No me enorgullece esta historia, pero el mundo debe saberla.

He sido infiel recientemente y no me siento orgullosa de ello. Con mi novio no follo todo lo que me gustaría ni aunque se lo suplique y una tengo una bestia dentro que está saliendo a pasear solita últimamente.

Me descargué una aplicación para darme una alegría sin complicaciones y el otro día tuve una cita.

 

Yo insistí en coger hotel, pero se ve que el maromo no quería gastarse ni un duro y propuso un plan alternativo. Quedamos a pasear por un parque muy mono, nos comimos la boca como si tuviéramos 16 y decidimos ir al coche a ‘charlar’ un rato porque hacía frío.

No puedo negar que era un virtuoso besando en la boca, porque lo que es en el chichi, lo tocó poco. Estuve la mayor parte del tiempo con las bragas puestas y fui yo quien se bajo al pilón. Solo accedió a mi tesoro escondido para que se resguardara allí a su amiguito.

endometriosis un dolor que nos destruye de manera silenciosa

¿Por qué te cuento todo esto? Muy fácil, porque además de ser una pérfida, he quedado como  la mala de la película.

La cosa terminó de la siguiente manera: me folló regulinchi en su coche y, desde entonces, dice que huele fatal.

Según me comentó, después de hacerlo, se fue a buscar a su novia para ir a cenar y ella le comentó que olía raro el coche.

¿Cómo se te ocurre ir a por ella si sabes que el coche te huele a folleteo?

No hay día que no me diga, como quien no quiere la cosa, que eso se debe a mí. Nada, nenis, se ve que mi chichi expulsa un gas letal que no se va ni con aguarrás.

Lo peor de todo es que me ha llegado a pedir que le haga un bizum con el importe del lavado de tapicería porque el olor es insoportable.

Lo dicho, mi perfume genital no está hecho para el agrado de todas las narices. Igual ha sido un castigo divino por meterme donde no me llaman.

 

Anónimo

 

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