Yo hay cosas que son normales, de gente normal que tiene una casa y todo eso, que nunca se me han dado y nunca se me darán. Me sigue flipando la mierda que se acumula en las llaves de la luz, sigo sin saber limpiar en condiciones el extractor de la cocina y a mí si me hablan de estores pienso en la tienda de ultramarinos que está junto al saloon

Entonces, si esto no es lo mío, ¿por qué me empeño? ¿Por qué insisto en querer hacer cosas de persona que se le da bien la casa, si ya sé que no? Estoy abollada, claramente. Soy la pequeña de cinco, seguro que en algún momento de mi infancia algún hermano mayor cabrón me lanzó demasiado fuerte contra una pared.

Pues este año me he empeñado en que voy a hacer una cena de Nochebuena “diferente”, porque en mi casa funciona siempre súper bien el sota, caballo, caballo (sopa, langostinos y más langostinos), pero como este año viene la Coralai a cenar con nosotros y a ella no le gustan los langostinos (porque está aún más abollada que yo) digo “voy a hacer carne”. Y llamo a mi madre. A MI MADRE. Porque puestos a ponerse metas imposibles, nada de Arzak: vamos a intentar cocinar como mi madre.

Y la mujer me ha sugerido que haga un roti “que es muy fácil”.

¿Sabéis lo que es un roti? Es más: ¿sabéis cómo se escribe roti? Porque yo he ido a buscarlo a Google y todo, y se escribe tal cual. Que vaya decepción.

  • Mira, nena, es muy fácil – me dice la cachonda -. Tú solo ve a la carnicería, a la de Manolo que es muy buena, ¿sabes qué Manolo te digo? Que la hermana se casó con uno que era quinqui –y aquí introdujo quince minutos de culebrón familiar de Manolo- y dile que te de un roti que ya sabe él. Y luego te vas a la frutería de Merceditas – hago un inciso para haceros saber que “Merceditas” tiene sesenta y dos años- y le pides zanahoria y champiñones y que te de hierbas para el roti, que ya sabe ella.

A ver, yo así de mano pensé que mucha fe tiene mi madre en Manolo y Merceditas, “que ya saben ellos”, pero bueno, que si ella lo dice por algo será.

Total, que me voy a la carnicería de Manolo, el del cuñado quinqui. Una cola de señoras con carritos de cuadros que parecía aquello una scottish party. Un señor totalmente desubicao con un carrito de lunares. Yo que miro dónde está lo de coger turno y que no hay, que hay que hacer cola. Aquello era la jungla. El Manolo tranquilo como un koala. Yo empiezo a sudar porque me aturulla tanta gente. Por fin me toca:

  • ¿Qué te pongo, nena?

Empezamos mal, Manolo. No me llames nena que tengo el chocho lleno pelos. 

  • Dame un roti, por favor.
  • ¿De cerdo o de ternera?

Me cago en la puta, ¿pero que hay más de uno? 

  • Ay, Manolo, yo qué sé. De carne. Un roti de carne.

Y se me ríe el cabrón.

  • Te lo pondré de cerdo que es más jugoso. 
  • Povale.

Y entonces el Manolo coge un rulo de carne empegotada y me fijo por primera vez en sus manos, que el tío es también peludo como un koala, y mientras me envuelve el mazacote me pregunto por qué coño se pone un gorro en la cabeza si está casi calvo y no se pone unos puñeteros guantes en esas manoplas de Chewbacca que Dios le ha dao.

Me voy con mi roti, rezando fuerte pa que no lleve pelos. Subo dos calles CUESTA ARRIBA hasta la frutería de Merceditas. El señor del carrito de lunares allí también, el pobre, igual de desubicao, hurgando entre las cebollas. Otra vez cola. Otra vez sudando. Me toca.

  • Dime, nena, ¿qué te pongo?

Me cago en todo, Merceditas, no me llames nena.

  • Mira, quiero medio kilo de zanahorias y uno de champiñones.
  • ¿Portobello?
  • Portupadre, Merceditas, ponme lo que te dé la gana pero pónmelo ya por Dios que estoy hasta el culo ya de la Nochebuena.
  • Uy, nena, qué carácter.
  • Si tú supieras… -y me pregunto si quedaría muy feo decirle lo de los pelos de mi chocho.

Me da la bolsita.

  • ¿Algo más?
  • Sí, hierbas pa un roti.
  • ¿Qué hierbas te pongo?
  • ¿Verdes?
  • Ay, nena, ¿no sabes qué hierbas quieres?
  • A ver si la que no sabe lo que lleva un roti eres tú, Merceditas, y no me llames nena, me cago en las pitas pardas, que tengo el chirri lleno pelos.

Total, que me metí en una pequeña trifulca con Merceditas acerca de mis modales y, resumiendo, que en Nochebuena cenaremos pizza. Congelada. Y langostinos.

Pd: se vende roti semi nuevo. Razón aquí.

 

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