor cuando lo vives desde el otro lado, desde el de la madre que ve a sus hijos atravesar esa etapa tan, digamos… delicada.

La verdad es que yo tengo la suerte de que a mi hija no le ha dado por manifestar su revolución interior de formas demasiado llamativas, de hecho, lo que peor llevo es el encierro. A la chiquilla, como a muchos jóvenes de su edad, le ha dado por pasarse la vida encerrada en su cuarto.

No ocurrió de la noche a la mañana, tardé un tiempo en darme cuenta de que, a pesar de tenerla en casa, cada día la veíamos un poco menos. Al principio no era nada demasiado escandaloso, pero llegamos a un punto que la cosa clamaba al cielo.

Recuerdo un día que estábamos todos en el salón viendo una película y ella salió un momento de su cueva para coger un vaso de agua en la cocina. Mi hija pequeña la miró con los ojitos emocionados y le comentó: ‘Guau, te ha crecido un montón el pelo’.

Que la niña es un poco exagerada y lo cierto es que su hermana suele llevar la melena recogida, pero… tela. Ese día me dije que no podía ser, que tenía que conseguir sacarla de su aislamiento. Sé que es normal y natural y todo, pero la cosa se estaba yendo de madre.

Así que me puse manos a la obra y esto lo que hice para que mi hija adolescente saliera de la habitación:

 

  • Dejar de tocar el tema

Me di cuenta de que cuanto más le recriminaba el encierro, más se encerraba. De modo que me obligué a parar, a dejar de quejarme sobre el tema, a dejar de reñirle y de pedirle que saliera e hiciera vida con su familia. Cuando dejé de darle importancia, mi hija dejó de estar a la defensiva, y eso hizo más fácil el resto.

 

Esto es lo que hice para que mi hija adolescente saliera de la habitación

 

  • Establecer horarios

Nada de ‘luego me tomo unos cereales’, ‘es que ahora no tengo nada de hambre’ ni otras excusas con las que evitar levantar el culo de su cama. Reconozco que a veces transigíamos solo para tener la fiesta en paz. Pero decidimos que eso se había acabado, si no tenía hambre, podía sentarse a mirar cómo comíamos los demás y a charlar con nosotros mientras tanto. Los primeros días la tuvimos de morros y suspirando, pero no tardó en ponerse algo en su plato y, poco a poco, acabó por participar en las conversaciones.

  • Mejorar la comunicación

Leí en algún lado que es importante averiguar si hay algún motivo que les lleve a enclaustrarse en su dormitorio. Pero, claro, pregúntale tú eso directamente, es lo mejor que puedes hacer para que se cierre en banda. Me propuse entonces mejorar nuestra comunicación, hablar más y mejor, incluso aunque fuera de chorradas intrascendentes. Con el tiempo y mucha paciencia, conseguí que empezara a contarme sus cosas y sus preocupaciones. No puedo estar segura al 100 %, pero siento que no le pasa nada. Solo es una fase normal dentro de su búsqueda de la propia individualidad.

 

  • Actividades en familia

Esta fue la más complicada. Parece mentira, pero sí. Y es que es más difícil de lo que parece implicar a una adolescente desganada y mosqueada en las actividades familiares. Tuve que hacer concesiones, llegar a acuerdos… Y, aun con eso, protestaba y contaba los segundos para librarse del compromiso, ya fuese ir de excursión todo el día o ir un rato a las atracciones de la feria. Ella rosmaba igual. Sin embargo, tenemos la suerte de contar con un comodín: su hermana pequeña. A ella le cuesta negarle las cosas, así que usamos el comodín todo lo que pudimos hasta que, simplemente, dejó de ser necesario.

 

Esto es lo que hice para que mi hija adolescente saliera de la habitación

 

  • Respetar su privacidad

Ella solo quiere tener un espacio privado, un lugar seguro en el que estar en paz y sola con sus movidas. A salvo de intromisiones. Y como todo lo demás fue funcionando y no sospecho que haya nada malo ni peligroso en que guste de pasar las horas en su habitación, pues lo menos que puedo hacer es respetar su privacidad. De esa manera ella siente que la respetamos en ese y en todos los aspectos, y está mucho más proclive a salir de vez en cuanto para compartir su tiempo con nosotros. Aunque sea solo un ratín.

Mi hija sigue pasando mucho rato en su cuarto, sin embargo, ahora es ella misma la que decide salir para dedicarnos unos minutos cada día. Intenta estar más con su hermana y no hace ni el amago de perderse alguna comida con nosotros, aunque a veces se siga tomando el postre allí. Los demás hemos aprendido también a respetar sus momentos y su espacio, por lo que las broncas se han reducido a un mínimo más que aceptable y nuestras dinámicas familiares fluyen mucho mejor.

Ya solo me queda esperar que lo mismo funcione con la pequeña, porque en un parpadeo la tendremos también entrando en la adolescencia.

 

 

Rosa

 

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