¡Hola! Soy la amiga de la prota. Sí, la gorda/fea/con gafas/friki/hortera que no se come una rosca y que siempre va a la sombra de mi amiguísima, la perfecta.
Te vengo a decir que lo que cuentan de mi en las pelis es una gran estafa.
Puede que mis padres no me dejaran llevar escotes, tacones o la raya del ojo hecha al insti (no es tan extraño, perdona que te diga), pero de ahí a ser una palurda, no cariño.
En la realidad no soy la sombra de mi amiga, la normativa. Soy mucho más. Soy TODO más.
Tengo chicos detrás mío y yo voy detrás de ellos u otros (incluso otras, figúrate), soy ingeniosa, no ingenua, muy inteligente, y si llevo gafas, es porque me sale del coño (existen las lentillas, ¿sabes?).
La que se tropieza y cae en el charco es mi amiga, la perfecta. Y yo también, qué coño. Es que, por si Hollywood no te había dejado ver la realidad, entre ella y yo no hay tanta diferencia. Ninguna, de hecho, más allá de la que puede haber entre dos seres humanos del género femenino.
No sé si me vas pillando… a ver, ¿cómo te diría yo?: que hay vida más allá del melenón Pantene, del maquillaje ideal, del cuerpo perfectamente proporcionado según los cánones, de la ropa divinamente conjuntada, de la personalidad arrolladora que encanta a todos los hombres en 30km a la redonda. De hecho (flipa), todo esto NO suele darse en una sola persona.
No me pondré a darte un cursillo acelerado de biología para que sepas las infinitas combinaciones de características personales que se dan en la naturaleza humana, pero sí, has leído bien: INFINITAS.
Y en las putas películas se empeñan en convencerte de que siempre hay una tía perfecta con un pañuelito de lágrimas (o varios) pululando a su alrededor, con defectos como características principales (puede ser guapa, pero tonta del culo, o superdotada pero feísima y gordísima, porque esto último en las pelis es defecto, recordemos), y así un largo etcétera.
Pues eso. Que sepas que es mentira.
Que siento desmontarte la idea que nos llevan metiendo en la cabeza desde Disney, pero que esas protagonistas no son la mayoría.
Y que lo que más siento es que te hayas sentido, aunque sea un momento, la “amiga que-a-nadie-le-importa-de-Fulanita”.
Que empieces a pensar así: aquí protagonistas, somos TODAS.