Una de las muchas desventajas de ir haciéndose adulto es que tu capacidad de quedarte dormido disminuye.
Piensa en esta escena: te tumbas en la cama, estás plácidamente, pero tu mente te recuerda cosas que tienes pendientes, escuchas la sintonía de Mercadona o coges el teléfono con esa super luz que hace que conciliar el sueño sea misión imposible.
A todo esto, si le sumamos ansiedad, momentos difíciles o cualquier situación que te altera más de lo normal, ya no hay manera.
Hace unos meses me descubrieron la solución para el mayor de mis problemas. En Netflix existe un apartado que se llama ‘Relaja tu mente’. En él, tienes la opción de meditar, relajarte o dormir bien.
Una de las mayores ventajas es que tienes ejercicios de 3 minutos. En lo que dura una canción, puedes encontrarte contigo misma y fijarte en lo importante que es la el descanso y la paz mental para seguir en la vorágine de la vida.
En el caso del apartado de dormir bien, te dan a elegir entre cuatro historias y te avisan de que son 45 min y se para cuando te duermes. Desconozco de cuándo se para, porque a mí esas voces me teletransportan al mundo de Morfeo en milésimas de segundo.
En alguna que otra serie se han mofado de personas que necesitan escuchar ruidos de la naturaleza y yo me sumo al carro, pero, ahora que el crepitar del fuego hace que por fin llegue mi tiempo de descanso, ya no me río tanto.
Aquí no queda la cosa, tienen apartado de meditación y relajación que consiguen que entres en calma tras un día de estos llenos de ansiedad, preocupaciones y momentos incómodos. No te creas que estoy yo aquí haciendo publicidad sin más, no. Soy una persona eléctrica cuya cabeza va más rápida que la luz y no admito jamás que no puedo con todo y eso ha hecho que todo mi organismo se vea afectado.
Evita que te engañen cuando alguien te dice ‘si tú puedes con eso y con más’. ¡NO! Igual no puedes y solo necesitas unos minutos para dejar la mente en blanco y ya decidir con qué seguir.
No sé quién fue la personita que inventó este recurso porque llegó a la conclusión de que necesitábamos parar un poco y escucharnos, pero, seas quien seas, ¡gracias!