Que sepáis que este no es un follodrama normal, es un follodrama TRIPLE, y no porque afectase a muchas personas a la vez, sino porque a mi me cuesta muchísimo lanzarme y atreverme a quedar con un tío para follar. Por lo que para una vez que me atrevo que me pase esto… MANDA HUEVOS. Y ahora entenderéis la expresión en mayúsculas…

Ya os digo que soy tímida y que cada vez que me descargo Tinder duro media hora porque me entra el cague cuando me sale un match. Me pongo tan nerviosa que se me viene todo encima y acabo mandando la app a la papelera. Pero claro, a las tímidas también nos pica el chichi, así que igual me he descargado y eliminado la app unas 20 veces en total.

Una de esas veces me había tomado 3 cervezas y cuando Carlos (nombre inventado) me dio conversación, le seguí el rollo. Le seguí tanto el rollo que me dijo de quedar esa misma noche para tomar algo por el barrio, y animada por el alcohol aún no sé cómo pero le dije que sí. Con él me tomé otras dos cerves y ya mi timidez a tomar por culo. Cuando me metió boca me dije: ‘de perdidos al río’.

Al verme tan animada me invitó a su casa y allá que nos fuimos. Reconozco que yo iba emocionada: el chico era guapísimo y yo por fin estaba rompiendo mis miedos e iba directa a quitarme las telarañas chumineras. Recuerdo subir en el ascensor y mirar el reflejo del espejo pensando ‘qué buena pareja hacemos, vaya polvo vamos a echar’.

Entramos en su casa, gracias a Dios vivía solo, y al poco de estar besándonos en el sofá me dice que si quiero ir pasando a la habitación, que él va al baño un segundo.

Le hago caso, entro en su habitación, y menos mal que no me dio por hacerme la sexy y desvestirme antes de tiempo, porque de pronto escuché un grito de horror que provenía del baño.

 

Me acerqué corriendo a la puerta a preguntar si estaba bien, pero Carlos no quería abrirme. Sin embargo, tampoco dejaba de sollozar. Le dije que si necesitaba ayuda o que llamase a alguien, y al ver que yo no tenía intención de dejarle en paz se dignó a abrir la puerta, dejando ante mi el panorama que os muestro a continuación:

Foto sacada de Google que refleja fielmente lo que vi cuando Carlos abrió la puerta

 

Efectivamente, el chaval se había trillado un huevo con la cremallera del pantalón y aquello estaba empezando a ponerse entre rojo y morado. Le dolía tanto que empezaba a marearse y yo me vi obligada a llamar al 112 para que enviasen a alguien, porque el colega estaba a punto de desmayarse con el huevo fuera. 

Llegaron los sanitarios, yo tuve que comerme toda mi timidez y explicarles lo que estaba pasando porque Carlos ya ni hablaba. No sé cómo porque no quise ni mirar pero consiguieron desentrillarle el testículo (ahora de repente voy de fina) pero aquello sangraba así que tenían que llevárselo para asegurarse de que no había más daños. Yo le dije que si quería le acompañaba pero muy serio me dijo que por favor me fuera a mi casa, que llamaría a un colega para que le acompañase pero que yo ya había hecho bastante.

Me sentí un poco mal pero aquello no fue un consejo, fue una orden. Cogí mi bolso y me fui a dormir la mona a mi casa.

No sé si fue por la vergüenza que le dio lo que vivimos o que en realidad no quería volver a verme, pero Carlos nunca volvió a dar señales ni respondió a mis mensajes de ‘Espero que estés mejor’. Que su huevo y él descansen en paz.

 

Anónimo

 

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