Tengo una relación amor-odio con el deporte: me hace sentir muy bien pero me da mucha pereza “arrancar”.

Cuando era pequeña, como excusa para estar siempre fuera de casa, me apuntaba a todas las actividades posibles: pasé por club de fútbol sala, equipos de voleibol y hasta de baloncesto (con mi 1.55 de altura). Ya de mayor también he ido a clases de aeróbic, zumba, batuka, body combat, body pump, natación e incluso muay thai (un mes duré también os digo).

Lo que nunca me ha gustado ha sido ir al gimnasio si no es para hacer alguna clase. Las máquinas, las pesas…eso siempre me ha dado mucha más pereza (igual porque nunca he encontrado a nadie que me haya motivado lo suficiente, no sé) aunque reconozco la importancia de trabajar la fuerza y no solo centrarte en el cardio.

Una de tantas veces que me propuse volver a hacer algo de deporte encontré en mi ciudad un gimnasio para mujeres. La verdad es que por aquél entonces ni siquiera sabía que existían así que, curiosa de mí, me acerqué a informarme.

Me gustó mucho la mecánica de este gimnasio en concreto (que al ser una franquicia seguro que muchas reconocéis) en la que se combinaban ejercicios de fuerza en máquinas hidráulicas con ejercicios variados en tablas: así durante media hora y sin hombres.

Para mí el hecho de que no hubiese hombres no era importante pero sí que conocí allí a muchas mujeres que era precisamente eso lo que las llevaba a acudir a ese gimnasio y no a otro. Es verdad que el clima es totalmente distinto: allí estábamos desde adolescentes hasta señoras de 75 años y todas compartíamos ese ratito de sudor, esfuerzo y, sobre todo, risas. Porque otra de las cosas que para mí destacan es que nos lo pasábamos muy bien.

Las monitoras organizaban retos, fiestas por días especiales como el de San Valentín, navidad o feria y, a través del grupo de whatsapp, compartíamos recetas o fotos de nuestros viajes.

¿Cuál es la parte negativa? Su método de control de peso. Sé que para muchas personas es importante adelgazar, para eso van al gimnasio y les sirve de motivación ver que al cabo del mes han perdido 3 kilos o 3 centímetros de cintura o cadera. Pero a mí, personalmente, eso lo único que hacía era echarme para atrás: en cuanto un par de meses seguidos no adelgazaba, me entraba una especie de “miedo al peso” y eso hacía muy muy cuesta arriba el seguir manteniendo el hábito, tanto que al final, dejaba de ir.

Por eso, aunque recomiendo este tipo de gimnasios si sientes que un gimnasio al uso no es lo tuyo (por mil motivos distintos) sí que estaría bien que se actualizaran en la forma de motivar a hacer deporte independientemente de si adelgazas o no mientras lo practicas.

Orquídea