Últimamente no salgo demasiado, desde el COVID mi vida social se ha reducido bastante, como a muchas personas imagino, pero el otro día era el cumpleaños de mi amiga Alicia y no podía perdérmelo. 

Fuimos a cenar y después a tomar unas copas a un pub musical; desde que entramos me di cuenta que había un chico con sus amigos que no paraba de mirarme. 

Era un chico de esos que creo que casi todas, nos fijaríamos en él si nos lo cruzáramos por la calle. 

Era moreno, alto,  latino y con unos labios carnosos espectaculares. 

Yo me considero una chica de lo más normal, soy resultona, pero no creo que sea una chica espectacular, de ahí que me sorprendiera que me mirara tanto. 

No solo me miró, si no que al rato, él y un par de amigos más se acercaron para saludarnos. 

Nuestras miradas se cruzaron más de cerca y era palpable la química que había entre nosotros o eso pensaba yo; me preguntó cómo me llamaba y me invitó a una copa; estuvimos hablando un rato y me preguntó si quería irme de allí para poder hablar más tranquilos, que él vivía cerca y podíamos tomar la última en su casa, a lo que accedí.

Me despedí de mis amigas y fuimos a su casa.

Nada más entrar, me acarició el pelo y me dio la mano para darme una vuelta y después añadir «vaya cuerpo que tienes, me flipa«. 

Me pareció un comentario un poco ofensivo y vulgar, como si fuera un trozo de carne, pero pensé, bueno, ya sabíamos a lo que veníamos, no espero que me pida matrimonio, así que lo dejé estar. 

Me recogió el pelo detrás de la oreja y aprovechó para acercarme contra su pecho y besarme. Que labios tenía, me volvían loca, suaves, carnosos y que encajaban perfectamente con los míos. 

Se quitó la camiseta y me puso la mano sobre su pecho para bajarla por el torso, poniendo una cara de “¿Has visto como me cunde el gym?”, pero tampoco quise darle importancia.

Fue subiendo la temperatura y ya desnuda, me tumbé sobre la cama y él se encajó entre mis piernas para penetrarme.

Una embestida, dos, tres… Yo estaba disfrutando, pero lo miraba a él y no entendía nada, estaba con una sonrisa mirándose el torso, los brazos y la polla, daba la sensación como si no estuviera pasándoselo bien, que simplemente lo hiciera por exhibirse. Me estaba poniendo nerviosa; la tenía durísima pero no se le veía disfrutar demasiado. 

Se me cortó mucho el rollo y empecé a no disfrutar de la situación, a lo que él me preguntó si es que no me gustaba él, le dije que sí pero un poco perpleja, lo normal hubiera sido preguntarme si no me gustaba lo que estábamos haciendo, pero no fue así.

A él parece que le dio morbo que dijera que si me gustaba y ahí es el único momento en que lo vi disfrutar un poco más del sexo y en dos empujones más se corrió sin ni preocuparse en mi placer. 

Me pareció muy surrealista y me sentí casi como una muñeca hinchable, él disfrutaba realmente de sí mismo, no necesitaba que yo estuviera ahí, le ayudó que le subiera el ego, pero eso es todo.

Después me pidió el número para vernos, pero le dije que no quería conocer realmente a nadie y que mejor que no, cuando echando la vista atrás, tenía que haberle dicho toda la verdad y a ver si así, dejaba de pensar sólo en su físico. 

 

Anónimo