Caminas cabizbaja o mirando al frente. Auriculares conectados a todo volumen o apagados. Caminas rápido, quieres llegar a tu destino lo antes posible. Tratas de no tener contacto visual a no ser que sea estrictamente necesario.

Disimuladamente te aseguras de que nadie te está siguiendo. No, no es de noche. No te encuentras en una zona oscura ni conocida por su inseguridad. Eres simplemente una mujer que camina por una calle cualquiera de un barrio cualquiera de una ciudad cualquiera. A veces, eres una mujer que se sube a un bus o un metro abarrotado. No importa tu edad, peso o apariencia. Te sientes identificada ¿verdad?

 

Creo hablar en nombre de todas cuando digo que estamos hartas: “¡Qué curvas!, ¡y yo sin frenos!”, “¿Dónde vas tan sola?” y carcajadas.

Se nos tacha de exageradas, de histéricas, de malfolladas. Se nos desnuda con la mirada, se nos silba como a ganado, nos sueltan alguna frase repugnante solo para demostrar quién manda.

Hasta el coño de que nos griten burradas desde un coche, de que nos bramen desde una obra, de que nos repasen de arriba abajo o de que nos rebuznen por cómo vamos vestidas.

Cuántas veces no habremos escuchado un “¡Eh, que solo era un piropo, no te lo tengas tan creído!” o cosas similares cuando respondemos. Hasta los ovarios de que nos eduquen en el miedo a ser violadas. Basta ya de dar rodeos para llegar a casa, de apretar las llaves como si fueran un puño americano o de mandar mensajes para avisar de que hemos llegado bien.

 

 

Hasta aquí podíamos llegar, en pleno 2020 y que sigamos teniendo que lidiar con esto. Porque sí, porque las mujeres salimos a correr, a pasear, a terracear o a lo que nos sale del mismísimo potorro y no tenemos que seguir aguantando esta clase de mierda porque a algunos les sale de sus santos cojones morenos.

Que quede muy muy claro, NO necesitamos piropos para vivir, con respirar ya estaría. “Solamente” pedimos respeto. ¿A que no es tan jodidamente difícil?