Mi hermana no recuerda mucho sobre sus primeros años como madre. Al poco de nacer mi sobrina Claudia, yo me tuve que ir a vivir con ellas un tiempo. Cuando le dieron el alta en el hospital, mi hermana me dijo que necesitaba ayuda, que no podía dormir.

Al llegar a su casa para ayudarla, me la encontré sentada en el sofá, con la tele apagada, mirando fijamente al frente. La niña lloraba a pleno pulmón en algún lugar de la casa, pero el gesto de mi hermana me asustó tanto que me despreocupé totalmente de la niña, ya que supuse que estaría mi madre o mi tía con ella.

Tras unos minutos, vi que mi hermana solamente me decía que lo harta que estaba de todo, que no le gustaba nada su vida, que la niña era una llorona, fea y que aun encima solo se calmaba cuando ella la cogía, pero que ella tenía más vida.

Me extrañó mucho oír aquello de mi hermana, que siempre había querido ser madre (hasta el punto de que lo estaba haciendo ella sola, porque lo deseaba de verdad), aunque entendía que era algo  muy duro y tenía derecho al desahogo. Cuando vi que empezaba a respirar hondo y relajarse le pregunté quien estaba con la niña, entonces se encogió de hombros y yo, asustada, salí corriendo en su búsqueda.

La bebé estaba muy colorada de tanto chillar, el pañal no había sido capaz de retener toda la orina que la pobre bebé había hecho y estaba totalmente empapada. Un biberón lleno de leche apoyado en la cuna me llamó todavía más la atención.

Cuando cambié a la niña, fui a preguntar a mi hermana cuando había comido por ultima vez, ya se había dormido en el sofá, por lo que preparé un biberón que la niña comió con muchas ganas. Luego se durmió plácidamente en mi regazo y así mismo me senté al lado de mi hermana a verlas dormir. Ese mismo día llevé mis cosas para allí y me quedé a ayudar a ambas. Mientras yo iba a trabajar, mi tía pasaba a verlas, mi madre iba a llevarles de comer y, al llegar yo, ellas se iban, me daban el parte del día (pañales, “bibes” y tal) y se marchaban a sus casas. Era más que evidente que mi hermana estaba pasando una depresión post parto muy fuerte y que el rechazo que tenía hacia su propia hija era producto de las hormonas que estaban dañando sus pensamientos. El médico nos decía que debíamos estar con la niña, pero que ella estuviera presente para estimular esas emociones ocultas, pero aquello no valía de nada.

Cuando la niña aun no tenía ni un mes, una mañana mi hermana se levantó, se peinó, se maquilló, se quejó porque los vaqueros le habían encogido y se disponía a marcharse a trabajar, cuando le pregunté qué hacía. Estaba convencida de que la niña era mía, que nos estaba dejando quedarnos allí y que ella debía volver al trabajo cuanto antes. En cuanto le hablé se puso muy nerviosa y empezó a chillar. Yo le explicaba que estaba allí para ayudarlas, que la niña la querría mucho pero que ahora debía intentar ponerse bien y estar tranquila, en ese momento la niña despertó y comenzó su matinal concierto de llantos. Mi hermana, con ambas manos se tapaba los oídos y pedía silencio a gritos. Tardé un tiempo en conseguir calmarla.

Esa tarde, sentada en el sofá hecha un ovillo me empezó a contar que sabía que le habían pinchado el teléfono para espiarla porque sabían que era una mala madre y le querían quitar a la niña, pero que ella estaba tranquila porque yo estaba allí y cuidaría de ellas hasta que ella aprendiese a querer a la niña. No le pregunté más. Al día siguiente, cuando la llevé a junto del médico, le pedí que le contase al médico lo del teléfono, y allí le explicó que había una red de tráfico de bebés interesada en su hija y que querían llevársela. El doctor me miró…

No se habla lo suficiente sobre la depresión post parto, se cree que consiste en estar triste un tiempo cuando nace tu bebé, cuando las repercusiones son muchas más y pueden durar años. Pero, si ya se habla poco de este tema, afectando a un porcentaje de las mujeres importante, de la psicosis post parto ya… Prácticamente nadie que conozco sabría decirme qué es o cómo ayudar a una madre en esta situación. Es cierto que el porcentaje es muy bajo (menos mal) pero hay que tenerlo en cuenta siempre que se vea a una madre con unas dificultades tan serias como las que tenía mi hermana al principio. Ella accedió a ingresar en el hospital un tiempo hasta que, con ayuda farmacológica, le dieron el alta un tiempo después.

Le costó mucho volver a ser ella misma. Cuando la niña cumplió dos años, de pronto, la pillé llorando en el baño. Veía fotos de cuando era tan bebé y se sentía culpable por no haberla atendido. Tenía pesadillas con lo que le podría haber pasado a la niña de no haber llegado yo a tiempo aquel día, con las veces que había conseguido sacar de su cabeza ideas muy feas… Ahora venía un proceso no mucho más fácil: aceptar que no era culpable de lo que había pasado y perdonarse.

Hoy mi sobrina cumple 7 años. Ella y mi hermana están siempre juntas para todo, van a manualidades, al parque, a atletismo… Siempre juntas, como si mi hermana fuera una niña más. Quiere compensar todo lo malo que deseó hacerle de bebé dándole ahora mucha más presencia y mucho más cariño de lo que se puede uno imaginar. La psiquiatra le dice que debe encontrar un equilibrio, pero ella siempre responde que ella no sabe lo que es mirar a la persona que más quieres en el mundo y saber que, cuando estaba indefensa, fantaseabas con dejarla caer por la ventana, que si ella podría perdonárselo, enhorabuena, pero ella no podía hacerlo todavía y solamente quería que su hija no dudase de que su madre daría lo que fuera por ella.

Hace ya varios años que pude volverme a mi casa. Ahora voy a pasar algún fin de semana con ellas pues, al fin y al cabo, aquella fue mi casa durante un tiempo y esa niña es parte de mí.

 

Escrito por Luna Purple basado en la historia real de una seguidora.

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