La aventura de alquilar piso, soltera.

 

Estar soltera NO está de moda. Después de luchar contra los prejuicios que nos han inyectado los anuncios, las comedias románticas y el maravilloso mundo Disney, una vez que nos vemos fuertes y estamos felices con convivir con nosotras mismas, los problemas continúan.

A pesar de ser una mujer trabajadora, emocionalmente estable y adulta no parece ser suficiente para ser independiente.

Descubrí la verdadera tragedia de la soltería el día que decidí pasar de compañeros de piso o de mis padres. No es que tengas que ir sola al cine, no es que no tengas con quien ir a la boda de tu amiga, no es pasar sola los sábados de noche de peli y manta. La cruda realidad es que el mundo esta pensado para ir en pares, en el cine siempre es más barato el combo de palomitas para compartir, en la boda todo el mundo te preguntara que cuando “te echas novio”, si pides una pizza para tu noche de peli, siempre hay 2×1, ese es el verdadero problema.

Yo solo quería sentir la paz que da la tranquilidad de” mi casa, mi techo mis normas”. 

Con gran ilusión me dispuse a buscar piso en mi ciudad, empezando por descargar todas las apps existentes de búsqueda de piso. El primer paso es marcar los filtros de búsqueda, ilusa de mí, importante tener dos habitaciones para tener espacio para un despacho, que  esté amueblado con poco pero con gusto, que tenga una terraza o un balconcito, que me pille cerca de mi trabajo, calefacción central y a poder ser de un particular. Empiezo a ver las fotos de pisos que parecen del propio Pinterest,  me visualizaba regando mi macetohuerto urbano, decorando con espejos de bambú, recibiendo mis paquetes, mi compra ecológica y todo ideal de la muerte ,como aquel anuncio de lotería “ya me vi”  pero algo capta mi atención y con un CRASH de cristales mental, me saca de mi sueño . ¡OMG! ¡El precio, es exactamente mi sueldo! 

Una mujer como yo no pierde la esperanza así que uno a uno voy eliminando los filtros de búsqueda y con ellos una escena de mi cabeza de desvanecía como la galleta María que dejo bañando en el café más de 2 segundos. Pero la aventura sigue hasta que mi último filtro es que tenga techo paredes y un baño. 

Llega el momento en el que encuentro algunos que me puedo permitir. Empieza la ronda de visitas: el que no estaba para reformar tenía humedades, el que tenía calefacción no tenía ascensor o persianas, el que tenía luz, también estaba junto a la vía del tren. Pero me llamó la atención una de las visitas.

– Hola, ¿¿eres fulanita?? – Sí soy yo ¿esperamos a tu pareja o empezamos? –  

Era tal mi desesperación que pase por alto la grosería y dije, -empezamos- en ese momento agradecí que la mascarilla tapara todos los insultos que podía gesticular y achiné los ojos fingiendo sonreír. 

Entramos en el piso, no sé donde quedó el de las fotos. La relación foto- realidad es incluso peor que en Tinder.

Entro por el largo pasillo sin luz porque la lampara de araña horrible que cuelga del techo no funciona, el suelo de gres estaba pseudo oculto con una alfombra de dudosa procedencia, una cortina pesada de terciopelo escondía el resto de la pesadilla, si amigas, tenía gotelé. Pero ya estábamos allí así que, a ver el resto, no mejoraba. Pasé miedo irracional cada vez que abría la puerta, parecía que saldría como poco un asesino en serie o un monstruo, incluso que me encerraría dentro el de la inmobiliaria. Los muebles probablemente en su día serían el ultimo grito de la moda, como llevar enaguas y corsé. 

Complementos como el sofá plastificado, la tele que of course no funciona decorada con una mantilla y su flamenca  typical spanish. 

Aún estaban las fotos familiares, parecía que iban a hablarme y decirme ¡fuera de mi casa, zorra! La mesita de cristal con más cristales dentro en flor y figuritas de Lladró del bazar más cercano, plantas de plástico con más polvo que plástico.

 Mientras paseábamos por ahí me empezó a decir el de la inmobiliaria: voy a necesitar contrato fijo de los dos, dos meses de fianza, mes corriente, mes de agencia- ok pero el piso sería para mí- ¿para ti sola?, recuerda que no se permiten animales-  (supongo que dedujo que llevaría a mis gatos) lo sé, no tengo animales.

¿Creéis que salí de allí huyendo y con una teta fuera al puro estilo Delacroix? Pues no, es mi nueva casa, me ha avalado mi padre y no hizo falta depilar a un unicornio pero casi. Dándole mi toque y un poco de mimo estoy viviendo en el centro (solo a dos trasbordos), cerca de mi trabajo (6 paradas de metro) y felizmente sola.  

No sé si ser una mujer independiente es por machismo, infantilización o porque el mundo está hecho para los pares. 

Cristina Traeger