Dejad de llorar de una vez, pesadas, que ya estoy aquí.

Aquí tenéis de nuevo al chico de las poesías navarricas, vuestro fiel admirador.

Que ya sé que me habéis echado de menos, pero yo soy así, impredecible como el viento; me da por una cosa y no paro, luego se me pasa y como si jamás me hubiera interesado.

Os he leído venga a pedir mi vuelta, pero qué queréis que os diga, queridas chochos, soy un ser impulsivo y de repente me dio por no querer escribir más; pero aquí me tenéis, porque he leído una cosa QUE PARECE SACADA DE MI VIDA Y YO NO ME PODÍA QUEDAR SIN CONTÁROSLA.

Bueno, no sé si estáis al día de las novedades de las series de la vida, el caso es que van a sacar una nueva y cuando yo vi aquella sinopsis me quedé prendado PORQUE ESA IDEA LA TUVE YO. Y claro, necesito reivindicar mis talentos varios.

La serie la va a sacar HBO y se llama Foodie Love de la maravillosa Isabel Coixet. Al parecer viene a ser como Grindr (Tinder para las heteras), pero de comida.

O sea, la vaina va de peña que se enamora por sus gustos en comida y en la app hablas de qué te mola comer, de cuáles son tus restaurantes favoritos y ahí es donde tenéis las citas. ¿¡PUEDE HABER MEJOR IDEA EN EL MUNDO?! Ya os digo yo que no.

Esa idea no es novedosa, PORQUE YO LA LLEVÉ A CABO DURANTE UN TIEMPO. Ella, pionera.

Tuve una época de ser pobre y ¿qué pasa cuando eres pobre?, pues que tienes hambre. Y claro, uno de comer pollas no sobrevive, que con eso solo se alimenta el ego pero no el estómago.

¿Qué hice entonces? una drag race de restaurantes con mis ligues del Grindr.

Me dediqué, con todo mi rabo, a pedir que me llevaran a cenar a sitios y dependiendo de cuánto me gustara el sitio, decidía volver a quedar o no. Conoces gente, cenas gratis, rico y de vez en cuando te cae un pene en el fondo de garganta, (solamente si me has llevado a un estrella michelín).

Pues el tema es que había dos grandes competidores en mi carrera para ver quién me alimentaba mejor: un chico gordo, simpaticote, adorable, que cocinaba como los ángeles y me llevaba a sitios super escondidos, castizos y poco mainstream; y un pibón precioso, sacado del Olimpo que me llevaba al último grito en gastronomía de Malasaña y alrededores.

Os juro que pocas veces en mi vida me ha costado tanto elegir, así que me decanté por el método infalible: quedarme con ambos.

Fijaos si me gustaban, que dejé de entrar a mis aplicaciones varias, dejé de tontear con mis modelos, reduje todo mi abanico de posibilidades a dos seres humanos. Gordon y Olympus, vamos a llamarlos así, que me pone.

Con Gordon todo era fácil, sencillo, delicioso y gratificante. Llamó mi atención llevándome a cenar/comer/desayunar a sitios a los que jamás se me hubiera ocurrido entrar, abrió mi mente y, por moñas que suene, también mi corazón.

Gordon era de follar lento y bonito, en plan película Disney. Le molaba casi más la conversación de después del sexo que el sexo en sí y, para mi sorpresa, me encontré cogiéndole el gustillo. ¿Qué pasaba? pues que eso estaba bien para un rato, pero ya me conocéis y yo en la vida necesito EMOCIÓN.

Ahí es donde entra Olympus, marica básica de Malasaña: sombrero, abdominales, bebiendo copa de vino en la barra y comiendo siempre con palillos. Si vivís en Madrid, sabéis de qué os hablo y si no, básicamente viene a ser un Johnny Depp venido a menos.

Pues este señor era todo el postureo al que una provinciana como yo puede aspirar. Siempre bien vestido, hablando de las últimas tendencias, con el feed de Instagram más bonito que las pelucas de RuPaul y una tranca como la Torre de Pissa. El muy hijo de su santa madre la tenía así como parriba, que cuando eso entra donde tiene que entrar te da un gustito que para qué queremos más.

