¡Hola, chicas!

Hace poco, una compañera nos habló de la psicosis postparto. Hoy, me gustaría hablaros de la infertilidad secundaria.

La verdad, es que yo ni siquiera sabia que existía. Pensaba que si te quedabas embarazada una vez pues ya eres fértil y punto. Pero no.

Y todo esto lo he descubierto por mi prima Carmen, que es quien nos cuenta su historia.

 

Tengo una hija pequeña que ahora tiene 6 añitos. Desde que tenía 3, hemos estado en la búsqueda de un hermanito o hermanita para ella, pero no ha habido suerte.

Cuando llevábamos 18 meses intentándolo, fuimos al medico a ver si había algún problema.

Tras varias pruebas, nos dieron un diagnóstico que infertilidad secundaria idiopática. Por lo visto es la incapacidad para concebir o de llevar un embarazo a término, después de haber tenido un hijo sin problemas. Puede deberse a varias causas. Y muchas de ellas tienen tratamiento o solución igual en que en la infertilidad primaria. Pero en nuestro caso no había una razón en concreto para que el embarazo no pasase.

Nos hemos sometido a varios tratamientos sin éxito hasta que, por nuestra salud mental, decidimos parar todo y aceptar la idea de que nuestra hija será hija única.

Me ha costado mucho aceptar esto. Si ya tengo una hija, ¿verdad? ¿Qué ha pasado para que no pueda tener una segunda? Claramente no hay nada malo en nosotros que nos lo impida…Además, yo siempre había imaginado una familia grande, con tantos hijos como me pudiera permitir.

Y lo peor de todo es la culpa. Lidiar con la culpa de no sentir plena gratitud por tener a mi hija, la culpa de pensar que le estoy fallando porque, en el fondo, le estoy haciendo entender que ella sola no es suficiente para que yo sea feliz. Y la culpa de estar intentándolo mes a mes sin que pase nada.

De verdad, ADORO a mi hija con todo mi ser. Es mi estrella, mi luz, y no la cambiaría por nada del mundo. Pero no puedo evitar pensar que le estoy fallando, que me estoy perdiendo muchas de sus primeras veces por estar metida en mis propias cosas. Le fallé cuando no fui a su primera fiesta de cumpleaños por quedarme en la cama guardando reposo, ya que me habían inseminado días antes. Le fallé cuando no fui a verla en la función de Navidad del cole, porque estaba tan deprimida que no pude levantarme de la cama. O cuando no podía ni mirarla a la cara sin ponerme a llorar por no poder conformarme con todo lo que sí tenía.

Casi obligada por mi marido y mi familia, llevo casi seis meses yendo a terapia. Poco a poco, estoy volviendo a ser yo misma, estoy aprendiendo a disfrutar de las cosas buenas que tengo, como mi pequeña. Pero a veces los comentarios de la gente tampoco ayudan.

Comentarios del tipo “da gracias que has podido tener una hija”, “no te quejes que hay gente que está peor que tú”, los recibo casi siempre que hablo de mi problema. En serio, no ayudan. Sí, ya se todo eso. Si, estoy agradecida por todo eso. Pero creedme cuando os digo, que la infertilidad secundaria también es muy jodida.

 

 Andrea M. y su prima Carmen.