Tengo un nuevo ‘novio’, no lo quiero llamar novio porque somos más bien follamigos, pero un poco más. Es como que somos novios de verdad, pero no nos hemos presentado en sociedad. Nos estamos conociendo, llevamos cuatro meses follando, pero aún no nos hemos introducido en el grupo de colegas del otro porque, sinceramente, nos da pereza. Estamos en esa fase en la que solamente nos apetece estar juntos para hacer mucho sexo y pedir comida a domicilio. Nos pilló la cuarentena a los dos en Madrid así que tomamos la decisión de irnos a vivirla juntos. 

¿Locos? Probablemente, pero nos ha salido bien, al menos de momento. Y si sale mal, pues mira, pasamos a la fase 1 a la de ya así que me puedo ir corriendo cuando quiera.

El caso es que el otro día echamos un polvo animal, de esos en los que te planteas si te queda algo de ser humano dentro o solamente sois dos bestias en celo, uno de esos. Estábamos los dos en el salón viendo Ana Rosa Quintana, todo muy hot como os podréis imaginar. Yo llevaba un pijama de verano que tengo del cual se me sale una teta todo el rato y claro, en una relación que acabas de empezar y que está basada en el sexo pues no puedes tener una teta fuera ni mientras de desayunas un colacao con sobaos, porque el compi te chupa un pezón cuando menos te lo esperas y acabas a cuatro patas frente a ARQ.

Pues ahí estábamos dale que te pego a la mandanga morena en el salón, con las mañanas de la cinco puestas, que ni nos molestamos en apagar la televisión, con los papeles de las magdalenas y los restos de café ahí esparcidos por todas partes. Cuando de repente decido que me apetece un poco de ponerme a cuatro patas pa que me dé duro contra el muro, me tiro al suelo, pongo postura de perrito y espero ansiosa la embestida. 

Pues a ver… ¿Cómo digo esto? El pene entró regulero, no sabíamos bien qué había pasado, porque yo hidratada estaba un rato y él también, intentamos hacer unos cuantos mete-saca, pero la cosa no fluía como debía. Yo me quedé pensando en plan, qué puede pasar, cuando en realidad ya sabía la respuesta porque no era la primera vez que me pasaba, tenía la puerta de Alcalá llena de aire y en cualquier momento iba a salir de ahí un pedo que en el Katrina.

Con este chico tengo algo de confianza, hemos pasado el confinamiento juntos y esas cosas, pero aún sigo en el punto en el que no me tiro pedos, eructos e intento estar guapa en casa, ese es el nivel. Entonces claro, un pedo vaginal atronador no era algo que yo quisiera que pasara, que es algo natural e inevitable, evidentemente, pero que no por eso me hacía ilusión vivirlo, pues también.

Pues nada ahí estoy yo, con el pijama puesto, el pantalón echao pa un lao, con su polla en mi chocho, las rodillas a tierra, la cabeza en el suelo, las dos tetas fuera de este puto pijama de mierda, Ana Rosa hablando y mi chocho en crisis ante mis órdenes cerebrales de ‘NI SE TE OCURRA PEERTE AHORA MISMO’. 

Pues nada mi chocho viviendo una censura que ni el franquismo lo estaba pasando mal de aguantar tanto tiempo sin respirar, que ni el mejor de mis amigos en los concursos de a ver quién aguanta más debajo del agua en verano podía batir ese récord y claro, al final pasó lo que tenía que pasar, que el vendaval salió por la puerta grande y se marcó un Mayumana que ni en la mejores batukadas. Os juro que fue el pedo más largo que he oído en mi vida, vaginal o anal o de cualquier especie de pedo, estuve como ocho segundos tocando la trompeta delante de Ana Rous y del señor que más me gusta del mundo ahora mismo.

Me quería morir, literalmente, o sea, estaba roja como un tomate, pasándolo FATAL, encima, una vez que terminó mi concierto nos quedamos en silencio como cinco segundos, unos cinco segundos TAN desagradables y TAN incómodos que yo no podía más. ¿Qué pasó? Pues que mi colega se empezó a descojonar, pero como en su vida, o sea, nunca antes le había visto reírse tan putamente a gusto y claro, con lo nerviosa que yo estaba, pues se me pegó enseguida y claro, ataque de risa al canto, que estuvimos como quince minutos ahogándonos de risa. Nivel que se le bajó el pene y nos olvidamos del polvo y de la vida en general.

Eso sí, mi teta seguía fuera del pijama porque chica, las camisetas de tirantes de pijama se han inventado pa eso.