Olympus era sexo, puro y duro. Salvaje y desolador, de esos que te echan el kiki de tu vida y te dejan ahí postrado en la cama para que te recuperes ya en 2085 cuando tengas bisnietos.

Pues en esas estaba yo, Olympus-Gordon, Gordon-Olympus. ¿Qué hice? Hablar con la mujer más sabia que yo conozco en al existencia: mi abuela.

¿Qué me dijo mi abuela?

Fue clara, sencilla y directa, como solo ella sabe ser: ‘nene, ante la duda el que mejor cocine’. Porque claro, para ella siempre estoy flaco y que me alimenten como es debido, tiene que ser el broche final de cualquier ser humano que quiera formar parte de  mi vida, ‘porque algún día faltaré yo y tú tienes que seguir comiendo bien’. Así que eso, como conclusión: mi abuela me dijo que del sexo me cansaría algún día, pero de comer jamás. Ella.

La decisión estaba clara, Gordon era la opción -que Olympus muchos restaurantes, pero luego ni freír un huevo-.

¿Qué pasó? Pues que mi abuela es muy sabia, pero yo muy puto. Así que en lugar de elegir a uno, intenté estar con los dos. PORQUE YO SOY ASÍ, TODO O NADA.

¿Qué hice entonces? Hablar con ambos y contarles la existencia del otro, Gordon se mostró un poco reticente, pero a Olympus le encantó la idea  de conocernos los tres y ver qué podía pasar.

¿Intenté tener una trieja con Gordon y Olympus? Evidentemente.

¿Salió bien? Depende de a quién le preguntes, para mí: no. Todo fue genial al principio, de vinos los tres, cenando en sitios que cada vez uno elegía, ahora siempre pagando la cena entre todos (cosa que ya no tenía tanta gracia, a mí me gusta ser una mantenido) y siempre llegando a un casi sí, pero no, en cuestiones de sexo. Es como que cada vez que se planteaba la idea de ir a la casa de alguien, Gordon se rayaba y la cosa se iba a la puta.

El caso es que al final la cosa se deshinchaba, porque a mí por separado los dos muy bien, pero cuando quedábamos los tres me daban pereza. Se dedicaban a hablar entre ellos de cosas interesantes de la vida y yo estaba apartado.

A mí me gusta comer, pero de cocina no entiendo ni mierda y así con todo en la vida.

Al final dejé de quedar poco a poco con ellos, la idea de la trieja se difuminó en mi mente y ya al final no me gustaba ni el uno ni el otro, porque me cansé, porque yo soy así.

Pues bien, me olvido de ellos, se me pasa y vuelvo a mi vida habitual de hacer mamadas aleatorias a los maricas de la capital y en medio de mi vida de sexo, alcohol y desfreno, me encuentro paseando por Madrid Y VIENDO A GORDON Y A OLYMPUS JUNTOS DE LA MANO POR EL CASTIZO BARRIO DE LAVAPIÉS, MI BARRIO. ¿¡¿¡PERDONEN?!?!

Pues sí, los muy hijos de sus padres son novios, son felices y se quieren. QUÉ ASCO.

‘Tríos no, tríos no’. Pero que el otro te meta su espátula hasta el fondo del horno sí, eh.

Menuda angustia de maricones, de verdad os lo digo. Cómo voy a encontrar así el amor, si nadie me quiere. Intento hacer una trieja y sale una pareja en la cual ninguno de los dos miembros soy yo. DIMITO DE LA VIDA.

No obstante, confío ciegamente en que a raíz de la serie esta que van a sacar decidan crear la App correspondiente y así intentar de nuevo que me conquisten por el estómago. PORQUE ESTOY VOLVIENDO A SER POBRE Y NECESITO QUIEN ME ALIMENTE.

Pd: abuela, esta vez seguiré tus consejos, palabrita del niño Jesús.